El 28 de diciembre el Mando de Sistemas Aeronavales de la Marina estadounidense (NAVAIR) adjudicó a la oficina conjunta de proyecto formada por Bell y Boeing un contrato de 15.674.000 dólares para el encargo de componentes con largo plazo de entrega para la fabricación y entrega de seis convertiplanos CMV-22 del lote 22 para la Marina estadounidense. El cincuenta por ciento del trabajo se desarrollará en las instalaciones de Boeing en Ridley Park, Pennsylvania y la otra mitad a partes iguales entre las plantas de Bell en Fort Worth y Amarillo, Texas. Las entregas están previstas para diciembre del año que viene.
De esta forma dará comienzo la producción de la nueva variante del convertiplano V-22 Osprey, la denominada CMV-22B que se encargará de mantener el suministro a los portaaviones estadounidenses, misión conocida como Carrier-On-Board Delivery o COD. La aeronave realizará el apoyo logístico de largo alcance a los grupos de combate de portaaviones (Carrier Strike Group o CSG), transportando personal, suministros, correo o motores de aeronaves. Realizará esta tarea desde las bases de la U.S. Navy hasta los portaaviones y los buques que los acompañan.
La nueva versión se deriva del MV-22B, la versión diseñada para la infantería de marina estadounidense para tareas de transporte de asalto y transporte desde los buques hasta la costa. Sin embargo incorporará tres cambios, un nuevo sistema de combustible que le permitirá aumentar su alcance, un equipo de radio de alta frecuencia de largo alcance y un sistema de audio para comunicarse con los pasajeros.
La principal modificación es la que se refiere al sistema de combustible que permitirá un mayor alcance, para ello se rediseñará el fuselaje, concretamente se agrandará la parte inferior de los costados, (conocidos como escalones del chasis inferior) que constituirá la única diferencia externa con el MV-22B. Además de las misiones COD o, se han determinado como misiones secundarias la recuperación de personal incluyendo Búsqueda y Rescate (SAR por sus siglas en inglés), y guerra especial, como la inserción de unidades de fuerzas especiales navales, los conocidos como SEALs.
En enero del año pasado la U.S. Navy anunció que sustituiría al veterano avión de transporte C-2A Greyhound por una versión del V-22. El Secretario de la Navy, Raymond Mabus, el Jefe de Operaciones Navales, almirante Jonathan Greenert y el general de marines Joseph Dunford firmaron un Memorandum of Understanding (MOU) para la compra de cuatro Ospreys al año a un precio de 68 millones de dólares cada uno.
Según ese MOU, estos doce Ospreys serán retirados de la línea de producción en la que se ensamblan los MV-22B de los marines y modificados para la Navy. Los marines se encargarán de la formación de los pilotos de la Navy dada su experiencia más dilatada con esta aeronave. En abril del año pasado la U.S. Navy aprovechó el evento Sea Air Space para anunciar que tiene planes para adquirir hasta 44 de estos nuevos Ospreys, cuya fabricación comenzará en 2018 que empezarán a ser entregados en 2020.
Una elección no exenta de polémica
La elección del Osprey como reemplazo del Greyhound no ha estado exenta de dudas y es que el viejo Greyhound es capaz de volar más rápido, más alto, tiene mayor alcance, su cabina de carga es mayor y además está presurizada. Sin embargo, la Navy considera que la capacidad del CMV-22B para aterrizar y despegar verticalmente compensa estas limitaciones, ya que lo empleará de manera diferente a la que se ha venido usando el Greyhound durante los últimos cincuenta años. Uno de los hándicaps para las misiones COD es la capacidad para transportar los motores de repuesto para los aviones de combate que operan a bordo de los portaaviones. El CMV-22B deberá ser capaz de poder transportar el motor F-135 del F-35.
En la actualidad los C-2A realizan vuelos desde la costa hasta los portaaviones donde descargan las mercancías y el personal y ahí se distribuyen mediante helicópteros hasta los buques del grupo de combate. La Navy considera que dada su capacidad de operación vertical, el Osprey podrá realizar los vuelos directamente entre la costa y estos buques, por lo que no será necesario transportar cargas mayores ni más pasaje.
Sin embargo el alcance y el espacio a bordo de un Greyhound triplican los de un Osprey y aún no se sabe con certeza si este será capaz de transportar en su interior los motores F-135, por lo que de tener que transportarlos a la eslinga, la peor aerodinámica reducirá la velocidad y el alcance. Estas limitaciones son más importantes aún si tenemos en cuenta las grandes distancias a las que se tendrá que enfrentar en el Pacífico, nuevo entorno principal de operaciones para la Navy.
Los más críticos con esta medida afirmaron entonces que esta decisión se había tomado solo para mantener la línea de producción del Osprey abierta mientras se confirmen los contratos de exportación. Los primeros países que se han interesado por él, Japón e Israel, no terminan de confirmar sus peticiones. (José Mª Navarro García)
Fotografía: Este será el aspecto del CMV-22B (Bell)