(defensa.com) El gasto militar ruso ascenderá en este 2013 hasta casi los 60.000 millones de dólares, que se suman al programa de reestructuración de sus fuerzas militares valorado en casi 700.000 millones de dólares puesto en marcha tras la guerra con Georgia en 2008. En tanto los países occidentales reducen su gasto militar, Suecia y Finlandia ven con recelo el crecimiento de la fuerza militar de Rusia.
Helsinki y Estocolmo estudian las consecuencias que podría significar para sus intereses el poderío ruso y han vuelto a reavivar el debate de integración en la OTAN. El propio comandante de las Fuerzas Armadas de Finlandia, Sauli Niinistö, ha devuelto a la opinión pública finlandesa la opción de entrar en la organización atlántica, aunque siempre teniendo como prioridad el refuerzo de la capacidad militar nacional: “Hay algunos que piensan que pertenecer a la OTAN puede reemplazar una capacidad de defensa fuerte. Debemos ser una nación que cuide de nosotros mismos, estemos o no estemos dentro de la Alianza”, señala el alto cargo. En todo caso, la posible incorporación no se prevé por el actual equipo de gobierno, por lo que habría que esperar hasta después de las elecciones de 2015, cualquier paso se daría siempre contando con el respaldo de la población a través de un referéndum.
Para Finlandia entrar en la OTAN supondría una importante inversión económica. La adquisición de nuevo equipamiento antes de 2018 es complicada en el actual contexto de recortes presupuestarios en Defensa.
El caso sueco es similar. Al igual que su vecino tampoco ve con buenos ojos el rearme ruso, sobre todo de cara a los intereses que pueden entrar en escena en el Ártico en muy pocos años, donde se prevé que el deshielo traiga una inimaginable fuente de recursos naturales por explotar. En este sentido, y según un informe presentado por la Comisión de Política de Defensa del Gobierno de Suecia, la solución pasa por firmar la entrada en la OTAN. En Suecia, donde el movimiento pro atlantista es mayor que en Finlandia, hay algunas voces políticas que ven este hipotético ingreso como una solución “para aumentar la seguridad de nuestro país y la de nuestros vecinos. Sería bueno tener también a Finlandia”, explica Mikael Oscarsson, portavoz de los demócratas cristianos en asuntos de Defensa. Sin embargo, y como en Finlandia, se sigue alargando el posible planteamiento a la población hasta 2014, después de las elecciones.
Rusia, por su parte, quiere evitar este asunto a toda costa. Ya en junio de este año, y según informaron algunos medios de comunicación rusos tras la reunión del Consejo Euro-Ártico, el primer ministro Dmitri Medvedev advirtió que su país no vería con buenos ojos el cada vez mayor acercamiento de Suecia y Finlandia a la OTAN.
Es el caso de Finlandia el que más preocupa a Moscú, país con el que se comparten más de 1.000 kilómetros de fronteras y unas connotaciones históricas que han llevado siempre a Finlandia y a Rusia hacia todo tipo de conflictos militares y diplomáticos. La incorporación a la OTAN de uno de los territorios nórdicos podría suponer un vez un duro revés para Moscú.
Finlandia y Suecia reabren la controversia sobre su entrada en la OTAN frente a una Rusia cada vez más fuerte en el Polo Norte
defensa.com, 16 de septiembre de 2013
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