Es un secreto a voces que el Presidente Mauricio Macri quiere que las Fuerzas Armadas intervengan en la lucha antinarcóticos. Ya lo expresó públicamente en varias oportunidades, siendo un tema ríspido que provoca inmediatas reacciones en buena parte del arco político, contrario, en vista de la experiencia del país, a la intervención de las instituciones castrenses en el accionar interior.
Sabido es que Argentina es uno de los pocos, si no el único país del continente latinoamericano, que prohíbe por Ley la participación de los organismos militares en la seguridad interior, lo que implica la lucha contra el terrorismo, la delincuencia organizada y el narcotráfico. Experiencias dolorosas del pasado derivaron en que el poder político cobijara leyes y normativas que impiden la participación de las FFAA en la lucha directa contra los nuevos actores de la delincuencia en las ciudades del país.
Pese a todo esto, desde el 2011, el gobierno kirchnerista, profundamente antimilitar, incluyó al Ejército y a la Fuerza Aérea en el sostén de apoyo logístico de las tropas de la Gendarmería Nacional en el llamado Operativo “Escudo Norte”, una acción que busca reducir las penetraciones de las organizaciones delictivas a través de las fronteras, por las cuales ingresan toneladas de drogas. De país de solo tránsito hacia Europa, Argentina se convirtió en una panacea para los narcos, gracias a los nulos controles fronterizos, la connivencia de muchos políticos y funcionarios provinciales y nacionales para con las organizaciones delictivas, las ganancias siderales y un sinfín de beneficios para los ilegales.
Se mantenía la farsa de una participación de 1.500 efectivos del Ejército Argentino que patrullaban la frontera norte para descomprimir a la sufrida Gendarmería Nacional, cuyos efectivos eran y son enviados a las ciudades del país, asoladas por la delincuencia y drogadicción. Con la habitual ejecutividad y compromiso, los militares cumplían a rajatabla la orden directa del Gobierno kirchnerista y realizaban exigentes misiones de patrulla en la inmensidad boscosa, frenando las incursiones desde Bolivia y Paraguay de los contrabandistas y narcos, a lo que se agregó en los últimos años la penetración de bandas de simples delincuentes que, aprovechando la soledad fronteriza ante la ausencia de los Gendarmes que tendrían que vigilarlas, comenzaron a asolar estancias y campos libremente.
Irónicamente, esta misma situación fue la génesis de la creación de la Gendarmería Nacional en 1938, cuando estos extensos territorios que ni siquiera eran estados provinciales, fueron arrasados por bandas de saqueadores legados de Brasil y Paraguay, la gravedad de los hechos originó el nacimiento de la GN. Pasadas tantas décadas, volvemos a lo mismo, existen escuálidos escuadrones de frontera de esta fuerza de seguridad, que debería tener centenares de efectivos y en que sólo se cuentan unos pocos gendarmes, en un número que ni siquiera puede cubrir la guardia básica del cuartel, mientras sus camaradas recorren calles desconocidas del conurbano bonaerense tratando de imponer por su presencia cierto orden.
La medida tomada por el gobierno kirchenirista recibió profundas críticas, pero al no incluir el enfrentamiento directo con los narcotraficantes, no violaba la Ley de Seguridad Interior, lo que tampoco implicaba pedir al Congreso Nacional ninguna modificación de la normativa. Las sufridas patrullas del Ejército cumplieron las órdenes emanadas del Poder Político en lo más recóndito de la espesura, dándose incluso situaciones tragicómicas donde los uniformados fueron, ante el primer problema, abandonados por sus jefes superiores y ni qué hablar por funcionarios del Estado, por lo que las mismas patrullas se fueron diluyendo en simples salidas administrativas, en todo momento buscando eludir el contacto y tanto solo cumplir para cobrar el viático. Viáticos que, por cierto, el MINDEF no pagó durante muchos meses, generando una deuda de importancia, otra herencia más de la anterior administración.
Según la normativa, las Fuerza Armadas pueden ayudar a las de Seguridad con transporte logístico, equipos de comunicación más helicópteros y aviones, además de hacer de los cuarteles castrenses la base de operaciones de las Fuerzas de Seguridad e incluso la posibilidad de albergar a detenidos en forma provisoria. El avance de la delincuencia organizada en el país se logró mediante la captación de efectivos policiales y de seguridad que se vendieron al narco. Un grave peligro, puesto que la misma corrupción puede alcanzar a los estamentos castrenses, infiltrándolos y corrompiéndolos.
En estas horas, el gobierno de Mauricio Macri envía 7.000 efectivos de las fuerzas federales a la Provincia de Buenos Aires para apoyar a la Gobernadora de dicho estado, María Eugenia Vidal, en su lucha contra las organizaciones delictivas. Esta joven funcionaria entabla una feroz lucha contra la delincuencia, pero también contra sectores corruptos policiales que ya la amenazaron vehementemente, por lo cual tuvo que mudar su domicilio particular al interior de una Base de la Fuerza Aérea para intentar mantener la seguridad de su entorno familiar, tal es el peligro que enfrenta.
En solitaria actitud, la gobernadora despidió a centenares de policías corruptos y eliminó negocios particulares de muchos altos jefes de seguridad, por lo que se granjeó el odio de ex funcionarios y malos policías, recibiendo amenazas concretas a diario. Si el Presidente Macri decide seguir el sendero trazado por la Gobernadora Vidal será menester dotar de la debida instrucción, capacitación, entrenamiento y equipamiento a los militares uniformados para que realicen esas misiones, pues fueron formados para otro tipo de misiones.
Además, los uniformados no quieren volver a ser los convidados de piedra de esta situación, los oficiales jóvenes no quieren terminar detenidos el día de mañana, al no existir una normativa que los cubra legalmente. La dejadez, la corrupción política y policial, la connivencia de los sectores políticos y el simple negocio monetario dejaron el campo libre a la muerte en la última década. Como si fuera una serpiente, silenciosa y amenazante, la droga y el narco se infiltró en todos los ambientes, sin excluir a nadie, desde los barrios a la esfera gubernamental.
Argentina está hoy en un punto crítico, fronteras desoladas y desguarnecidas, corrupción sin parangón de los organismos inmigratorios, aduaneros y policiales, una pandemia de drogadicción que arrasa hasta la más pequeña ciudad y urge reaccionar más allá del discurso circunstancial. El Presidente Macri estableció que luchará contra la ola del narco, a la vez que establece una estrategia para ir preparando a la opinión pública y a la esfera política, esa misma que fue, en algunos casos ya probado, apoyada monetariamente en sus campañas por fondos provenientes del narcotráfico, para emplear a las Fuerza Armadas en ese combate. Las FFAA pueden proporcionar esenciales servicios de apoyo al combate contra el crimen organizado. Tema espinoso y complejo para un país con la historia de Argentina, pero que más tarde o temprano explotará en el rostro de todos. (Luis Piñeiro, corresponsal de Grupo Edefa en Argentina)
Fotografías:
·La Gobernadora Vidal declaro la guerra al narco tuvo que mudarse a una base de la FAA.
·Santos y Macri.
·Quiere a las FFAA en seguridad interior.