En la segunda década del siglo XX, en una España reticente a olvidar su pasado colonial, se demandaba una reconsideración urgente en la forma de encarar la situación en el Protectorado en Marruecos; el llamado problema africano. El teniente coronel Millán-Astray presentaría una posible solución: la creación de un cuerpo profesional de soldados que, incluyendo el alistamiento de extranjeros, tuviese una clara vocación de vanguardia y una gran resilencia.
El fundador de La Legión no daría por finalizado su proyecto con este mero enunciado. Lejos de eso, su auténtica y genuina innovación sería la de dotarlo de su propia esencia, a través del Credo Legionario. Comenzaba entonces la etapa fundacional que, incluyendo a importantes personajes de la época, y el definitivo impulso de SM el Rey Alfonso XIII, iría perfilando este proyecto hasta culminarlo con el alistamiento del primer legionario el 20 de septiembre de 1920. Desde aquí, y hasta la pacificación del Protectorado, La Legión, asentada en sus convicciones, demostraría que su disociación del combate en vanguardia era imposible.
Tras estos años de reivindicación permanente en el campo de batalla, los legionarios afrontarían junto al resto de españoles un futuro convulso, que conduciría a la tragedia de la Guerra Civil española. Finalizada esta, La Legión entra en un proceso de reorganización y reducción. Una unidad acostumbrada a la vida en campaña pasa a los cuarteles, tiempo que aprovechará para convertirlos en modélicos y confortables. Y en este ejemplo de vida en convivencia; los poblados, granjas escuela y las academias, vertebrarían un esfuerzo ejemplar por reinsertar a los duros guerreros en la sociedad.
foto: Ametralladora pesada de 12,7 manejada por una dama legionaria.
La Legión no tardaría en acudir de nuevo al combate y lo haría en las tabaibas de los montes de Ifni y en las arenas del desierto sahariano. Iniciada la transición, la apertura política de una España ansiosa de abrirse al mundo obligaría a las Fuerzas Armadas a encarar grandes desafíos. Las transformaciones sociales que sacudieron a España lo hicieron también a una Legión que, con constancia, buscó una conexión con una sociedad algo indispuesta. Y ambas evolucionarían y encontrarían, progresivamente, vías de acercamiento. Bosnia-Herzegovina daría esa oportunidad.
EL COMIENZO
La aportación de observadores militares a la ONU en Angola, Namibia, y Centroamérica, entre ellos numerosos oficiales de la Legión, sería el prolegómeno de una incorporación progresiva de España a las misiones internacionales. A este primer impulso daría continuidad la participación española en la respuesta inmediata a la invasión de Kuwait, en agosto de 1990, y en la posterior operación Provide Comfort . Tras esos pasos en firme, asomaría bruscamente la tragedia de los Balcanes en 1991. Y lo haría en una Europa indecisa en cuanto a sus intereses y ambiciones. Aun así, España estaba decidida a continuar con su incorporación a la seguridad compartida. Era un camino de no retorno.
Mientras la Armada participaba en el control del embargo decretado por la ONU a los países de la antigua Yugoslavia; el 8 de noviembre de 1992 se incorporaba a la misión UNPROFOR (United Nations Protection Force) la primera Agrupación del Ejército de Tierra: la Táctica Málaga. Unidades legionarias de Melilla, Primer Tercio Gran Capitán; Ceuta, Segundo Tercio Duque de Alba; Fuerteventura, Tercer Tercio Don Juan de Austria; y Ronda, Cuarto Tercio Alejandro Farnesio; formarían, junto a otras unidades del Ejército, tanto ésta como su relevo, la Agrupación Táctica Canarias.
La integración de las unidades de apoyo no provenientes de La Legión, junto a la proyección de personal y medios, constituyeron las primeras dificultades a superar. Dificultades planteadas por una zona de operaciones donde la interacción con el elemento civil, la repercusión de las decisiones tomadas por los escalones más bajos y la aplicación de las reglas de enfrentamiento adquirían carácter fundamental. Y todo ello ante un esfuerzo colectivo inconmensurable por establecer destacamentos (Dracevo, Jablanica y Medugorje) y asegurar corredores humanitarios (ruta Neretva).
