La extensa zona fronteriza argentina que limita con Bolivia, Paraguay y Brasil preocupa a las autoridades nacionales por el incremento del narcotráfico y las constantes violaciones del espacio aéreo de pequeños aviones que transportan cocaína. La mayoría de las drogas entran al país, no obstante, por vía terrestre y circulan hacia las grandes ciudades por rutas convencionales e incluso barcazas que aprovechan la existencia de la denominada Hidrovia, que es nada mas y nada menos que el río Paraná, que desemboca en el Río de La Plata, donde la droga transportada en buques viaja hacia Europa.
Este creciente movimiento alarma al actual gobierno de Mauricio Macri, que quiere que el combate contra este flagelo sea prioritario en su administración, tomando medidas al respecto que marcan una fuerte diferencia con respecto al gobierno anterior, que mo prestó demasiada importancia al asunto.
Aunque la Fuerza Aérea Argentina opera en el sector Norte del país de forma continua desde 2007, con sus escuadrones aeromóviles de aviones IA-58 Pucara en permanencia, y con la colaboración de las unidades de IA-63 Pampa y jets de ataque A-4AR y los míticos Mirage IIIE, hasta que dejaron de operar, no existe una legislación en Argentina sobre el derribo de aviones ilegales. Lo que se ha podido hacer hasta ahora es detectar a los intrusos, salir en su persecución y escoltarlos hasta la frontera o hasta que lleguen a tierra.
El establecimiento del llamado Operativo Fortín se realizó en el año 2007 e implica la integración al sistema de vigilancia y reconocimiento de los cielos nacionales, de los medios técnicos de la institución y también del Ejercito, que brinda sus radares Cardion y Ratac, en los sectores Noroeste y Noreste de la zona fronteriza.
No olvidemos que la Triple Frontera es un lugar sensible en el que tres naciones cruzan sus limites (Paraguay, Brasil y Argentina), donde existe un importante comercio, legal e ilegal, un movimiento de personas constante y en el que la misma DEA norteamericana indica la presencia de células terroristas, apoyándose en la gran migración árabe y del Medio Oriente existente.
A todas luces, un espacio imponente para vigilar que también alerta a Brasil, que ya desarrolla la Operación Ágata, que con miles de efectivos y material acorde intenta patrullar sus sectores de jurisdicción para impedir el movimiento de delincuentes y el comercio ilegal. En cambio Argentina opera con fuerzas militares solamente en misiones de apoyo logístico y patrulla, ya que no hay sustento legal para la participación de los medios castrenses y mucho menos para el derribo de una aeronave, aunque represente un peligro real.
Las patrullas militares se limitan a informar lo que ven a las fuerzas de seguridad o escoltar a un avión narco hasta su salida del país o hasta que aterrizaje por propia voluntad. Desde 2011 comenzaron a coordinarse todos los movimientos con el Ministerio de Seguridad, que estaba lanzando el denominado Escudo Norte, un operativo de similares intenciones pero hecho con las fuerza de la segunda.
La FAA interviene por medio de su sistema de radares posicionados en el norte de la nación, que ahora se ve potenciado con la instalación de radares RPA (Radar Primario Argentino), ingenios con capacidad 3D cuyo primer sistema fue instalado en la localidad de Las Lomitas, en la provincia de Formosa, compartiendo frontera con Paraguay, considerándose a este sector como uno de los mas calientes.
Se están instalando varios sistemas de detección que, junto a los del Ejército Argentino, permiten cerrar un anillo protector eficaz, aunque la falta de una legislación adecuada provoca que el resultado final sea bastante magro y decepcionante para el personal actuante. A diario, los radares, que recordemos son de fabricación nacional, demuestran sus aptitudes técnico-operacionales al detectar aviones ingresando a territorio argentino, evidentemente sin plan de vuelo ni autorización.
Rápidamente se produce la salida de una maquina de la FAA, cuyos pilotos se encuentran alistados en hangares de alerta, rumbo a los intrusos. Detectados e interceptados, se pone en marcha un protocolo que implica el llamado por radio e identificación (generalmente nadie responde) para luego acompañar al invasor hasta la frontera, sin poder detenerlo ya que no existe la llamada vulgarmente “Ley de Derribo” que podría permitir el cese de estas intrusiones, a diferencia de países como Perú y Brasil, que si actúan decididamente.
Una reforma es bien vista por el nuevo Poder Ejecutivo, aunque movimientos políticos de fuste y organizaciones sociales, muchas pagadas por el narcotráfico, cuestionan cualquier norma que provoque el derribo de una aeronave civil, aunque transporte drogas o armas. Lo cierto es que la participación de la FAA con sus medios es permanente y se han probado los nuevos sistemas radáricos, que han demostrado excelentes prestaciones y lo acertado de su proyecto y fabricación.
En cuanto a los medios aéreos, la asistencia económica del Ministerio de Seguridad y de Defensa para este operativo específico permite que el personal de la FAA opere en zonas inhóspitas y en constante alistamiento, mejorando su entrenamiento operacional.
Debido al incremento de la amenaza narco, deberían establecerse protocolos de seguridad para el personal actuante y para las instalaciones (sitios radar y hangares). Todavía no se ha tomado muy en serio la peligrosidad de los elementos del narcotráfico, cuyo poder monetario puede, y lo ha hecho, infiltrar a las fuerzas policiales, estableciendo un peligro real para el personal castrense y las instalaciones.
La adopción de medidas de contrainteligencia y de comunicaciones seguras serán las que provean seguridad al personal interviniente, todo dentro de la ley, como marco de la tarea del Fortín Norte. (Luis Piñeiro)
Fotografías:
·Deben facilitarse los medios economicos para que los radares funcionen y operen las 24 horas.
·El IA-58 Pucara realiza normalmente tareas en la operacion de custodia en el norte del pais.
·La guerra ya fue declarada un helicoptero de la GENDARMERIA NACIONAL derribado por un avion narco.
·Pucaras en sus hangaretes de alerta.