El C-130 Hercules, columna vertebral del transporte aéreo estratégico en Chile, ha cumplido 50 años en la Fuerza Aérea de este país. La flota de estas aeronaves, perfectamente sostenida dentro de la institución, es clave no sólo para la Fuerza Aérea de Chile, lo es para el país, siendo pieza fundamental en operaciones de toda índole al servicio de la población, como ha venido demostrando durante décadas en escenarios de toda índole. Es además, clave en el soporte a las operaciones científicas en la Antártida.
Un poco de historia
El 19 de mayo de 1972 la Fuerza Aérea recibió, en la empresa estadounidense Lockheed, ubicada en Marietta, Georgia, el primer avión, que aún se encuentra en servicio. El segundo lo haría el 18 de junio de 1973, y también se mantiene hasta hoy surcando los cielos de Chile y del mundo, transportando carga y pasajeros a lo largo de todo el territorio nacional continental, insular y antártico, apoyando a la comunidad y llevando ayuda a lugares afectados por emergencias y catástrofes.
Prototipo del C-130 en su primer vuelo, en California en Agosto de 1954.
El C-130H, el modelo de C-130 hasta hoy más ampliamente operado alrededor del mundo, tiene una longitud de 29,3 m, 11,9 m de alto y una envergadura de 39,7 m, con un compartimiento de carga de 12,5 m de largo, 3,1 m de ancho y 2,74 m de alto. Emplea cuatro motores Rolls Royce T56-A-15 de 4.591 caballos de fuerza, lo que le permite alcanzar los 318 nudos o 589 Km/h a 20.000 pies de altura, unos 6.000 m.
El Hércules “H” tiene una capacidad de carga de casi 20 toneladas o de 92 soldados totalmente equipados, pudiendo transportar una variedad de vehículos, ambulancias, camiones, helicópteros e incluso un F-16.
Desarrollo
El Hércules se desarrolló a comienzos de los años 50 y el prototipo voló por primera vez el 23 de agosto de 1954, este fue el primer avión de transporte militar a reacción, ya que, a pesar de tener hélices, estas son movidas por un motor a reacción.
Los primeros Hércules fueron los C-130A, a partir de 1959 se fabricó el modelo “B”, con una serie de mejoras y a partir de 1962 el C-130E con un diseño más maduro basado en miles de horas de vuelo de experiencia, especialmente en las operaciones en el sudeste asiático.
Sin embargo las mejoras continuaron y a partir de comienzos de los años 70 se empezó a producir el C-130H, aún en servicio en más de 60 países, incluso en los EE.UU donde la Fuerza Aérea y la Marina son los mayores operadores del mundo y quienes han extendido la vida útil de los C-130H hasta unos 20 años más. Desde comienzos de los 70 hasta fines de los 90 se produjeron más de 1.200 C-130H.
En 1998 hizo su primer vuelo el C-130J Super Hércules, un nuevo modelo que incorpora las tecnologías actuales. Un C-130J tiene hoy un costo que bordea los 100 millones de dólares, incluso más para algunas configuraciones avanzadas, siendo operado hoy por los EE.UU., junto con los “H”, así como por algunos países de Europa y Asia.
En los más de 65 años en servicio, se han fabricado más de 2.500 Hércules C-130 en varios modelos y en más de 70 versiones distintas, los que han sido operados por más de 70 países.
El C-130 Hercules en Chile
En Chile, fines de los años 60 y ante la necesidad de contar con un avión que fuera capaz de transportar grandes monovolúmenes como ambulancias y camiones, con pesos de hasta 20 toneladas, la Fuerza Aérea ordenó dos aviones del en ese tiempo nuevo modelo C-130H. Estos aviones se recibieron en 1972 y 1973 y fueron los únicos de este tipo en Chile por cerca de veinte años, sin embargo, a poco andar se hizo evidente la necesidad de contar con más C-130 que permitieran cumplir las múltiples misiones que de este avión se demandan.
Años más tarde, a comienzos de los 90, el Gobierno de los EE.UU. transfirió a Chile cuatro aviones C-130B, fabricados a principios de los años 60, estos aviones fueron de valiosa ayuda para la Fuerza Aérea y para la comunidad nacional, sin embargo, sus limitadas capacidades (menor carga útil en términos de peso que los C-130H) y las dificultades para soportarlos, dado que ya no eran operados por los EE.UU., hicieron compleja la tarea de mantenerlos, a pesar de las modificaciones y actualizaciones que la Fuerza Aérea les aplicó. Así tres de ellos fueron retirados a fines de los años 90 y el cuarto a comienzos del año 2021, iniciándose la búsqueda de más C-130H.
