El Almirante General Antonio Martorell Lacave, Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada española (AJEMA), nos habla de la situación actual y grandes retos de la Armada y de cómo se afronta la incorporación de nuevos medios en un futuro cada vez más cercano.
¿Cuáles son los grandes retos de la Armada, cómo han ido evolucionando y hacia dónde cree apuntan las amenazas del futuro?
Almirante Antonio Martorell Lacave: El principal reto que tiene la Armada es continuar siendo eficaz y relevante en un escenario operativo que está cambiando vertiginosamente. Dos son, en mi opinión, las características de este cambio: el acceso generalizado a tecnologías de vanguardia, lo que podríamos describir como la digitalización del espacio de batalla; y la carrera de armamentos que vemos a nivel mundial, pero también regional.
Estas 2 características son especialmente palpables en el ámbito naval. Además, hay un nuevo elemento que se incorpora, por decirlo de una manera simple, al armamento convencional que todos conocemos, que son los ciberataques. En este escenario tan complejo, el reto de seguir siendo eficaz requiere, por una parte, progresar hacia una financiación estable que permita una renovación ordenada y continuada de las capacidades militares y asegurar un sostenimiento adecuado a lo largo de su ciclo de vida.
Esto tiene el efecto adicional de contribuir a consolidar la base tecnológica e industrial de la defensa y poder orientarla en el largo plazo. Es difícil alcanzar una autonomía estratégica razonable careciendo de este elemento industrial. Por otra parte, y teniendo en cuenta las proyecciones de población a largo plazo, creo que captar y retener talento será otro desafío muy importante para la Armada, tanto porque la formación y valores de nuestro personal serán cada vez más atractivos fuera del ámbito militar, como por la necesidad de adaptar nuestras estructuras y procesos de trabajo a la idiosincrasia de las nuevas generaciones.
Creo que nuestra adaptación hacia un modelo de organización basado en el conocimiento, adoptando la transformación digital como motor de ese cambio, y obteniendo el máximo rendimiento de los progresos tecnológicos y de las personas, puede ser una herramienta fundamental. Pero, como decía, todo orientado a seguir siendo eficaces en un escenario operativo cada vez más exigente desde el punto de vista militar.
¿Qué supondrá para la Armada española la incorporación del Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática (BAM-IS)?
Con la incorporación del nuevo buque de intervención subacuática, que relevará al veterano buque de salvamento y rescate Neptuno, la Armada dará un salto cualitativo en su capacidad de intervención subacuática y de salvamento y rescate de submarinos, gracias a una plataforma y a unos equipos y sistemas modernos y adaptados a la tecnología actual.
El nuevo buque aportará capacidades para la búsqueda, localización, identificación e intervención, con muy diversas técnicas de buceo y de intervención subacuática. Mención especial merece la disponibilidad de vehículos de operación remota (ROV), que permitirán observar y trabajar hasta los 3.000 m. de profundidad; nunca habíamos tenido esta capacidad.
Desde el punto de vista del salvamento y rescate de submarinos, donde la primera prioridad es mantener con vida a la dotación hasta la llegada definitiva de medios de rescate, estos sistemas permitirán conectar las mangueras de ventilación, que permiten mantener respirable la atmósfera de un submarino siniestrado y efectuar la entrega de contenedores estancos con suministros vitales para mantener con vida a la dotación.
Además, el BAM-IS estará certificado para poder embarcar y emplear los submarinos de rescate de la OTAN (NSRS) y de la Marina estadounidense (SRDRS), lo que supone también un salto cualitativo muy importante para la Armada. Todas estas nuevas capacidades permitirán al BAM-IS cumplir otras misiones, tales como contribuir a la protección del patrimonio arqueológico subacuático, con la que la Armada sigue firmemente comprometida, la intervención en accidentes y naufragios, y el apoyo a otras operaciones navales convencionales.
¿Cómo se planea mantener en servicio los S-70 en el periodo de transición a la entrada en servicio de los S-80?
El Arma Submarina es un elemento único para la disuasión. Por ello, la Armada mantendrá en servicio al submarino S-71 Galerna durante su siguiente ciclo operativo, de unos 6 años de duración, una vez finalice su quinta gran carena a lo largo de 2022. Con esta misma intención estamos en el proceso de extender la vida operativa del S-74 Tramontana durante un año, hasta la entrada en servicio del S-81 Isaac Peral.
