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Programas navales españoles en curso, mucho más que navíos

Revista Defensa nº 473, septiembre 2017

La tradicional alianza entre la Armada y su principal proveedor de navíos, Navantia, se remonta a hace décadas, pero los cada vez más complejos sistemas navales están arrastrando una importante carga de trabajo a múltiples empresas españolas, que suministran desde materias primas a sistemas de defensa de última generación.

Navantia lidera actualmente tres programas fundamentales, tanto para el futuro de la Armada, como de la defensa de España en su conjunto, son los de la fragata F-110, la nueva serie de los BAM (Buque de Acción Marítima) y el submarino S-80. Además, una vez la Armada operé las F-110 y el S-80, podrá ofrecer estos productos al duro pero jugoso mercado internacional de sistemas navales. La F-110 representa la nueva generación de buques de superficie multimisión, a medio camino entre las grandes capacidades de combate de las actuales F-100 y las mucho más económicas de patrulla y operaciones de guerra asimétrica que ofrecen los BAM.

Aunque Navantia es el buque insignia de la construcción naval española, sus programas son importantes tractores que generan carga de trabajo en todo tipo de empresas, desde multinacionales, como Indra, a pequeñas suministradoras, en muchos casos PYME (Pequeña y Mediana Empresa), o proyectos universitarios. Así, si en programas como las fragatas F-100/F-105, la integración de sistemas foráneos era muy alta originalmente, especialmente de sensores, la progresiva demanda de éstos a la  industria nacional ha fomentado su I+D+I, a veces con ayudas del Ministerio de Industria, pero en la mayoría de las ocasiones por la iniciativa privada de empresas y emprendedores.

Foto:  El diseño y construcción de las F-100 fue en hito para Navantia, que, además de contratos de exportación, ha posibilitado programas como el de la F-110 (foto Julio Maíz).

Si en las primeras fragatas clase F-100 construidas por Navantia en Ferrol la proporción de producto nacional respecto a los sistemas extranjeros era del 40/60 por ciento, respectivamente, ya en la F-105 se da un espectacular salto en la incorporación de tecnología española, pasando la proporción a ser del 80/20. Este porcentaje posiblemente incluso se superaría en las nuevas F-110 que se construirán en Ferrol y que ya están siendo claves para dinamizar la industria nacional. La tecnológica Indra dotará al navío de un radar en banda S, Link 16, IFF en Modo 5/S, equipos de guerra electrónica, comunicaciones cifradas, etc.

Igualmente, una UTE (Unión Temportal de Empresas) formada por Indra y Tecnobit desarrolla el sistema pasivo de búsqueda y seguimiento de objetivos mediante infrarrojos, más conocido por su denominación inglesa de IRST (Infra-Red Search and Track). Aunque para mantener la eficacia se ha de contar con tecnología extranjera, como la que proporciona Lockheed Martin, que suministrará componentes del sistema Aegis y el radar en banda S, proyecto en el que participa también Indra. Actualmente el programa de la F-110, que se tramita desde una oficina del Programa de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM), estando previsto que acabe su fase de definición a finales de este mismo año.

Una vez calculados los costes del programa, en base a la documentación generada en la presente fase, y obtenida la respuesta del consorcio fabricante formado por Navantia-Indra al requerimiento del precio final RFQ (Request for Quote), se iniciaría la negociación de la orden de ejecución. Obviamente todo depende de los próximos presupuestos del Ministerio de Defensa, que deberían asignar fondos para la ejecución. Estamos pues en una fase crucial e imprescindible si se pretende  que la Armada mantenga su actual eficacia en este campo, ya que con las 5 F-110 se sustituirán a las F-80, previsiblemente a partir de 2023, cuando las primeras de esta serie acumulen casi 40 años en servicio.

Alta flexibilidad

En líneas generales hablamos de un navío con una alta flexibilidad en el despliegue, propulsión híbrida y con importantes espacios multimisión, con los que operar todo tipo de plataformas no tripuladas, ya sean de tipo RPAS (Remotely Piloted Aircraft Systems) o navales y/o submarinos. Un buen ejemplo de los test que se van realizar para probar las capacidades que incorporará está clase de fragatas de última generación será la puesta en marcha del Centro de Integración de Sistemas en Tierra (CIST), vital para validar el diseño del mástil integrado y probar e integrar en él la mayor parte de los sensores del navío. Hace poco, en el curso de una interesante Jornada Tecnológica en el ámbito de la Defensa, el jefe del Programa de la DGAM (Dirección General de Armamento y Material) para la nueva fragata F-110, capitán de navío, Manuel A. Martínez Ruiz, nos confirmaba que será montado en uno de los muelles de la Base Naval de Rota (Cádiz), estando previsto que esté listo para iniciar su labor el próximo año.

