Así lo informaron a su fuerza política (el Frente Amplio) el canciller Rodolfo Nin Novoa y el subsecretario de Defensa, Dr. Jorge Menéndez. La presencia de Uruguay en la MINUSTAH vencía en octubre de 2016, pero la Organización de Naciones Unidas (ONU) solicitó al gobierno que se extendiera hasta abril del año 2017, al haber sido las elecciones pasadas anuladas y convocarse para un próximo comicio.
Uruguay integra la misión de ONU en Haití desde 2004. En 2014, por decisión del gobierno que encabezaba el entonces presidente José Mujica y a instancia de diversos grupos de izquierda radical, se inició un lento proceso de retiro de las fuerzas, desde un máximo de 1.200 efectivos, que hubieron destacados, siendo hace un tiempo y detrás de Brasil, la segunda fuerza en personal, a los actuales 200 efectivos, funcionando en conjunto con la dotación peruana en el denominado URUPERBAT. En 2014 ya se había retirado la Armada Nacional y antes, la Fuerza Aérea.
Para las Fuerzas Armadas la presencia de tropas en el exterior (Haití, Congo, Sinaí, y otros puntos en los que solo hay grupos de observadores, el más antiguo de todos, desde hace más de 60 años, en Cachemira) es una forma de acaparar ingresos para moderadas inversiones, que difícilmente presupuestalmente se les da, y, para el personal subalterno, una vía para obtener complementos de salarios, siendo la oportunidad de triplicarlos e iniciar ahorros que, mayoritariamente, culminan en iniciar el acceso a la casa propia, aspecto fundamental porque gran parte de los soldados y marineros uruguayos viven en condiciones cercanas a la tugurización y en barrios marginales. Un aspecto negativo, sin embargo, son las dolencias tropicales, deconocidas localmente, y las crisis familiares que resultan de prolongados alejamientos y reenganches en estas misiones. No obstante, el balance global es ampliamente posiitivo para los militares y para la imagen nacional en el exterior. (Javier Bonilla)