Esto nos está permitiendo una transición ordenada de una serie a la otra, manteniendo en todo momento cierta capacidad operativa, el adiestramiento y el conocimiento de las dotaciones. Todo ello supone un esfuerzo importante de coordinación desde el punto de vista de la enseñanza y el mantenimiento, ya que los 70 y los 80 y sus dotaciones convivirán durante algunos años y los submarinos de ambas series mantendrán los mismos estándares de seguridad y eficacia operativa.
¿La Armada necesitará ampliar el programa S-80 hacia un futuro S-90?
En este momento la mayor parte del esfuerzo está enfocado a culminar con éxito el programa S-80. En el primer trimestre de 2022 comenzarán las pruebas de mar del primer submarino de la serie, el S-81 Isaac Peral, que se desarrollarán durante aproximadamente un año hasta su entrega a la Armada, en el primer trimestre de 2023. Este programa de diseño y construcción de submarinos es, en mi opinión, el mayor reto industrial y tecnológico de la industria naval y de defensa española y va a traer consigo no sólo un Arma Submarina renovada y con capacidades acordes al entorno estratégico actual, sino también un nuevo modelo de sostenimiento basado en una oficina de apoyo al ciclo de vida colaborativa entre la Armada y Navantia, que por primera vez asumirá la responsabilidad de autoridad técnica de diseño.
No obstante, la Armada tiene que pensar ya en el futuro. Para ello, el Estado Mayor de la Armada se encuentra trabajando en definir las capacidades que serán necesarias en el largo plazo. Entre estas capacidades se encontrará sin duda la siguiente clase de submarinos, la S-90.
Aventurarme a decir ahora cómo deberá ser ese submarino sería un ejercicio de prospectiva poco riguroso por mi parte, máxime teniendo en cuenta la trepidante evolución de la tecnología. Habrá que esperar al resultado de esos trabajos que acabamos de iniciar. No obstante, estoy convencido de que necesitaremos un submarino muy discreto, con mucha permanencia en la mar y con una capacidad de ataque a tierra muy potente y veremos cómo incorpora los vehículos autónomos a su panoplia de capacidades.
De lo que sí estoy seguro es que España ha realizado una enorme inversión en recursos financieros, tecnológicos, industriales y humanos para desarrollar la capacidad para diseñar y construir los S-80, y que esa capacidad industrial estratégica no debería perderse. Por ello, una vez en servicio el S-83, el primero de la serie con AIP, debemos hacer un esfuerzo de Estado para darlo a conocer en el mundo y exportarlo. Este sería el hito fundamental a partir del cual podríamos pensar en futuras generaciones de submarinos.
¿Qué nos puede decir de las capacidades que habrán de reportar las F-110 y el papel que desempeñarán en el futuro de la Armada?
Las fragatas de la nueva serie F-110 van a asegurar el mantenimiento de las capacidades navales de España mediante un buque multimisión, que cuenta con un índice de tecnología nacional sin precedentes. Será una plataforma que, como ya hizo la F-100, va a mantener a la Armada en la vanguardia de las marinas de guerra aliadas y, además, puede ser una excelente oportunidad para la industria de defensa española en el mercado internacional.
Un dato interesante es su nivel de nacionalización, por encima del 85%. Esto en sí mismo es ya una capacidad esencial, ya que supone avanzar a grandes pasos hacia una razonable autonomía estratégica, tal y como contempla la Directiva de Política de la Defensa. En este sentido, el lanzamiento en 2015 de una serie de programas de I+D+i está permitiendo a la industria nacional diseñar y fabricar equipos tecnológicamente muy avanzados y especialmente concebidos para permitir que estas fragatas tengan unas magníficas prestaciones.
La F-110 aportará numerosas novedades respecto a las unidades actualmente en servicio. Es un escolta multipropósito que tendrá una gran capacidad de guerra antisubmarina con un equipamiento de sónares de última generación, lo que permitirá potenciar una capacidad actualmente deficitaria en la Armada.
