Helicópteros de Ataque
Revista Defensa 108, abril 1987, Fernando de la Cueva
Fernando de la Cueva, 8 de marzo de 2016
Las funciones que los expertos militares preconizaban para los aviones de alas fijas en sus inicios abarcaban simplemente el reconocimiento y el transporte de personas. La idea de que un frágil aeroplano pudiera combatir, atacar e incluso ser decisivo para el desarrollo y consecución de la batalla terrestre convencional resultaba propia, en aquel entonces, de lunáticos o fantasiosos. Tan sólo unos pocos visionarios se atrevieron de manera aislada y prácticamente artesanal a romper los moldes creados por los teóricos incorporando poco a poco armamento a los aparatos de la época, armamento que comenzó siendo carabinas para pasar a ametralladoras montadas sobre afustes situados junto al asiento del observador, y posteriormente a armas automáticas sincronizadas con las hélices y paralelas al eje central del avión.
Las bombas, cohetes y minas sufrieron una evolución similar en su utilización hasta llegar a la inmensa diversificación existente a partir del inicio de la SGM. De forma parecida a lo acontecido con los aviones, las primeras misiones que se consideraron idóneas para los helicópteros militares se limitaban al reconocimiento y salvamento, proponiendo su utilidad más como camiones o autobuses volantes que como posibles máquinas capaces de llevar a cabo acciones ofensivas. Todo tiene su explicación, no obstante, ya que al igual que los primeros aeroplanos, los modelos iniciales de helicóptero eran aparatos frágiles, ruidosos, sometidos a continuas vibraciones y con una capacidad de carga y de vuelo bastante limitada; es decir, que no poseían las mejores características para instalar una panoplia ofensiva, sobre todo...
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