La tecnología va a ser el elemento disruptor que permitirá a unos países con mejor disposición económica salir airosos y vencedores de hipotéticos enfrentamientos de combate terrestre de tipo convencional o asimétrico que puedan tener lugar en un futuro. Esa realidad, que ya se proyecta a corto y medio plazo en diferentes tipos de vehículos autónomos terrestres, los UGV (Unmanned Ground Vehicles), está siendo ya tomada como referencia por las empresas y por los planificadores de los Ejércitos en aquellos conceptos que ya se están poniendo a punto para dotar a las fuerzas terrestres de los países occidentales.
Esa ha sido una de las conclusiones extraídas del evento “El Futuro del Carro de Combate en Europa” que Grupo Edefa organizó hace unas semanas. Los carros de combate se enfrentarán a las amenazas de un campo de batalla complejo, imprevisible y plagado de amenazas, pero no lo harán solos porque, cada vez más y con más intensidad, operarán en núcleos en los que los sistemas tripulados y los no tripulados se apoyarán y beneficiarán mutuamente.
Los conceptos que ya están disponibles para el combate incluyen vehículos portadores de sistemas de armas que son manejados a distancia por operadores. (Octavio Díez Cámara)
Por esa voluntad, los diseñadores de los futuros carros de combate ya plantean las plataformas autónomas que les acompañarán. Unos, los designados UGV-C -por combate-, incluirán capacidad para actuar como generadores de fuego con cañones y con misiles que buscarán neutralizar aquellos objetivos que tengan más relevancia; otros, los UGV más clásicos, les acompañarán con sensores de forma que puedan identificar amenazas, movimientos o aquellos datos para los que los algoritmos hayan sido planificados, transmitiendo en tiempo real lo que observen a otras plataformas para que la información pueda ser aprovechada en el proceso de toma de decisiones asociado al combate terrestre.
Los UGV serán plataformas bien distintas en lo que a capacidades y precios que se moverán con los carros de combate y con los vehículos de combate de Infantería, que también dispondrán de UAV (Unmanned Aerial Vehicle) compactos integrados en las plataformas y que usarán también como vectores de ataque o para obtener información, serán tanto de ruedas como de cadenas. Los primeros, generalmente más compactos, serán vehículos que incluirán los de pequeño tamaño que puedan ser diseminados en avanzada a los movimientos propios, aprovechando su poco porte para pasar desapercibidos. Otros, mayores y con más autonomía, podrán incorporar conceptos 4x4 o 6x6 para mover sensores de mayor tamaño. Incluso, podrían aprovecharse los chasis y bastidores de vehículos convencionales para, de forma económica y rápida, transformarlos en ese objetivo.
Los UGV de ruedas más compactos podrían ser hábilmente transformados con sensores, equipos de comunicaciones o sistemas que sean útiles en el combate terrestre. (Octavio Díez Cámara)
Junto a ellos, otros UGV, generalmente de mayor tamaño, propulsados por cadenas, con cierto blindaje para evitar su rápida neutralización y con un avanzado sistema de control de fuego que se beneficiaría de algoritmos concretos a la hora de identificar una amenaza y actuar, con sus armas e incluso de forma autónoma, contra ella.
En una primera instancia de lo que será el combate terrestre de las próximas décadas, se podría incluso hacer que no fuesen completamente autónomos y que la decisión final de abrir fuego tuviese que ver en algo con algún humano que participe en la acción a distancia o en otra plataforma. Los UGV ya son una realidad y cada vez lo van a ser más en los ejércitos terrestres, por lo cual plataformas autónomas y tripuladas van a coexistir durante las próximas décadas. El futuro, ya a largo plazo, podría ser distinto. (Octavio Díez Cámara)