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Domingo, 7 de julio de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

El uso de trabucos de contrapeso en la actual guerra de Israel

El trabuco de contrapeso empleado por las FDI (captura video de Enmanuel Fabian)
El trabuco de contrapeso empleado por las FDI (captura video de Enmanuel Fabian)

En fechas recientes el conflicto que sostiene Israel contra las milicias armadas de Hamas en Gaza y Hezbolá en Líbano nos mostraba una imagen poco habitual. Las Fuerzas de Defensa de Israel, usuarias intensivas de los sistemas de armas más avanzados empleaban una máquina más propia de la Edad Media.

Los avances tecnológicos en el campo militar han sido constantes a lo largo de toda la Historia de la Humanidad, siendo en buena medida los responsables del progreso de la tecnología en sus distintos periodos históricos. Éstos se han tornado especialmente acusados durante las últimas décadas, tal y como está quedando en evidencia en los conflictos que actualmente se están librando, caso de la guerra Rusia-Ucrania o Israel-Palestina.

Pero, si bien, pudiera parecer que los avances tecnológicos han dado un salto cualitativo, con la introducción de los drones y la tecnología de última generación en los campos de batalla, recientemente unas imágenes captadas en la frontera del Líbano parecen retrotraernos a periodos pasados. En esta delimitación fronteriza la tensión entre Israel y el grupo chií Hezbolá no ha dejado de ir en aumento durante los últimos meses. Los intensos enfrentamientos librados han conducido a que en este escenario las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) hayan procedido a un despliegue de medios militares de consideración.

Junto a modernas tecnologías, destinadas a evitar las infiltraciones de fuerzas enemigas, las FDI han recurrido al empleo de recursos que parecen sacados de otra época. En unas recientes imágenes se pueden observar a soldados israelíes utilizando trabucos de contrapeso para el lanzamiento de proyectiles incendiarios sobre las posiciones de Hezbolá en la frontera de Líbano.

Con este tipo de proyectiles parece que se busca quemar la maleza que crece de forma abundante en toda la línea fronteriza. De este modo, se pretenden eliminar todos los elementos vegetales que puedan interferir en la línea de fuego procedente de las posiciones israelíes y que puedan ser utilizados por los enemigos durante cualquier maniobra de aproximación a las posiciones defensoras.

Esta estrategia resultaba sumamente habitual en los asedios de todos los periodos históricos, recurriendo los defensores de las fortalezas a la destrucción de todos los edificios y obstáculos próximos a los muros de la plaza susceptible de ser atacada y que pudieran servir de cobertura en cualquier operación de ataque sobre ella. 

Lanzamiento del proyectil incendiario (captura vídeo de Enmanuel Fabian)

Los trabucos de contrapeso

Vamos a tratar de comprender qué es y cómo funcionan esos trabucos de contrapeso que se han podido ver en las imágenes de la frontera Israel-Líbano. Precisamente, la invención de esta pieza de artillería se produjo en algún lugar de este espacio del este del Mediterráneo a lo largo de la primera mitad del siglo XII. Su origen se debió a la intensa actividad militar que se estaba desarrollando en torno a este territorio en el marco de las cruzadas.

En la región confluyeron en este momento histórico diferentes tradiciones militares: la bizantina (heredera directa del mundo grecorromano), la musulmana (que derivaba de los persas) y la que traían los cruzados europeos desde Occidente. Estas circunstancias propiciaron la creación del caldo de cultivo necesario para que las piezas de artillería utilizadas hasta ese momento evolucionaran.

Hasta entonces los ingenios para arrojar piedras utilizaban la tecnología de tracción manual. Basados en el principio de la palanca, en ellos un grupo de soldados tiraba desde las cuerdas situadas en un extremo, para liberar el proyectil que se situaba en el otro alojado dentro de una honda. Sin embargo, estas máquinas poseían una limitada potencia, dado que el número de soldados nunca podía ser numeroso.

Y también contaban con una escasa precisión, pues los operadores en ningún disparo ejercían la misma fuerza de impulso, lo que provocaba que su alcance variara ligeramente. Así pues, los proyectiles arrojados por ellas impactaban en diferentes lugares, lo que tenía como consecuencia que sus daños sobre las murallas fueran limitados (escaso tamaño de la piedra arrojada e impacto en puntos distintos).   

Si hacemos caso a la obra Al Tabsira del tratadista militar al–Tarsusi, al servicio de Saladino, los ingenieros musulmanes ya habían experimentado durante la centuria anterior con modelos muy rudimentarios de máquinas dotadas de contrapesos fijos. No obstante, el hecho de que su potencia fuera muy similar a las máquinas de tracción manual de mayor calibre, provocó que las nuevas creaciones quedaran como algo anecdótico, al no suponer una mejora significativa en cuanto a sus capacidades ofensivas.

