Como sabrán nuestros amables lectores, se acerca un tiempo, como cada año, donde se presenta ante el Congreso Nacional para su análisis, el borrador del denominado Proyecto de Ley de Presupuesto general del país para el próximo ejercicio., la llamada “Ley de Leyes”.
Para nosotros lo importante es lo referido a la cartera de Defensa, donde se anuncia y vislumbra una serie de requerimientos monetarios con el fin de llevar adelante proyectos de actualización de materiales, adquisición de algunos y un sinfín de necesidades perentorias no solo de las instituciones militares, sino de la Defensa en general. Los especialistas y los que no son tanto, prestan la debida atención a los diferentes ítems y allí comienzan las elucubraciones, los deseos y la fantasía de muchos.
Hace lustros que las sucesivas presentaciones presupuestarias, las proyectadas y las finalmente aprobadas, son un mero relato de un presupuesto fantasioso y como dicen algunos economistas, un mero dibujo. Nos encontramos con una amarga constatación, casi el 82% del presupuesto se utiliza para el sostén pecuniario del personal, los otros capítulos se fagocitan el otro porcentaje restante y queda muy poco para nuevas inversiones. Incluso en muchos presupuestos aprobados, finalmente no se adquirió el material solicitado, sino que hasta se transfirió los dineros aprobados a otros objetivos o se evaporaron, sin olvidar inflaciones galopantes que desestabilizan cualquier proyección.
Es la historia que se viene repitiendo hace años, para todos los gobiernos que han pasado desde los albores de los tiempos democráticos, de cualquier origen político, Argentina no tiene hipótesis de conflicto según rezan a pie juntillas y nunca hay un presupuesto acorde.
Semejante dislate, que ni siquiera se lo cree un niño, olvida que una porción importante del territorio nacional está en manos de un invasor extracontinental, o que las porosas fronteras nacionales son entrada fácil para bandas de narcotraficantes, o que grupos de contrabandistas están asolando vastas regiones limítrofes sin problema.
Cuando se creó la Gendarmería Nacional en 1938, lo fue porque se requería la acción de una fuerza militarizada que pusiera orden en desoladas zonas, muchas décadas después estamos cercanos al mismo problema. Ni vamos a mencionar el asunto de los “pueblos originarios”, que ya causan graves problemas en nuestro vecino Chile, amenazando extenderse cual mancha de aceite a las hermosas comarcas limitantes con la Cordillera patagónica.
Grupos supuestamente de origen araucano, pero cuyas oficinas representativas están en la rubicunda Londres, serán un problema y ocuparán las páginas de muchos medios. Ya nos ocuparemos de ellos, pero ahora la atención de medios de diferentes origines esta sobre la posible compra de unos monomotores chinos.
Ha causado atención la publicación de algunos proyectos en el borrador de presupuesto, como la solicitud de fondos para la adquisición de aviones de combate. Como ha pasado en numerosas presentaciones, siempre se ha pedido dinero, pero nunca aparecieron los verdes billetes. Mirage F-1, IAI Kfir y otros más, han figurado como alternativas para una Aeronáutica que va paso de sucumbir, pese a los patrióticos esfuerzos de sus integrantes.
Es que no conocen la política que todo lo puede, menos adquirir un sistema de defensa acorde a las necesidades de la octava nación del mundo en extensión, pletórica de recursos naturales y con un archivo no muy boyante.
Debemos entender que cualquier adquisición de equipo castrense es algo que va mucho más allá que una simple compra. La interrelación de muchos intereses es extrema y dificulta cualquier buena intención, conocemos la historia de compras que se cayeron por un simple llamado y no exageramos.
Para un país como Argentina, con escasos presupuestos, regulares o malas relaciones con gran parte del planeta y con una ingente deuda con organismos internacionales, no es fácil meterse de lleno en una compra importante y que podría ser un cambio rotundo frente a los tradicionales proveedores.