El buque dispondrá de capacidad de defensa antiaérea de 2 capas, como la F-100, corta y larga distancia, pero en esta ocasión basada en un radar multifunción de estado sólido y de última generación, así como artillería con munición de alcance extendido. Las F-110 también dispondrán de un espacio multimisión, que permitirá incrementar las capacidades del buque mediante el embarque de distintos módulos de misión, como operaciones especiales, medidas contraminas, combinaciones de vehículos remotamente pilotados y autónomos, mayor capacidad sanitaria, etc. Además, la implantación del gemelo digital, que realmente es la materialización de la transformación digital en la Flota, supondrá un salto cualitativo considerable en la eficacia y la eficiencia en el empleo de estos buques. El gemelo digital hará el ciclo de vida más sostenible mediante técnicas de mantenimiento predictivo, basadas en algoritmos de inteligencia artificial y Big Data, y confiamos en que con técnicas similares sea una valiosa ayuda a la decisión del comandante en cuestiones operativas.
¿Cómo trabaja la Armada para definir las futuras F-120 y qué nuevas capacidades deberán tener?
Como ya le he comentado, la Armada está ya trabajando en la definición de las capacidades futuras, en base a su experiencia y los posibles escenarios derivados de los estudios prospectivos que se están realizando. Para no volver a ser evasivo a su pregunta, haciendo un ejercicio de imaginación, diré que los futuros conflictos se decidirán con acciones rápidas, contundentes, cortas en duración y muy precisas. Por tanto, el buque del futuro, al que yo no llamo F-120, sino X-120, tendrá que ser decisivo en el combate. Para ello, tendrá que tomar decisiones vitales en poco tiempo, antes que el adversario, basadas en la superioridad en la información, superioridad que debe alimentarse de un exacto conocimiento del entorno y de su evolución, no solo en el buque, sino en los centros de mando alejados.
Esto requerirá comunicaciones seguras, capaces de transferir gran cantidad de información en tiempo real, que permita tomar decisiones de muy alto nivel con el auxilio de gemelos digitales muy avanzados, computación cuántica y otras ayudas a la decisión que probablemente ahora aún no existen.
Para ser decisivo en el combate, deberá disponer de sensores capaces de actuar en redes seguras, que hagan posible la integración de la información procedente de todos los elementos y su procesado con técnicas de inteligencia artificial, para llegar a obtener una imagen fiel de la situación. Podrá operar con absoluta naturalidad en estructuras operativas aliadas alejadas, aprovechando la nube táctica, en las que la hiperconectividad, la aplicación de la inteligencia en la comprensión del entorno y la capacidad de enfrentamiento cooperativo deberán marcar la diferencia.
También deberá disponer de sistemas de armas de una precisión, capacidad selectiva y resistencia a la intrusión que no permitan error. Posiblemente serán armas guiadas de muy largo alcance, con muy elevada velocidad y con capacidad de gestión remota durante toda su trayectoria. Asimismo, sabemos que el ámbito cognitivo se verá dañado si se producen bajas de personal, por lo que el buque deberá disponer de un gran abanico de sistemas autónomos o no tripulados que minimicen el riesgo para su dotación, que será más reducida que actualmente, pero de una elevadísima cualificación.
Dado que los periodos de crisis o tensión podrán alargarse mucho antes de llegar a la convencionalidad del conflicto, esta plataforma deberá disponer de una gran permanencia en zona, aislada y autoprotegida, con sistemas de producción y almacenamiento de energía innovadores, de alta capacidad y muy fiables y resilientes.
Precisamente para contribuir al desarrollo de tecnologías que puedan estar en servicio en la nueva generación de escoltas europeos, la Armada lanzó el proyecto PESCO 4E, acrónimo de Essential Elements of European Escorts. Este proyecto, ya aprobado y al que se han sumado como participantes Italia y Portugal, así como Holanda como observador, no pretende diseñar una plataforma concreta, sino identificar tecnologías que deban estar en servicio en los escoltas de la década de 2040 y desarrollar aplicaciones de utilidad.
¿Qué nos comenta acerca de la modernización de media vida de las fragatas F-100?
La primera fragata F-100 entró en servicio en el año 2002, por lo que en la actualidad están en la mitad de su ciclo de vida y algunos sistemas y equipos se encuentran desfasados u obsoletos. Por lo tanto, es necesario acometer una modernización para adaptar las capacidades del buque a los escenarios operativos del futuro. Pensamos que esta modernización debe extender la vida operativa de las F-100 hasta la década de 2040.
