Gibraltar también ha determinado que el portaaviones A-12 NAe São Paulo y el remolcador Alp Center, que lo transporta, tienen prohibido el acceso a sus aguas territoriales. Sin embargo, la prohibición no es suficiente para impedir que, entre al Mediterráneo, pues otros países controlan el paso, España y Marruecos, que tiene unos 15 km de ancho.
La asociación médica turca, que es una de las organizaciones en contra del envío del portaaviones al país, dijo que el São Paulo debería llegar a aguas territoriales turcas el 11 de septiembre. A pesar de la negativa del gobierno turco y de la convocatoria emitida por el IBAMA (Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables) para que la embarcación regrese a Brasil, al parecer él y el remolcador continúan su viaje rumbo a Europa.
Hay diversos informes sobre la cantidad de asbesto en el portaaviones, construido por Francia en la década de 1960 y que sirvió bajo el nombre de FS Foch hasta finales de la década de 1990. En 2005, el gobierno francés informó que la clase de portaaviones contenía entre 160 y 200 toneladas de amianto.
El Clemenceau, hermano del São Paulo, que fue desguazado en Reino Unido entre 2009 y 2010, tendría unas 760 toneladas de amianto extraída de su casco. Desarmado en 1997, el portaaviones fue vendido a una empresa española en 2003, que pretendía desmantelarlo también en Turquía, pero Francia canceló el acuerdo. Dos años después, el gobierno francés intentó llevarlo a la India, donde otro portaaviones brasileño, el Minas Gerais, fue desmantelado sin ningún cuidado.
El intento fue frustrado por Egipto, que impidió que el Clemenceau pasara por el Canal de Suez. Después de largas discusiones, Francia decidió recuperar el barco. En 2008, el portaaviones finalmente fue a Hartlepool, en el norte de Inglaterra, donde la empresa Able UK lo desguazó.
El IBAMA (Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables) decidió cancelar la autorización de exportación del portaaviones São Paulo a Turquía y determinó la devolución del buque a Brasil.
En una carta firmada por la coordinadora general de Gestión de Calidad Ambiental, Rosângela Maria Ribeiro Muniz, el Ibama dice que "la autorización emitida por el Ibama para este movimiento está suspendida, debiendo el exportador brasileño gestionar, por su cuenta, la devolución del buque a Brasil". Si la determinación no se cumple, dice el Ibama, el exportador de la nave está en riesgo de incurrir en el tráfico ilegal de residuos peligrosos. El barco fue exportado por Oceans Prime Offshore, representante marítimo de Sok en Brasil.
Turquía incluso emitió una autorización para la entrada del buque, pero la decisión impuso condiciones, como asegurar que el buque fuera inspeccionado antes de llegar, según las condiciones establecidas en el Convenio de Basilea. La empresa noruega Grieg Green, responsable de la inspección, admite, sin embargo, que no tuvo acceso a toda la estructura y que el trabajo se vio dificultado además por el limitado acceso a la documentación original del buque, dada su antigüedad.
El día 4, el Tribunal Federal de Río de Janeiro concedió una medida cautelar al Instituto São Paulo-Foch impidiendo la salida del buque. Al ser notificada, la Marina informó que la solicitud no podía ser aceptada porque el buque ya se encontraba en aguas internacionales.
Según la embajada turca, la entrada del barco al país depende de una segunda inspección bajo la supervisión de instituciones independientes y la entrega de un inventario de materiales peligrosos, con la ubicación exacta del asbesto y otros desechos.
Se abren varias opciones, entre las cuales, retornar a Brasil, a costa de la Marina de este país y quizá transformarse en un museo flotante, o buscar otros desguazaderos. (Javier Bonilla)