La actuación de La Legión tendría un reflejo inmediato en la preparación operativa de las unidades, mientras la profesionalización se mostraba como una solución a la complejidad de estos escenarios. Escenarios que demandaban más nivel de instrucción, experiencia y, como se demostró pronto, sacrificio en bajas. Bosnia-Herzegovina, en parte una rememoración de las operaciones realizadas durante la pacificación del Protectorado y en el Sahara español, recompensaría todo el esfuerzo realizado. La recepción de su SAR el Príncipe de Asturias en el puerto de Málaga a la Agrupación del mismo nombre fue seguida por la clamorosa bienvenida a la Agrupación Táctica Canarias por parte de SM el Rey Juan Carlos.
Esta última Agrupación había dejado diez muertos en los Balcanes, encabezados por el teniente Arturo Muñoz Castellanos, mientras toda España contenía la respiración y se estremecía al conocer las noticias a través de la televisión. El que un Rey recibiese a las fuerzas a su regreso era un hecho sin precedentes. La entrega a las agrupaciones de Cascos Azules de la ONU del premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional; y el reconocimiento implícito de toda una sociedad al esfuerzo de sus legionarios avisarían de un hecho que, junto al apoyo político, se convertiría en una realidad: La Legión había asegurado su pervivencia.
A PASO LEGIONARIO
Desde sus inicios el fundador de La Legión había impregnado de funcionalidad a todos los Espíritus del Credo Legionario, recordando permanentemente el fin último de su mística: el combate. El primer envite de La Legión en el escenario internacional había demostrado dos cosas. Una, la validez de su modelo; otra, el hecho de que cualquier reconocimiento social a los legionarios se basaría en su voluntad de ser siempre vanguardia. El impulso de esas primeras misiones de paz tuvo su continuidad con la extensión de la presencia española en los Balcanes, concretamente en Kosovo, Albania y Macedonia.
foto: Adiestramiento para desplegar en Irak.
Mientras, La Legión, en vanguardia, se erigía en un elemento clave en el proceso de cambio de las unidades del Ejército de Tierra. La creación de la Brigada de La Legión Rey Alfonso XIII, en agosto de 1995 vendría a asentar la imagen de una Legión que impulsaría una nueva evolución en su organización, disponiendo de una capacidad interarmas y una consecuente mayor disponibilidad para formar contingentes. En diciembre de 1996, la Brigada de La Legión se desplegaría en Bosnia-Herzegovina (Mostar) bajo mando de la OTAN (SFOR ); aportando simultáneamente un Grupo Táctico para desplegar en Albania bajo resolución de la ONU y el auspicio de la OSCE (Organización para la Cooperación y Seguridad Europea).
A las experiencias acumuladas en Bosnia-Herzegovina se acumulaban ahora otras nuevas, fruto de la variedad de misiones y la interacción con un elemento civil distinto.
El conflicto acontecido en Kosovo, que derivaría en los bombardeos de la OTAN en marzo de 1999, volvió a dar una oportunidad a La Legión, tras la decisión de España de aportar unidades a la Kosovo Force (KFOR), bajo mando OTAN. De nuevo a vanguardia, se desplegaría un contingente generado por la Brigada de La Legión, mientras la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión (BOEL) ponía su propia pica, en este caso en los Balcanes, al desplegar Patrullas de Reconocimiento en Profundidad (PRP) y equipos de inteligencia humana (HUMINT).
A este despliegue le sucedería el de dos contingentes más, en julio de 2000, y marzo de 2001 , dándose con posterioridad un hecho de especial trascendencia para La Legión: el despliegue de unidades de Ceuta y Melilla. Efectivamente, las unidades legionarias del Primer y Segundo Tercio, vinculadas estrechamente a sus misiones permanentes en las ciudades autónomas, habían contribuido notablemente a la conformación de los primeros agrupamientos legionarios con destino a Bosnia-Herzegovina. Su propia idiosincrasia; los fuertes lazos orgánicos entre sus componentes (acostumbrados a la vida austera fuera de la península); su experiencia en la integración del BMR en su instrucción diaria; y la naturaleza de las misiones permanentes desarrolladas en sus lugares de origen; todo ello las convirtió en unidades ideales para estos contingentes.