Pasaron los años y hacia 2011, Chile recibe una oferta de aviones KC-130R, designación naval de la versión del C-130H con capacidad de reabastecimiento en vuelo, que eran de inventario de la Marina de los EE.UU.
Luego de diversos procesos administrativos, la Fuerza Aérea recibió cuatro de estos aviones, algunos de los cuales se encontraban preservados en una Base Aérea en Arizona y otros volando en una Base Naval en Maryland, EE.UU., otros seis de los mismos aviones, todos los cuales estaban preservados en Arizona, fueron adquiridos por Japón y operan hoy en su aviación naval.
La preservación de un avión es un trabajo complejo que busca almacenar una aeronave en condiciones de devolverla al servicio cuando sea requerida. Ella parte con la definición del lugar en el que se va almacenar el avión, el que debe ser en un ambiente muy poco corrosivo y con un suelo de alta dureza, en el caso del Gobierno de los EE.UU., este lugar es la Base Aérea Davis-Monthan en Arizona, donde existe una organización de alrededor de seiscientos ingenieros y técnicos, dedicados a preparar y mantener la preservación de cerca de 4000 aeronaves militares, principalmente de las instituciones de la Defensa de ese país.
Estas aeronaves se encuentran en diferentes niveles de preservación, los que se asocian a diferentes niveles de cuidado y monitoreo de su condición, de manera de extender su vida útil y mantenerlos en condición de ser devueltos al servicio por los años que se requiera.
A medida que el Gobierno de los EE.UU. estima que una aeronave no será requerida en el futuro, van siendo retiradas de la condición de preservación y posteriormente desarmadas para reciclar sus materiales en diversas industrias, de manera de dar paso a otros arribos que requieran ser preservados.
Lo primero que se hace en el proceso de preservación, es reemplazar los líquidos que el avión normalmente emplea, combustible, líquido hidráulico y otros, por líquidos especiales de preservación, que permiten mantener los sistemas protegidos por largos períodos de tiempo, luego de las cuales, estos pueden ser removidos para volver a cargar los líquidos originales, reactivando los sistemas y preparando para poner en marcha y efectuar pruebas funcionales, iniciando así el proceso que lo llevará a retornar al servicio.
Luego los aviones son sellados externamente con varias capas de un revestimiento vinílico, lo que evita el ingreso de polvo, especialmente a los sistemas electrónicos y protege algunas áreas sensibles de los daños que produce el sol.
Este proceso se aplica periódicamente a diversos aviones, algunos de los cuales son preservados en espera de ser transferidos a otra rama o servicio del Gobierno de los EE.UU., para lo cual en muchos casos pasan algunos años en preservación hasta ser reactivados, devueltos al servicio y asignados a alguna unidad.
Es así como en el caso de los aviones que se encontraban preservados, la Fuerza Aérea de Chile trabajó con la Marina de los EE.UU. en el programa de puesta en servicio, el que consideró la de-preservación y pruebas en la misma base en Arizona, para luego ser trasladado en vuelo a otra Base de la USAF donde fue sometido a un completo mantenimiento mayor, donde se efectuó una revisión integral de la estructura y sistemas por parte de la Fuerza Aérea de los EE.UU., en un trabajo que tomó cerca de dos años y que incluyó una serie de mejoras, además de las revisiones y reemplazos programados.
Uno de los KC-130R en una misión de traslado de carga en el extranjero.
Estos cuatro aviones KC-130R entraron en servicio entre 2015 y 2016 e incrementaron significativamente las capacidades de Chile, pudiendo además de las misiones típicas del Hércules, reabastecer en vuelo aviones de combate como el F-5E de la FACH, o los estadounidenses F-18, como lo hicieron en el Ejercicio “Mobility Guardian 2019”, donde uno de estos aviones participó activamente cumpliendo misiones de traslado y lanzamiento de carga, evacuación de pacientes críticos, reabastecimiento en vuelo así como otras misiones tácticas y de respuesta ante emergencias y desastres.