Respecto a su funcionamiento, los trabucos de contrapeso operaban con el mismo principio que sus predecesoras de tracción manual. Pero, el equipo de hombres que tiraba de las cuerdas para impulsar el proyectil había sido sustituido por una caja rellena de tierra, arena o plomo.

El nuevo ingenio suponía una importante mejora, tanto en lo que a la potencia como a la precisión se refiere. Por un lado, incrementando el cajón de contrapeso se podía aumentar de forma considerable el tamaño del proyectil a arrojar. Y, por otro, al ejercer el contrapeso siempre la misma fuerza de impulso, si se recurría a proyectiles calibrados (estandarizados a peso), la precisión de los disparos era máxima.

Al no existir variables, pues la fuerza de impulso era la misma y el peso del proyectil era el mismo, todos los proyectiles impactaban en el mismo punto. De este modo, se lograba una precisión nunca vista hasta entonces, lo que permitía dañar las murallas, al impactar de forma continuada los bolaños sobre un mismo punto. 

A causa de la desaparición del equipo de cuerdas desde las que tiraban los soldados en las máquinas de tracción previas, se pudo dejar libre un espacio en el centro de la estructura de la máquina. En él se dispuso un surco de madera, por el que se desplazaba el proyectil, y destinado a actuar como guía para marcar la dirección que debía seguir el proyectil en su recorrido, de modo que se facilitaba el proceso de apuntado.

En función del tamaño del contrapeso empleado, el proyectil disparado por los modelos pesados de trabucos de contrapeso podía situarse entre los 200 y los 300 kilos, aunque algunos ejemplares descomunales tendrían capacidad para lanzar incluso de mayor tamaño. La potencia de estos nuevos ingenios permitía que pudieran ser disparados caballos muertos o cadáveres humanos, proporcionando una enorme versatilidad a la máquina y añadiendo la posibilidad del empleo de estas sustancias como armas biológicas. Para disparar proyectiles tan descomunales se requería que el cajón del contrapeso alcanzara el tamaño de una cabaña, superando incluso la decena de toneladas.

Un arma de contrapeso recreada por Rubén Sáez Abad en Trebuchet Park (autor)

Tres siglos de éxito

El último uso documentado del trabuco de contrapeso tuvo lugar en el asedio de Tenochtitlán (México) en 1521 por Hernán Cortés. Un veterano de las guerras de Italia, llamado Sotelo, dado lo atascadas que se encontraban las operaciones militares en un momento determinado, y ante la ausencia de piezas de artillería pesada, se ofreció a construir un trabuco de contrapeso para tratar de bombardear las posiciones enemigas y poder progresar hacia el corazón de la ciudad.

Sin embargo, la máquina que construyó estaba mal hecha y, al arrojar la piedra, ésta cayó sobre la propia máquina rompiéndola. Este fallido uso dejó en evidencia que esta tecnología ya estaba completamente en desuso y que se desconocían sus principios básicos de funcionamiento. Se había acabado la era de estas grandes máquinas, que llevaban más de dos siglos conviviendo con las piezas de artillería de pólvora.

Pero, durante tres siglos los trabucos de contrapeso habían constituido las mayores piezas de artillería de la Edad Media, transformando las concepciones militares existentes hasta ese momento. El elevado peso de los proyectiles que arrojaban les permitía dañar las murallas enemigas, hasta el punto de lograr abrir brecha en ellas, cambiando notablemente los principios que habían guiado la guerra de asedio hasta entonces.

En un momento, en el que la tecnología de última generación parece dominar los campos de batalla de forma inexorable, no deja de resultar paradigmático que se recurra al empleo de tecnologías con más de ocho siglos de existencia. No obstante, hace tan sólo unos pocos años también se pudo observar el uso de trabucos de contrapeso en la guerra de Siria.

Y hace más de un siglo, ya durante la Primera Guerra Mundial, fue muy común el uso de catapultas para arrojar proyectiles sobre las trincheras enemigas. En este tipo de guerra estática de posiciones, este tipo de tecnologías sí que resultaban de la máxima utilidad para evitar la exposición de los soldados al fuego enemigo.

Todos estos ejemplos nos demuestran que algunas soluciones del pasado siguen siendo válidas hoy en día como recursos militares, cuando se dan una serie de circunstancias propicias para su empleo. Estaremos muy atentos a lo que nos siguen deparando los conflictos que se están librando en la actualidad, pues seguro que nos ofrecerán nuevas sorpresas para los amantes de la Historia Militar. (Rubén Sáez Abad es Doctor en Historia por la Universidad Complutense, experto en poliorcética y responsable de Trebuchet Park el mayor parque de máquinas de asedio del mundo)

Otro de los trabucos de contrapeso recreados por Rubén Sáez Abad que se pueden ver en Trebuchet Park (autor)


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