Ya hemos realizado unos estudios iniciales para identificar sobre qué sistemas debemos actuar, que afectan tanto al sistema de combate como a la plataforma. En lo que se refiere al sistema de combate, buscamos alcanzar la máxima comunalidad posible y razonable con los sistemas desarrollados para la F-110. Esta aproximación aprovecha lo avanzado en la F-110 y debe permitir ahorros en la modernización y también en el sostenimiento de estos elementos a lo largo de su ciclo de vida. Esta actualización tiene también el objetivo de permitir el empleo del nuevo armamento que estará en servicio con la F-110.
En cuanto a la plataforma, nos centraremos sobre todo en equipos auxiliares y en aquellas actuaciones que permitan mejorar las condiciones de vida de la dotación. Para la Armada es un programa prioritario, que esperamos poder lanzar pronto. El primer paso es el lanzamiento de los estudios de detalle que definan con exactitud el alcance y el coste de la modernización. Para ello necesitaremos el apoyo de la industria nacional y de la Marina de Estados Unidos, tal y como ocurrió en la construcción de la F-100 y ocurre en la F-110.
¿Y sobre la sustitución de los buques hidrográficos y, más a largo plazo, del Hespérides?
Como sabe, la responsabilidad de la actualización cartográfica marina es exclusiva del Ministerio de Defensa y la viene ejerciendo la Armada desde el siglo XVIII. Esta responsabilidad es muy importante, ya que tiene que ver con la seguridad del tráfico marítimo, con las actividades de la náutica de recreo y, en definitiva, con la seguridad de la vida en la mar. La Armada dispone para esta función de equipos y sistemas tecnológicamente muy avanzados, pero operados desde plataformas muy antiguas, que necesitan ser reemplazadas lo antes posible.
A día de hoy, la Armada cuenta para ello con 2 buques hidrográficos, Malaspina, Tofiño y Antares, que entraron en servicio entre 1974 y 1975. El concepto de la flotilla hidrográfica futura contempla una combinación de lanchas hidrográficas transportables para trabajos en aguas interiores, portuarias y similares, 2 buques hidrográficos costeros que puedan hacerse cargo de trabajos dentro del mar territorial y 1 buque hidrográfico oceánico, que pueda contribuir a la actualización cartográfica nacional y realizar trabajos más específicos relacionados con la plataforma continental y la zona económica exclusiva; cuestiones ahora importantes, pero que estoy seguro cobrarán una relevancia aún mayor en el futuro, por la competencia creciente para la explotación de recursos marinos.
Aunque estamos trabajando en los hitos documentales de todas las plataformas, la prioridad y la urgencia es la de los buques hidrográficos costeros. El caso del Hespérides es diferente. Es un buque de investigación que maneja la Armada pero cuya actividad responde fundamentalmente a las necesidades del Ministerio de Ciencia e Innovación y de distintos organismos que dependen de él, como el Comité Polar o el CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas).
El Hespérides cuenta ya con 29 años de vida, por lo que algunos de sus equipos empiezan a estar obsoletos y la plataforma ha necesitado acciones de mantenimiento importantes en los últimos años. Por eso, la Armada lleva ya tiempo trabajando con ese Ministerio en la definición de las características principales que debería reunir el buque que lo sustituya. El lanzamiento del programa dependerá de los planes que tenga para ello el Ministerio de Ciencia e Innovación.
¿Qué planes existen para adquirir más patrulleros BAM y sustituir a los más antiguos?
Efectivamente, la Armada necesita reemplazar a sus patrulleros más antiguos, los 4 patrulleros de altura Clase Serviola y las 2 ex corbetas Clase Infanta Elena, que se encuentran en su último tercio de vida. El lanzamiento en la Unión Europea de los proyectos de cooperación estructurada PESCO y la posibilidad de financiar actividades industriales que los apoyen a través del European Defence Fund han ofrecido una oportunidad de cooperación entre marinas y empresas europeas para el desarrollo y renovación de capacidades, que tratamos de aprovechar.
Por ello, actualmente la Armada está inmersa en el proyecto PESCO European Patrol Corvette (EPC). Este proyecto está liderado por Italia y fue aprobado el pasado 12 de noviembre de 2019, contando también con la participación de Francia, Grecia y Portugal. Realmente nos incorporamos a este proyecto cuando ya estaba lanzado, pero hemos llegado a tiempo y confiamos en que tenga éxito. Esperamos obtener de él un buque de las características generales del BAM, pero más adaptado a los escenarios operativos actuales, con defensa de punto, armamento de mayor alcance y mayor capacidad de comunicaciones, mando y control.
