Estados Unidos ha diseñado sus líneas de acción para la contención efectiva de China y evitar que se materialice un cambio en el statu quo actual del sistema internacional que sea desfavorable a sus intereses nacionales.
La importancia estratégica que representa el Indo-Pacífico para los Estados Unidos, se vio reflejada por primera vez con Obama en lo que se llamó “el pivote o, más tarde, el reequilibrio hacia Asia”. Estados Unidos realizó un importante giro hacia Asia como región prioritaria frente a Oriente Medio y Europa, reflejando así una nueva visión “pos-atlántica” de la diplomacia estadounidense y una ambición renovada para aprovechar el potencial de una región que representa un tercio del PIB mundial y un 60% de la población de todo el planeta.
Más tarde, el presidente Trump, si bien con diferentes y polémicas aproximaciones, continuó la política de "reequilibrio" de Obama, considerando también la región del Indo-Pacífico un área clave para los esfuerzos diplomáticos de los Estados Unidos, y en noviembre de 2017, describió por primera vez su visión estratégica para promover un "Indo-Pacífico libre y abierto". Seguidamente, publicó las nueva Estrategia de Seguridad Nacional (2017) y Estrategia de Defensa Nacional (2018), conteniendo los principios rectores para la estrategia estadounidense del Indo-Pacífico. En junio y noviembre de 2019, el Departamento de Defensa y el Departamento de Estado, también, publicaron sendos documentos sobre la implementación de las políticas para el Indo-Pacífico que ayudaron a configurar lo que podríamos denominar la estrategia estadounidense para la región.
En el siguiente mandato, Joe Biden, diseñó en febrero de 2022 la “Estrategia de Estados Unidos para el Indo-Pacífico”, demostrando, una vez más, la prioridad que otorga a la región no solo por su importancia económica, sino por la ubicación en ella de su competidor más peligroso: China.
La doctrina Trump
Donald Trump fue nombrado presidente estadounidense el 20 de enero de 2017. En diciembre de ese mismo año se hizo público el documento “National Security Strategy” que adoptaba como lema “America First”. En su introducción, Trump afirmaba que Estados Unidos estaba liderando nuevamente el escenario mundial. A fines de enero de 2018 se hizo público un resumen desclasificado del documento “National Defense Strategy” que adaptaba los postulados de la estrategia de seguridad a la estrategia militar estadounidense.
En estos documentos, que constituyen la doctrina Trump, se identificaban tres tipos de amenazas a los intereses estadounidenses: las transnacionales de carácter no estatal; los llamados estados “villanos” encabezados por Irán y Corea del Norte; y, finalmente, clasificada como la mayor amenaza, las potencias revisionistas China y Rusia por intentar alterar el statu quo y moldear el orden mundial bajo la lógica de su enfoque autoritario.
Con Trump, el terrorismo continuaba siendo una prioridad de corto plazo, pasando progresivamente en términos de amenaza a ocupar un rol secundario al ser reemplazado por la competencia de China y Rusia. “America First” comenzó a significar que para fortalecer el liderazgo en un contexto de competencia entre grandes potencias también había que fortalecer las bases de ese liderazgo: la economía estadounidense.
Los documentos “National Security Strategy” y “National Defense Strategy” situaron al Indo-Pacífico como la región prioritaria para los intereses estadounidenses por el avance de la influencia económica y militar de China.
Esto no era más que la continuidad de las políticas de sus predecesores, pero mientras que Obama aplicó hacia la región de Asia-Pacífico una política de contención a través del Tratado Transpacífico para aislar económicamente a China, Trump dio marcha atrás, utilizando una política más agresiva hacia China, claramente expresada en la denominada “guerra comercial”.
Administración Biden
La actual administración Biden ha radicalizado su posición interesada en contener al gigante asiático y cimentar sus alianzas regionales para ejercer de contrapeso a la influencia china.
Así, en febrero de 2022 publicó la “Estrategia para el Indo-Pacífico”. El documento, donde se refrendan los puntos de vista de Washington sobre el escenario regional, recoge, además, detalladamente las líneas de acción diseñadas para la materialización de sus objetivos e intereses nacionales.