Su personal, al regresar a sus tercios, lo haría con otra mentalidad, enriquecida por nuevas experiencias, que forjaría la idea bivalente de guarnición y proyección. Esta evolución ayudaría a homogenizar la experiencia en operaciones en todas las unidades de La Legión, y enriquecer su modelo de liderazgo. El devenir querría que, en base al Segundo Tercio y al Primer Tercio, se formasen las agrupaciones tácticas Ciudad de Ceuta y Peñón de Velez, dando fin a la presencia de unidades legionarias en Bosnia-Herzegovina y Kosovo, respectivamente.
POR LAS CUATRO ESQUINAS DEL MUNDO
Dos hechos sacudirían al mundo en 2001, los atentados terroristas del 11 de septiembre y la posterior reacción estadounidense. España, tras las operaciones militares inmediatas en virtud de la invocación del Artículo V de la OTAN, se incorporaría a las operaciones militares de seguridad y reconstrucción de Irak (India Foxtrot) y Afganistán (ISAF ). Inicialmente, el apoyo a Irak se basó en el transporte de material humanitario a bordo de buques de la Armada. Una decisión posterior del Gobierno español permitiría incrementar este apoyo con el despliegue de la Brigada Plus Ultra I (Diwaniya y Nayaf) en agosto de 2003, aportando La Brigada de La Legión un Grupo Táctico.
La situación en la zona de despliegue se vería caracterizada por una escalada progresiva, que incluso justificaría el refuerzo de una compañía de La Legión a la Brigada Plus Ultra II, tras efectuar el relevo. Con posterioridad, en abril de 2004, el Gobierno español ordenaría el repliegue de las tropas de Irak. La Brigada Plus Ultra III, con una aportación española en base a la Brigada de la Legión se transformaría, apenas finalizado el relevo, en el Contingente de Apoyo al Repliegue (CONAPRE). Las patrullas en zona derivarían progresivamente, ante el hostigamiento diario a las tropas españolas, en acciones ofensivas para recuperar la iniciativa y el control. El repliegue finalizó en mayo de 2004 y se vería completado, con posterioridad, por la repatriación de todo el material a territorio nacional.
foto: La Plana Mayor de Mando de la X Bandera en Afganistán.
Frente a la temática reinante en el adiestramiento de nuestras unidades, tras los Balcanes, la misión India Foxtrot había constatado la importancia del combate convencional; de la cooperación interarmas; del uso de los helicópteros; de un mando y control cada vez más descentralizado; de la simultaneidad de acciones de distinta naturaleza ejecutadas por una misma unidad. Y Afganistán lo confirmaría. En agosto de 2003 la OTAN asume el mando de la misión ISAF en Afganistán. Posteriormente, en mayo de 2005, España toma el de la base de Herat, trasladando el centro de gravedad de su aportación al Oeste, a la provincia afgana de Bagdhis.
La creación de los PRT (Provincial Reconstruction Teams), en el marco de la operación ISAF, confirmaba el enfoque holístico de las operaciones de la OTAN en Afganistán, añadiéndose el apoyo al desarrollo de las fuerzas de seguridad afganas. La desvinculación necesaria de una población de la insurgencia planteaba una doble demanda. Por un lado, una sólida cooperación cívico-militar. Por otro, una seguridad efectiva que permitiese un desarrollo sostenible. Paralelamente, el apoyo a las fuerzas de seguridad afganas se realizaría a través de los equipos de mentorización, los llamados equipos operativos de asesoramiento y enlace (OMLT).
La Brigada de La Legión formaría la Agrupación Táctica Almería, siendo el tercer contingente operativo con unidades de combate desplegado en la misión ISAF, en febrero de 2006. La Legión, tras el despliegue de otras tres agrupaciones tácticas y cuatro OMLT, finalizaría en junio de 2012 su participación en la misión ISAF. Afganistán confirmaría algunas tendencias que se manifestaron en Irak. Mientras los espacios de actuación para nuestras unidades aumentaban y el terreno y el clima revalorizaba las unidades ligeras, paradójicamente tomaba más importancia la protección de los vehículos ante la amenaza de IED (Improvised Explosive Device).