En 2019, la Fuerza Aérea de los EE.UU. inició un programa de actualización de cabina, así como de otros sistemas, de su flota de C-130H, con lo que busca continuar operándolos por alrededor de 20 años más en conjunto con su creciente flota de C-130J. En este escenario, la USAF redujo su flota a alrededor de 180 aviones del modelo C-130H, lo que dio lugar a que ofreciera algunos de estos aviones a Chile, como a otros países, entre ellos Polonia, Colombia, Rumania y Jordania.
Es así como Chile se encuentra en proceso de recepción de tres C-130H, dos de estos aviones fueron recibidos en 2021 y un tercero está programado para fines del presente año, con lo cual planea mantener una flota de ocho C-130 del estándar “H”, con los que proyecta operar hasta al menos el año 2043.
Uno de los C-130 transferidos de los EE.UU. en 2021, hoy se encuentra en servicio con el Grupo de Aviación N 10.
¿Cómo llega Chile hasta el 2043 con el C-130H?
Los aviones militares no pueden ser vistos bajo la lógica de un automóvil, son sistemas complejos de alta versatilidad y elevado costo, por lo que los Estados buscan extender su vida útil y sus capacidades lo más posible, bajo una metodología que se denomina gestión del ciclo de vida, donde además de mantenerlos adecuadamente, es decir aplicar las revisiones programadas, reemplazo de componentes y solución de fallas imprevistas, se les va aplicando permanentemente mejoras de subsistemas y actualizaciones, que en muchos casos incluyen cambio de componentes estructurales, actualización de sistemas electrónicos, cambios de motor y todo lo que sea necesario para darles una nueva vida, mantener sus capacidades y continuar operando en forma segura, por muchos años.
Es así como algunos países están trabajando para extender la vida útil de algunos aviones militares hasta llegar incluso más allá de las ocho décadas en servicio, como es el caso del bombardero Boeing B-52, donde en Marzo pasado, el Brigadier General John Newberry, Oficial Ejecutivo del Programa de Bombarderos de la USAF, anunció que esa institución reemplazará los motores por un nuevo motor, actualizará el radar y las comunicaciones, así como otros sistemas de los B-52, para mantenerlo operacional por otros 20 o 30 años.
Ello es posible sólo si se ha aplicado un adecuado programa de mantenimiento y una buena gestión del ciclo de vida durante las décadas anteriores, atendiendo oportunamente los problemas de obsolescencia y realizando las mejoras que el material requiere periódicamente, con lo que normalmente, un avión con un extenso período de servicio habrá sido sometido a la mejora o cambio de la mayor parte de sus sistemas y componentes.
La Fuerza Aérea de Chile trabaja con esta misma lógica la “gestión del ciclo de vida” de su material aéreo, buscando mantener sus capacidades y evitar el impacto de la obsolescencia producida por el paso del tiempo y los cambios en la tecnología y normativa aeronáutica. En este sentido, pese a restricciones presupuestarias, la FACH hace significativos esfuerzos para mantener su flota actualizada y operando bajo los más altos estándares de seguridad.
Cada seis años, los Hércules son completamente desarmados en un proceso de inspección que dura a lo menos un año.
Cada seis años, los Hércules son completamente desarmados en un proceso de inspección que dura a lo menos un año, donde son reparados y sometidos a overhaul y mejora de sus múltiples sistemas y estructura. En la foto un C-130 FACH en instalaciones de ENAER en El Bosque. ENAER es uno de los doce centros de servicio autorizados por Lockheed Martin para el C-130H alrededor del mundo.
Es así como durante los últimos años, los C-130 chilenos han sido sometidos a varios programas de mejora y modernización, algunos de ellos de alcance muy acotado, como el reemplazo por obsolescencia de un instrumento o parte de un subsistema, hasta otros de mayor alcance, como dotarlos de una nueva cabina, que integre las nuevas tecnologías y cumpla con los requerimientos actuales de la autoridad aeronáutica internacional.
En 2010 los dos aviones originales fueron sometidos a una modificación integral de la cabina, llevándolos al concepto que se conoce como “glass cockpit” o cabina de vidrio, lo que no sólo involucró los paneles de instrumentos, sino también el reemplazo del todo el equipamiento de comunicaciones, navegación y el sistema de control de vuelo automático, agregando nuevas capacidades a estos aviones que ya acumulaban cerca de cuarenta años al servicio del país.