Esta estrategia no refleja cambios sustanciales en la proyección estadounidense hacia China, manteniendo el mismo discurso y acción hostil hacia el gigante asiático e incluyendo el diferendo comercial, la guerra mediática y el incremento de la presencia militar en Asia. En este sentido, también destaca la continuidad de la presión de la Casa Blanca en temas de seguridad nacional para Beijing, como lo son Taiwán y el Mar del Sur de China. Sin embargo, a diferencia de su predecesor, Biden ha apostado por mantener las tensiones con China a niveles manejables y establecer canales de comunicación para asegurar que esto sea posible, realizando una ejecución más estable y estructurada de su política exterior e intentando recuperar el enfoque multilateral.
La Estrategia del Indo-Pacífico
Las estrategias de seguridad y de defensa estadounidenses sitúan a China como un claro competidor estratégico que incrementa sus capacidades militares y aumenta su influencia a expensas de la soberanía de otros países, usando un capitalismo depredador, incentivos económicos y medidas coercitivas, y expandiendo el autoritarismo para restructurar fuertemente el orden establecido en la región del Indo-Pacífico. El objetivo de China es alcanzar la hegemonía regional del Indo-Pacífico en un corto espacio de tiempo y remplazar a los Estados Unidos como país hegemónico global a más largo plazo.
En junio de 2019, el Departamento de Defensa, en su informe sobre la estrategia del Indo-Pacífico establecía que el Indo-Pacifico “libre y abierto” se regía por los siguientes principios: respeto por la soberanía e independencia de todas las naciones; resolución pacífica de disputas; comercio libre y justo sobre el principio de reciprocidad, y adhesión a las reglas y normas internacionales, incluida la libertad de navegación y de vuelo.
En noviembre de 2019, el documento publicado por el Departamento de Estado titulado: el Indo-Pacífico “avanzando una visión compartida”, establecía las siguientes prioridades: fortalecimiento de la relación con socios e instituciones regionales; prosperidad económica; mejor gobernanza; paz y seguridad, e inversión en capital humano.
En la “Estrategia para el Indo- Pacífico” estadounidense se distinguen los siguientes aspectos:
Primero, en el ámbito de la seguridad, la esencia de la estrategia estadounidense es el reconocimiento de China como un competidor estratégico clave y la oposición a sus intentos de cambiar el orden regional.
Estados Unidos establece al Indo-Pacífico como región prioritaria con el fin de disuadir a China de posicionarse como un poder dominante en la zona, implicando una pérdida del dominio estadounidense en el mundo.
Para conseguir su fin, el objetivo de los Estados Unidos es evitar mediante la disuasión que China controle la periferia de Asia con su llamada estrategia anti-acceso/denegación de área (A2/AD)[1] dentro de la primera cadena de islas[2].
Para aumentar su disuasión sobre China, Estados Unidos incrementa sus capacidades militares en el Indo-Pacífico[3], tanto en su territorio (Isla de Guam) como en territorio de sus aliados, desplegando armamento de largo y medio alcance[4], especialmente desde buques o aviones, y empleando nuevas tecnologías (“stealth”, hipersónica, drones, ISR, etc.). Además, lleva a cabo numerosas operaciones para mantener la libertad de navegación (FONOP) en el Mar del Sur de China.
La clave de la disuasión ha sido, también, el aumento de la movilidad: expandir su presencia, mejorar la conectividad logística y realizar operaciones “multidominio”.
En segundo lugar, Estados Unidos apuesta por la creación de una red de alianzas para complementar sus capacidades militares. Esta red incluye asociaciones trilaterales y vínculos entre aliados (Japón, Corea del Sur, Australia, Filipinas, Tailandia) y socios (Taiwán, ASEAN y Asia del Sur, Australia, Gran Bretaña, Francia y Canadá). Estados Unidos quiere que otros países del Indo-Pacífico ayuden a contrarrestar a China de forma individual o conjunta, compartiendo los costes económicos para disminuir así la carga de Estados Unidos y que este pueda usar sus limitados recursos de forma más eficiente.