¿Qué modernizaciones precisan los arsenales de la Armada para operar los navíos y submarinos de nueva generación?
La modernización de los arsenales es una necesidad ineludible y derivada, entre otras cosas, del proceso de digitalización de las cadenas de producción y suministro de las industrias y empresas con las que la Armada trabaja habitualmente. Además, es consecuente con el proceso de transformación digital que ha arrancado el Ministerio de Defensa, apoyado en los Fondos de Reconstrucción y Resiliencia. Nuestro objetivo lo hemos denominado Arsenal 4.0 e implica la actualización de los recursos con que deben contar los arsenales para mejorar los procesos de producción, aplicando tecnologías como el Internet de las cosas, la modelización y simulación, el Big Data, la robótica, la impresión 3D, la inteligencia artificial, el Blockchain o la realidad virtual y aumentada.
En este sentido, destaca la inversión orientada a la creación del gemelo digital, que ya he mencionado con la fragata F-110, y cuyo acceso desde los arsenales permitirá apoyar la monitorización y el análisis predictivo de las necesidades de mantenimiento de cada unidad, ejecutar tareas de ingeniería de ciclo de vida, mantener actualizada la configuración de cada buque, y establecer un sistema de trabajo colaborativo con astilleros, industria auxiliar y suministradores de repuestos, pertrechos y otros materiales. Además, es necesario que revisemos y definamos bien qué capacidades industriales y de gestión queremos en nuestros arsenales, y dotarlos de los equipos y sistemas adecuados para ellos.
¿En qué estado está la adquisición de los vehículos de combate anfibios protegidos AAV para la Infantería de Marina?
Los vehículos de asalto anfibio AAV son uno de los elementos que permiten el movimiento del buque a la playa en una operación anfibia. Los vehículos actuales llevan muchos años en servicio en la Armada y su disponibilidad operativa es baja, por la dificultad de disponer de repuestos y de hacer frente a sus obsolescencias.
Para ello, la Armada está estudiando las diferentes opciones disponibles, que podría ser la adquisición del mismo vehículo u otras que faciliten mantener la interoperabilidad con fuerzas de Infantería de Marina que han sido tradicionalmente nuestra referencia, como la de Estados Unidos, u otras con las que tenemos vínculos operativos, como la Marina italiana en el ámbito de la Fuerza Anfibia Hispano-Italiana, más conocida por sus siglas SIAF. Con los nuevos vehículos la Armada dará un paso más en la renovación de una Fuerza de Desembarco que proporcione una capacidad muy importante, distintiva y muy apreciada en cualquier Marina de Guerra.
La Armada tendrá la necesidad a corto/medio plazo de reemplazar sus 12 SH-60B, debido a las obsolescencias que van presentando sus equipos.
¿Cuándo se espera recibir los primeros helicópteros H135?
La adquisición de estos helicópteros está encuadrada en un programa conjunto entre el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Interior, mediante el que se van a obtener, en primera instancia, un total de 36 helicópteros H135 en una fase de 6 años; número que podrá ser ampliado a un total de 59 aeronaves en una segunda fase. Esperamos recibir las primeras de las 7 unidades de la Armada en el segundo semestre de 2023.
A partir de ahí se irán recibiendo el resto de helicópteros de forma escalonada hasta diciembre de 2025. Con el H135 la Armada dará un salto cualitativo muy relevante, al ser una plataforma mucho más capaz que el veterano Hughes 500, que tan buen servicio ha prestado durante sus 45 años de vida operativa. El H135 será un helicóptero que permitirá hacer frente a todas las necesidades de adiestramiento de la Flotilla de Aeronaves, y también facilitará mucho el adiestramiento básico de los buques con capacidad aérea.
¿Qué nos puede decir acerca de los helicópteros antisubmarinos que sustituyan a los SH-60B en las fragatas F-110?
Lo que les puedo decir es que la Armada tiene una urgente necesidad de reemplazar sus 12 helicópteros SH-60B debido a las obsolescencias que presentan sus equipos. Además, a día de hoy, la Armada es ya la única Marina del mundo que opera este helicóptero, por lo que su mantenimiento resulta cada vez más complicado. Este helicóptero constituye un sistema único con la fragata desde la que opera, tanto de la Clase Santa María como Álvaro de Bazán.