Foto: Los programas navales son un elemento que propician el desarrollo de otros sistemas que operarán desde los navíos, como es el RPAS “Pelicano” de Indra (foto Julio Maíz).

La construcción de las F-110 será clave, además, en la puesta en marcha del ambicioso proyecto de Astillero 4.0, con el que se modernizarán los de la Ría de Ferrol. La fase de definición del navío de escolta debería finalizar este mismo año, al igual que sus estudios de viabilidad, vitales para el éxito del programa. El comandante Martínez ha definido el buque como un referente, tanto para la Armada, como para la industria española, que participa ampliamente desarrollando en buena parte de sistemas de nueva generación para equipar a una fragata que tendrá 145 m. de eslora y 6.100 ton.

El CIST (Centro de Integración de Sistemas en Tierra) montará desde el principio todos los sensores reales que posteriormente se instalarán en el mástil integrado que equipará a los 5 navíos de la Clase. Se habilitará en el extremo final del muelle nº 1 de la base aeronaval de Rota y no será exactamente idéntico al actual, ya que su ángulo de radiación de 360º será bastante menor, a fin de probar la compatibilidad electromagnética y la integración de los sensores (radares en banda X y S, IRST, EW, IFF, Link y VMF, etc.) hacía el mar, para no radiar y afectar a la actividad de esta macro base, ni de la ciudad de Cádiz.

Obviamente, el CIST contará para evaluar la integración de éstos con un simplificado SCOMBA (Sistema de Combate de los Buques de la Armada), que a  su vez estará interconectado en todo momento con el instalado en la sede de Navantia Sistemas, en San Fernando (Cádiz). Hablamos de un probado y eficaz sistema, verdadero cerebro del navío, que equipará la F-110, cuya primera versión fue puesta en servicio en 2005 y que ha ido progresivamente ampliando sus capacidades, pero conservando la comunalidad, vital a efectos de mantenimiento, sostenimiento e instrucción del personal que lo manejará, hasta, de momento, la evolucionada versión que dotará a las modernas fragatas, que sería la quinta.

Dos nuevos BAM

En el caso de los BAM, al contrario que en los otros programas, estamos  ante un sistema ya maduro, que la Armada lleva empleado hace años, tanto en aguas nacionales como en escenarios internacionales, como el Golfo de Guinea o en la operación Atalanta, por donde han pasado los 4 patrulleros de esta Clase entregados entre 2011 y 2012. Según el anterior AJEMA (Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada), Jaime Muñoz-Delgado, en el campo de los BAM el plan es dotarse de hasta 10 unidades de la variante estándar de patrulla naval y 2 especializados. En su momento recalcó que sería muy importante dotarse de un BAM con capacidades para realizar investigación subacuática, que permitiría además efectuar misiones de rescate de submarinos, defensa del rico patrimonio subacuático español y tareas de apoyo a los buceadores de la Armada.

Foto:  Dos fragatas de la Clase “Santa María” en Rota (Cádiz). En primer plano se ve la que da nombre a la serie y detrás se ve uno de los destructores de la US Navy con base también en esta instalación de la Armada (foto Julio Maíz).

Además, refirió que el segundo de estos, que se encargaría a más largo plazo, podría ser el de un BAM de investigación oceanográfica y polar, que cumpliese tareas análogas a las que realiza actualmente el Hespérides. En mayo de 2014, el Gobierno del PP aprobó la construcción de una segunda serie de BAM, muy esperada, aunque solo consta de 2 unidades de la variante estándar de patrulla marítima, por un importe de 333,48 millones de euros. El ritmo en la fabricación de éstos va viento en popa. De hecho, en una ceremonia realizada al unísono en los dos astilleros de Navantia donde se acometen los trabajos, Ferrol y San Fernando, el 29 de abril de 2016 se ponía la quilla de ambos. En San Fernando, que forma parte del Astillero de la Bahía de Cádiz, se realizó la ceremonia de la puesta de la quilla del que será el quinto BAM, el Audaz (P-45).

Los trabajos se han realizado a buen ritmo y el pasado 30 de marzo se botaba el navío, amadrinado por la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. La plantilla de San Fernando está hoy en buena parte dedicada a finalizar este BAM, estando prevista su entrega a la Armada durante el segundo trimestre de 2018. Simultáneamente, a más de 1.000 km. de distancia, en Galicia, se puso la quilla del que será el sexto, el Furor (P-46), en aquella misma jornada de 2016, cuya entrega a la Armada se prevé a finales de 2018 o principios de 2019. Los nuevos BAM que construye Navantia, si bien exteriormente serán casi idénticos a los 4 que tiene actualmente en servicio la Armada, incorporarán más de 1.000 cambios y componentes mejorados respecto a sus hermanos, diseñados a principios de siglo.