Estos trabajos se hicieron con la compañía canadiense Canadian Marconi y con mano de obra y apoyo de ingeniería de la Empresa Nacional de Aeronáutica (ENAER), ubicada en la Base Aérea El Bosque, en la comuna del mismo nombre. Esta modificación permitió llevar estos aviones al último estándar en sistemas de navegación, control de vuelo automático y comunicaciones, reduciendo la carga de trabajo de las tripulaciones de vuelo e incorporando nuevas funciones que expandieron sus capacidades.
Uno de los dos primeros C-130 chilenos, la cabina fue modernizada en Chile en 2011 por ENAER y la compañía Canadian Marconi Corporation.
Hoy la FACH está en espera de financiamiento para continuar con la modificación de cabina del resto de la flota, buscando acercarse a la estandarización que permitiría mejorar la disponibilidad y reducir los costos de mantenimiento.
Otro ejemplo de la gestión del ciclo de vida que los ingenieros y técnicos de la FACH llevan adelante periódicamente, fue el programa de mejora de ruedas y frenos, aplicado a partir de 2015, llevó tecnología actual a las ruedas, sistema de frenos y todo el sistema hidráulico asociado de los C-130, reemplazando los frenos multidisco de acero, por frenos de carbono, que incorporan la última tecnología en frenos, mejorando la eficiencia de frenado y permitiendo una operación de frenado más segura, además de reducir el tiempo de reemplazo de una rueda en un 80%, extender la vida de una rueda instalada en seis veces y distanciar los requisitos de overhaul en 8 veces, con todo lo que los costos de mantenimiento se reducen significativamente.
Chile es el único operador en América, después de la Fuerza Aérea y Marina de los EE.UU., en incorporar esta tecnología en sus C-130.
Además de múltiples otras mejoras menores, la FACH se encuentra hoy trabajando en el prototipo del programa de mejora del sistema de propulsión, que reemplaza las hélices metálicas que los Hércules emplean tradicionalmente, por hélices de ocho palas y de material compuesto, tal como se pudo ver en la pasada FIDAE 2022 en un avión de la Fuerza Aérea de los EE.UU. que asistió a esta muestra internacional.
Estas nuevas hélices, corresponden a una actualización que comenzó a desarrollarse hace alrededor de 20 años y que incorpora tecnología digital que mejora el desempeño, incrementa la potencia en velocidades bajas, reducen el ruido y las vibraciones, así como también los requisitos de mantenimiento, incrementando los niveles de disponibilidad, seguridad y reduciendo los costos de soporte.
La FACH espera que a fines de septiembre próximo vuele el primer C-130 chileno actualizado con las nuevas hélices. En los próximos meses, los cuatro primeros aviones debieran ser actualizados en instalaciones de ENAER en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez, con apoyo del fabricante, la compañía estadounidense Collins Aerospace.
El primer Hércules de la FACH en el programa de actualización de hélices en un hangar de ENAER
El primer Hércules de la FACH en el programa de actualización de hélices en un hangar de ENAER en el Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez. Se espera que vuelva al servicio en septiembre próximo.
Con los programas de actualización indicados, así como otros varios que se encuentran en evaluación y búsqueda de financiamiento, la FACH cree que puede extender la vida de los C-130 hasta las proximidades de la mitad del siglo, donde se deberá evaluar la situación y definir el futuro de este noble y longevo avión.
El protagonismo del C-130 en el quehacer nacional
El C-130 es conocido en el contexto mundial por ser uno de los aviones que mayor variedad de misiones es capaz de cubrir. La situación en Chile no es diferente, además del fundamental soporte logístico propio de la Fuerza Aérea y de la Defensa Nacional, moviendo carga y pasajeros a lo largo del país y alrededor del mundo, el Hércules cumple otras muchas misiones, como la respuesta ante emergencias y catástrofes, como también el vital sostén de la exploración antártica.
Desde marzo de 1980 los C-130 de la FACH mantienen el apoyo de vida de las bases antárticas chilenas a lo largo de todo el año y permanentemente apoyan a otros países que requieren evacuaciones o apoyo logístico.
Aviones Hércules de la FACH operando en los hielos de la Estación Polar Científica Conjunta Glaciar Unión, en las proximidades del polo sur.