Esta circunstancia nos ha permitido disponer de una capacidad tremendamente eficaz desde finales de los años 80. En los escenarios operativos del futuro, que como he dicho estarán presididos por la tecnología y la digitalización, una capacidad actualizada, equivalente a la que proporciona el sistema formado por el SH-60B y la fragata desde la que opera, constituye en sí misma una ventaja táctica de primer orden, de la que es preciso disponer.
¿Qué papel jugarán los sistemas navales no tripulados en la Armada?
La Armada opera en la actualidad 3 sistemas: el Black Hornet, el Wasp y el Scan Eagle. Sin duda las ventajas que ofrecen estos sistemas han quedado patentes durante la participación de nuestros buques y unidades de Infantería de Marina en operaciones y ejercicios, especialmente el Scan Eagle en Irak y en la operación Atalanta.
Creo que el avance que se está experimentando en este sector nos hace vislumbrar un futuro en el que los sistemas tripulados de forma remota o autónomos, tendrán cada vez mayor peso específico en nuestras operaciones. Además, todo apunta a que la integración con las unidades de la Armada sea cada vez más sencilla, como es el caso de los RPA eléctricos, con los que ya estamos experimentando, y sus prestaciones sean cada vez mayores. En la actualidad se encuentran abiertas diferentes iniciativas para la adquisición de nuevos sistemas, tanto de forma conjunta como específica, y hay que destacar la capacidad innovadora de la industria española en esta área, como creo que quedó patente en FEINDEF. Además, desde la Armada estamos trabajando para promover una adecuación de la normativa vigente que permita una mayor flexibilidad en su empleo.
Nos encontramos en un periodo de transición hacia un futuro próximo en el que todos los buques y unidades de la Armada contarán con sistemas aéreos no tripulados propios, adaptados a las necesidades específicas de cada buque o unidad, que permitan su operación y mantenimiento orgánico, reduciendo la exposición de nuestro personal a situaciones de riesgo innecesarias y aumentando significativamente las capacidades de nuestras fuerzas desplegadas. También tenemos bastante clara la hoja de ruta a seguir.
Actualmente operamos bajo el procedimiento de un buque con un sistema no tripulado, que no está integrado en su sistema de combate. El siguiente paso será demostrar la capacidad para que un buque opere con varios sistemas de distintos dominios, integrados de alguna manera en su sistema de combate y eso es lo que nos gustaría hacer durante el ejercicio OTAN Dynamic Messenger 2022, que ya no será una demostración de sistemas, sino que tendrá su parte táctica. El siguiente salto cualitativo sería la integración de plataformas tripuladas, vehículos no tripulados y autónomos a nivel de fuerza operativa, pero para esto aún nos queda mucho que avanzar en la Armada.
¿Cuándo y cómo se concretará el relevo de los Harrier?
En la actualidad, la Armada dispone de 10 aviones AV-8B+. Estas aeronaves cuentan, como todo el mundo sabe, con la capacidad de despegue corto y toma vertical (STOVL), lo que les permite operar desde el Juan Carlos I y buques de características similares. Hasta el momento, y gracias al acuerdo que une a Estados Unidos, Italia y España en torno a esta aeronave, la Armada ha podido mantener la misma configuración que las demás naciones, por lo que el avión continúa siendo relevante en el escenario operativo actual.
Estados Unidos e Italia han iniciado el proceso de sustitución del Harrier por su único relevo posible, el F-35B, por lo que hacia 2028 la Armada será el único usuario de esta aeronave y perderá el apoyo para el sostenimiento que ahora tiene. Es posible que podamos mantenerlo en servicio en números reducidos algún tiempo más, pero no será mucho. Desde luego para la Armada disponer de aviones de combate embarcados es esencial para seguir siendo relevantes en el entorno aliado, al ser un elemento fundamental de nuestra capacidad de proyección del poder naval sobre tierra y una característica distintiva de nuestra capacidad expedicionaria. Por ello, la ambición de la Armada es reemplazar los Harrier a tiempo para conservar una capacidad única en nuestras Fuerzas Armadas, que lleva en servicio en España desde mediados de la década de 1970.