El efecto desequilibrador de los sistemas de defensa antiaérea rusos de última generación
Revista Defensa nº 440, diciembre 2014, José María Navarro
Jose Mª Navarro García , 9 de abril de 2016
Los sistemas de defensa antiaérea rusos de largo alcance, como los S-500, S-400 y las diferentes versiones de los S-300 pueden ser calificados claramente de estratégicos. En un entorno en que cada vez se otorga mayor protagonismo a los misiles de crucero o balísticos, su posesión se convierte en un elemento de disuasión o una amenaza, según quién lo interprete, más allá de su tarea original de derribar aviones cada vez más rápidos, más alto y más lejos.
Almaz-Antey es uno de los referentes en este ámbito en la industria rusa y a nivel mundial. Desde 2003, cuando facturó 960 millones de dólares, sus ventas y beneficios no han dejado de crecer y en 2008 entró en el top 20 de las mayores empresas de defensa del mundo, facturando 4.300 millones (el 54 por ciento para el mercado de exportación), siendo la primera de las rusas en alcanzar este hito. Su porcentaje de ventas al exterior ha caído por los importantes pedidos realizados por el Gobierno ruso, que han requerido la ampliación de las instalaciones fabriles, como veremos. La mejora de posición de las empresas rusas se debe tanto a las adquisiciones internas y al aumento de exportaciones, que en 2012 alcanzaron una cifra record de 14.000 millones de dólares, un 6 por ciento más que en 2011. Moscú anunció un Plan Estatal de Armamento para la adquisición de equipamiento militar valorado en 641.000 millones de dólares, que se materializa entre 2011 y 2020, uno de los incrementos más significativos desde el fin de la Guerra Fría. Este...
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