También, todas las primaveras, los C-130 llevan lo necesario para activar y soportar las actividades científicas en la Estación Polar Científica Conjunta Glaciar Unión, operando desde una pista de hielo azul sobre un lago congelado en la profundad de la Antártica, a poco más de 1000 km del Polo Sur.
En otro ámbito totalmente distinto, durante la Pandemia del COVID-19 el C-130 no estuvo ajeno. Durante la crisis del Évola, que se produjo hace algunos años en Africa, la FACH desarrolló con sus equipos médicos, la capacidad de traslado de pacientes críticos altamente contagiosos, sin embargo afortunadamente esta capacidad no fue empleada en esa ocasión, pero permitió que la Fuerza Aérea pudiera reaccionar oportunamente poniendo a disposición los C-130 Hércules en apoyo a la comunidad y al sistema integrado de salud en la crisis del COVID-19, efectuando más de 260 traslados de pacientes críticos en una configuración que se asemejaba a unidad de cuidado intensivos y que permitió salvar cientos de vidas y aliviar el sistema sanitario nacional en tiempos de crisis.
También es común ver cómo, muchas veces, ante una catástrofe en el extranjero, los C-130 chilenos están normalmente entre los primeros en responder, llevando ayuda y medios en apoyo.
También en relación con las operaciones de paz en las que participa Chile alrededor del mundo, haciendo uso de la comodidad y rapidez de carga que permite su diseño, el C-130 siempre ha estado presente, en Kuwait en 1991, en Irak en 1994 y en Haití en 2003, trasladando personal y medios, muchas veces con muy cortos tiempos de respuesta.
Un ejemplo de ello fue el soporte de las misiones de paz en Haití, donde el C-130 fue un componente crítico del soporte del transporte estratégico, trasladando tropas y medios en forma periódica desde 2003 hasta el retiro de las fuerzas de Chile en 2017, donde volvió a ser componente clave en el traslado a Chile de los diversos medios, tanto humanos como materiales desplegados en esa isla.
El C-130H en América
La región cuenta hoy con alrededor de medio centenar de C-130H Hércules, los que han operado en 11 países con varios modelos desde el C-130A, haciendo de estos el eje de la capacidad de transporte de grandes volúmenes en sus respectivos países.
Hoy algunos de los operadores del C-130H en Latinoamérica son Brasil, que recibió sus primeros C-130E en 1964, agregando años más tarde el C-130H, del cual llegó contra con más de 20 unidades, algunos de ellos de la versión de reabasteciento en vuelo KC-130.
Argentina, que ha operado estos aviones desde el modelo E de fines de los 60, contando hoy con varios C-130H y KC-130H.
Colombia, que recientemente incrementó su flota con 3 aviones C-130H recibidos desde la USAF, similares a los recibidos en 2021 por Chile. Colombia ha operado C-130 desde fines de los años 60, siendo uno de los operadores con más experiencia en la región.
Por otro lado, Uruguay, recientemente reemplazó los dos C-130B que mantenía activos, de los 3 que recibió de los EE.UU. a comienzos de los 90, por dos KC-130H adquiridos a España, quien retiró los C-130 para dar paso a los nuevos Airbus A-400M.
También Perú, ha operado una variedad de versiones del C-130 desde comienzos de los 70, y hace algunos meses también ha adquirido otros dos KC-130H a España. Además de los indicados, otros operadores de este avión en la región son Ecuador, México y Venezuela.
También en América, además de Canadá, que opera el Hércules desde los años 60, se encuentran los mayores operadores a nivel mundial, que son la Fuerza Aérea de los EE.UU. y la Marina del mismo país, ambos han programado continuar operando los C-130H o equivalentes hasta alrededor de 2040. De ellos, la USAF ha contratado la actualización de cabina de 176 C-130H, habiendo completado hace algunos meses el primer prototipo, lo que sumado a otros programas de actualizaciones y mejoras en su flota, le permitirán mantener un número algo menor a 200 de estos aviones en servicio por las próximas décadas.
A comienzos de 2022 la USAF llevaba acumuladas en el material C-130, desde 1955, más de 20 millones de horas de vuelo, habiendo empleado los C-130 en el más diverso espectro de misiones, muchas de ellas en operaciones de combate, como de respuesta ante emergencias y desastres, todo con un alto estándar de seguridad.