Foto: Montaje de uno de los últimos bloques del que será el quinto BAM de la Armada, el “Audaz”, que fue botado el pasado 30 de marzo (foto Navantia).

Si bien la tendencia del Ministerio de Defensa es de dotarse de navíos estándares, para facilitar los ciclos de sostenimiento y mantenimiento, los requisitos de la Armada exigen unas capacidades a veces muy concretas. En este punto, aunque hablamos siempre de una plataforma común, lo que facilita mucho los ciclos, gracias a las características del flexible concepto inicial y a la gran experiencia acumulada por el equipo de diseño de Navantia, será relativamente fácil diseñar, según los requerimientos de la Armada, un BAM especializado, como los referidos de investigación subacuática/rescate de buceadores o el oceanográfico/polar, que muy posiblemente tendrían un mayor tonelaje para incorporar más sistemas e equipos especializados, a costa de sacrificar algo la velocidad máxima del actual diseño (20,5 nudos).

El submarino S-80

En el ámbito de los submarinos, la Armada está en un periodo de plena transición, a la espera de la incorporación de los nuevos S-80 que, al igual que otros proyectos similares, está acumulando importantes retrasos. Este sería el caso de los submarinos nucleares de ataque SNA Astute destinados a la Royal Navy británica, cuyos costes se han disparado más del 50 por ciento y los retrasos se acercan a los cinco años, necesitando para finalizar su desarrollo contratar a la empresa estadounidense General Dynamics Electrics Boat (GDEB), una consultora especializada en ingeniería naval.     

Foto:  El proyecto del S-80, tras superar múltiples problemas, será una realidad a principios de la próxima década (foto Navantia).

Actualmente la Armada solo cuenta con los 3 veteranos submarinos de la clase S-70, que, aunque todavía son unos elementos muy útiles, deberán de extender su ciclo de vida ante los retrasos en la puesta en servicio de sus sustitutos S-80. Contar una flota de submarinos en servicio es vital, tanto por la capacidad estratégica que este tipo de medios otorga, como para mantener el know-how en este campo, que de perderse amenazaría mucho la operatividad de los S-80 una vez se incorporen a la Armada. Mientras este proyecto parece que empieza a navegar con el viento a favor, el primero estaría en su fase final de construcción, tras aprobarse el pasado 15 de julio de 2017 la revisión crítica de diseño CDR (Critical Design Review).

Fue una vital decisión que se tomó tanto por parte del cliente, la DGAM, en plena coordinación con el usuario la Armada y través de su Jefatura de Apoyo Logístico (JAL); como por la empresa constructora, Navantia; así como el consultor especializado GDEB, al que también se recurrió por parte de España para determinar los fallos y aportar soluciones, que a la postre parece que están siendo muy importantes para la solución final. Detrás de la CDR hay un examen exhaustivo del nuevo diseño para que el submarino pueda pasar a la fase de producción, tras encontrar la solución de los fallos de diseño que han retrasado el proyecto.

Este paso abrió la vía para que Navantia se centrase en la finalización del primero de los submarinos de la Clase, que será el designado Isaac Peral (S-81), que ya se define como S-80 Plus, estando actualmente concentrado todo el trabajo en la planta de Navantia de Cartagena, donde se construirán los otros 3 de la serie, algunos bastante avanzados ya. Si bien las fuentes militares, muy reservadas en este tema, no quisieron aventurar el plazo de entrega, podría estar finalizado, de todo ir bien, hacía el año 2022 y aproximadamente un año después ser transferido a la Armada.

Foto: Algunos de los submarinos de la clase S-70 deberán de ampliar su vida operativa, hasta la llegada de los S-80 (foto Armada).

El desarrollo del sistema de propulsión independiente de aire, más conocido por su designación en inglés Air-Independent Propulsion (AIP), estaría también en vías de solución. Se encargó inicialmente a la empresa Hynergeen, filial de Abengoa, aunque los graves problemas y retrasos en la ejecución del IAP, llevaron al Ministerio de Defensa a contratar a Técnicas Reunidas en junio de 2014 para culminar el diseño y producción del AIP. El sistema es fundamental para que el Isaac Peral, y posteriormente el resto de navíos de su Clase, pueda navegar en inmersión en torno a los 20 días. Si bien actualmente, los retrasos en su desarrollo apuntan a que el S-81 se entregará sin el AIP, que sería posteriormente instalado aprovechando alguna revisión o la gran carena, o incluso se estaría estudiando dotarle de una gran compuerta para introducir el sistema a flote. En todo caso, los plazos de la puesta en servicio del AIP van desfasados respecto a los del propio S-80.


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