Chile y Uruguay están negociando la cesión a este último país, por parte de la Armada chilena, de tres Cessna 02A desprogramados, suplantados por los Vulcanair P-68 seleccionados dentro del denominado Proyecto Piquero (compitiendo con el Tecnam P2006, el Beechcraft Baron y el Omadam Skycar). El avión viene, de hecho, siendo analizado desde hace más de una década por la Aviación Naval del Uruguay, incluso en sus versiones modernizadas. De concretarse un acuerdo sería no más que un paliativo para la terrible situación que enfrenta el Arma y la Fuerza del país rioplatense.
Los aeronavales uruguayos demandan y precisan de manera urgente helicópteros medianos con capacidad SAR y Medevac marítimo, en una línea que incluye los localmente impagables AW-139, AW-169, Airbus H175 o Bell 412 EPI . Actualmente vuelan apenas un Esquilo HB-355 bimotor (cedido por Brasil hace 10 años) y uno o dos, en el mejor de los casos, de los 6 BO-105 PAH. La escandalosa falta de presupuesto ha hecho que sólo uno de los dos B-200 y un T-34C1 estén en orden de vuelo, con lo cual difícilmente se pueden cumplir misiones de patrulla oceánica de altura. De incorporarse los Skymaster chilenos, no hay garantía alguna de que todos pudieran estar operativos en Uruguay, debido a la falta de repuestos, mecánicos y hasta de pilotos que asola desde hace una decada a la relegada Aviación Naval Uruguaya.
Para la Armada la prioridad serían los nuevos helicópteros evaluados, en binomio con navíos OPV, preseleccionada en dos oportunidades la propuesta de la alemana Lürssen, seguida por la instalación de un muy necesario sistema VTS bajo normas IALA, alternativas costosas y muy lejanas al presupuesto actual, no obstante, perdiendo Uruguay casi 58 millones de dólares anuales por pesca clandestina, la inversión se financiaría prácticamente sola, apenas en un lustro. La posible llegada de Cessna 02A sería un parche temporal, pero no resolvería el problema en su magnitud. (Javier Bonilla)