En tercer lugar, Estados Unidos realiza un gran esfuerzo para ayudar a los países de la región a fortalecer sus capacidades militares y que estos puedan responder a las amenazas a la seguridad[5].
Para finalizar, la estrategia del Indo-Pacífico implica la realización de otros importantes esfuerzos como es la ayuda para el incremento de la gobernanza en los países de la zona, la asistencia económica y el apoyo a la mejora de sus infraestructuras, especialmente en los países de la ASEAN, para brindarles una alternativa a los proyectos chinos.
Corolario
Es evidente la preocupación existente entre la elite estadounidense sobre el posible desplazamiento del centro hegemónico mundial, lo cual se manifiesta en los numerosos elementos de continuidad existentes entre las políticas de Trump y Biden.
Los últimos acontecimientos en las relaciones entre Estados Unidos y la región del Indo-Pacífico son una clara muestra de la determinación norteamericana de ejecutar las acciones diseñadas en su estrategia. No obstante, los acontecimientos actuales en otros escenarios estratégicos, principalmente en Europa y el conflicto ruso-ucraniano, bien pudieran incidir en la proyección de Washington hacia la región, pues este conflicto reclama una importante cuota de su atención. Al mismo tiempo, se erige en un reto para intentar debilitar a Rusia sin acercarla aún más a Beijing, algo que logró evitar durante la Guerra Fría.
Sin embargo, China es mucho más fuerte que antes y muestra mayor capacidad de articular alianzas regionales e internacionales. El actual liderazgo de China está más determinado a asumir un protagonismo global, desde África hasta escenarios como el de Ucrania, Siria, Irán y Afganistán, bajo las líneas estratégicas del rejuvenecimiento nacional chino.
Más allá del carácter hostil que se prevé continúe caracterizando las relaciones entre China y Estados Unidos, lo cual determinará a su vez los vínculos entre Beijing y los Estados de la región, la administración de Joe Biden al menos ha decidido establecer canales de comunicación de alto nivel con el gobierno chino. Aunque, no se espera una desaparición de las tensiones en este conflicto por la hegemonía entre las dos principales potencias, cuyo resultado definirá el futuro de las relaciones internacionales.
Coronel (EA) Pedro A. Díaz Herrero.
Diplomado de Estado Mayor.
Diplomado en Altos Estudios Internacionales (SEI - Madrid)
Anterior Agregado de Defensa en la Republica de Corea.
Miembro de la Asociación Española de Militares Escritores.
[1] La doctrina A2/AC ha sido desarrollada por los estrategas chinos, y sirve a un doble propósito: por una parte, proporciona una serie de objetivos tecnológicos a desarrollar por la industria de defensa china (misiles de largo alcance, medios de guiado, sistemas de Inteligencia, Mando y Control, etc. ) y ,por otra, desarrolla una estrategia que permita dificultar y encarecer los intentos de acción sobre su territorio, contra acciones procedentes del entorno naval, donde los Estados Unidos cuentan con gran superioridad.
[2] La primera cadena de islas es un conjunto de bases y enclaves en países amigos de los Estados Unidos desde los que se podría bloquear el tráfico marítimo de China continental. La ruptura de esta cadena, preferiblemente logrando la reunificación con Taiwán, que es considerada como la clave de este dispositivo, es el escenario estratégico deseado por China.
[3] La Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) para 2021 introduce una Iniciativa de disuasión del Pacífico destinada a priorizar el Indo-Pacífico y centrar los recursos en las brechas de capacidad militar clave para aumentar la disuasión respecto a China.
[4] Tras la retirada norteamericana del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio en agosto de 2019, Estados Unidos, apoyó el despliegue de misiles terrestres de medio alcance en Asia para fortalecer la disuasión contra China.
[5] Cada año, Estados Unidos realiza alrededor de 90 ejercicios militares en la región. Algunos de ellos están destinados a contrarrestar amenazas no tradicionales y otros abordan amenazas militares. En particular, Estados Unidos está desarrollando dicha cooperación con Vietnam, Filipinas, Malasia e Indonesia para ayudarles a resistir las acciones de China en el Mar de China Meridional.