Se habla -otra vez- del conocido cazabombardero chino JF-17 Thunder, que fuera realizado para las fuerzas aéreas pakistaníes y que, por su adecuado precio y financiación, podría hacerse un lugar en una Fuerza Aérea cargada de gloria, pero sin aviones de combate.
Examinando las líneas del borrador presentado, se solicita una partida de casi 650 millones de dólares para el próximo ejercicio 2022, para efectuar la adquisición de una modesta docena de jets (diez monoplazas y dos biplazas) y un paquete logístico de sostén para los primeros tiempos. La exigua cantidad solicitado no permite una interrelación tecnológica y de suministros que lograra que FADEA o empresas tecno argentinas pudieran participación. Debemos acotar que los niveles inflacionarios del país llegan a datos muy distantes de las previsiones, las instituciones castrenses y en especial las aéreas, requieren de insumos y elementos dolarizados. El pasado presupuesto previo una inflación del 19% para este 2021 y los economistas prevén ya un cincuenta por ciento hacia fines del presente año.
Mientras la Fuerza Aérea pedía en su momento, por el avión coreano KAI F/A-50 y también se solicitaba una cifra similar al Congreso, la existencia de partes y piezas de origen británico en la aeronave, dio por tierra con el intento y parece que los obstáculos siempre son mayores que los esperados.
Haberle mojado la oreja en su momento en las gélidas aguas del Atlántico Sur a los británicos, es algo que no se olvida. Como buenos profesionales y guerreros que son, aprenden de sus errores y dificultan todo lo que pueden cualquier intención de rearme, algo también muy simple cuando en el mismo país del Plata se niega existencia de hipótesis de conflicto, han pasado casi al olvido las maniobras de grandes unidades de combate -tampoco hay plata para ellas- o cuando se realizan disminuidas, se avisa a todo el mundo tal cual kermese o circo que llega a un pueblo.
Lo delicado de una compra de armamentos es el choque de intereses y la política exterior que tiene cada país. Buenos Aires requiere de la buena voluntad y asistencia de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Club de Paris para oxigenar sus menguadas finanzas. Gastar en materiales bélicos y encima del gigante asiático, podría molestar a los capitostes de las finanzas mundiales, al fin y al cabo, Argentina es el primer deudor del FMI.
Tomar la decisión de comprar a un abastecedor complejo y diferente, como Pekín, significa, asimismo, realizar un alineamiento no previsto y que no es gratis. Además, los uniformados no han mostrado mucho interés en los equipos de ese origen, solo algunos elementos están en servicio en las Fuerzas Armadas.
El negocio de los chinos está en la explotación de recursos minerales, asegurar las cadenas de abastecimiento agrícola, el petróleo y gas, los puertos y su logística, el incipiente recurso del litio donde ya se han movido discretamente y rápido, las energías hidroeléctricas y las renovables, en fin…actividades donde han invertido ingentes sumas. La compra de una docena de jets no les mueve el amperímetro. Esta claro que, para una fuerza aérea empobrecida, todo lo que venga es conveniente, para los esforzados aviadores argentinos que vuelan solo en A4AR y en cantidad disminuyente para los próximos años, la sombra de la desaparición de la fuerza de combate no es una mala pesadilla, sino que podría ser una amarga realidad en tiempos no muy futuros.
Que el JF-17 Thunder este en las previsiones a solicitar para un crédito, no significa nada. Una y otra vez, el mundo político argentino ha bajado proyectos interesantes y no solo internacionales, también los de factura autóctona carecen de ayuda real y práctica, pese a la dialéctica de los funcionarios. Debemos entender que, si se prioriza la tecnología nacional, los proyectos no pueden eternizarse, deben terminarse en tiempos lógicos y que puedan servir a las fuerzas y no ser viejos o de pobres prestaciones para cuando salgan de un instituto de investigación, no daremos ejemplos por discreción, aunque son públicos.
Quizás, las evidencias de lo que ha ocurrido en tantos años, nos hace dudar de todo. Solo la consecución de algunos proyectos nos traería confianza y podría comenzar a revertir una balanza negativa que viene de muy lejos. (Luis Piñeiro)