El apoyo de los helicópteros, tanto desde el punto de vista logístico como de maniobra, junto a los denominados capacitadores, revalorizaba la importancia de disponer de capacidad autónoma en las pequeñas unidades, integrando apoyos de todo tipo, incluido el aéreo. Todo ello mientras que las exigencias al sistema de mando y a la precisión de los apoyos de fuego terrestres aumentaban. Por otro lado, el idioma inglés se consolidaba como una herramienta habitual de trabajo, incluso en los escalones más bajos. Las unidades legionarias, tradicionalmente vinculadas a la formación inicial de su recluta y remisas a perder su responsabilidad en este cometido, se habían mostrado sumamente aptas para la labor de mentorización desarrollada en Afganistán. Un tipo labor que se incorporaría, como complemento, a la acción exterior de organizaciones y países.
Mientras tanto, en 2006, a más de 6.000 km. de distancia de Afganistán, una UE más ambiciosa en cuestiones de defensa avisaba de su compromiso con la estabilidad de África. Y lo haría desplegando fuerzas militares (EUFOR) en apoyo a la misión de la ONU en la República Democrática del Congo. El GT (Grupo Táctico) Valenzuela, generado por unidades de la Brigada de La Legión, formaría parte de un despliegue que supondría un hito en la política común de seguridad y defensa europea. Posteriormente, y tras el prolegómeno de Afganistán, La Legión volvería a participar en labores de mentorización.
En 2013, tras la crisis desatada en ese país, la UE desplegaría la misión militar EUTM (European Union Training Mission) Mali para adiestrar a sus Fuerzas Armadas. La Brigada de La Legión aportaría unidades a dos contingentes , en 2013 y 2017. A su vez, en febrero de 2015, La Brigada de La Legión desplegaba en Irak (Besmayah) un equipo BPC (Building Partner Capability), en el marco de la operación Inherent Resolve . Este primer contingente enviado por España tenía la misión de adiestrar a las fuerzas de seguridad iraquíes, en su lucha contra el Daesh. La participación en la toma de Mosul, por parte de la Brigada iraquí adiestrada por este contingente, fue una constatación del trabajo de estos legionarios que tuvo su continuidad con el despliegue de un contingente más en noviembre de 2017.
UN PRESENTE CON FUTURO
En noviembre de 2019, dos contingentes fueron generados por la Brigada de La Legión. El primero, con su general al mando, se desplegaría en el Libano en la operación Libre Hidalgo bajo mando de UNIFIL (United Nations Interim Force). El segundo contingente lo haría en la EUTM Mali. La participación de España en el Libano se remonta a octubre de 2006. Nuestro país cooperaba así a materializar el esfuerzo de la comunidad internacional por estabilizar una de las fronteras más calientes de Oriente Próximo, entre Israel y el Líbano. Una vez más los legionarios, a vanguardia del Ejército de Tierra, se enfundarían su boina azul para fundamentalmente monitorizar la denominada Blue Line (línea de separación fronteriza entre ambos países), realizar operaciones de seguridad junto a las Fuerzas Armadas locales y apoyar su formación.
Desde ese año 2006 y hasta la fecha, cuatro contingentes han sido generados por la Brigada de La Legión, participando unidades del Segundo Tercio en la Brigada Líbano XVI, en febrero de 2012. En Mali, dos contingentes de La Legión habrán materializado en 2020 la aportación española militar a la misión EUFOR; mientras que unidades legionarias de la BOEL, en Afganistán e Irak, y del Segundo Tercio, en Irak, habrán contribuido a la estabilidad de esas zonas convulsas del Continente asiático.
En el año de su Centenario, por tanto, los Espíritus del Credo Legionario resuenan lejos de España y La Legión, a ritmo vertiginoso, sigue ocupando su sitio en el espacio estrecho de la vanguardia. Nunca el prestigio ganado, ni el sacrificio en forma de muertos han exonerado a La Legión de la necesidad de evolucionar para sobrevivir. Siempre en constante evolución, siempre en vanguardia, sus rasgos característicos, fortalecidos con los años a través de su mística, han sido puestos a prueba en combate. Sus Espíritus han demostrado no ser vana literatura, sino catalizadores de una naturaleza guerrera. La naturaleza de una Legión, de una amalgama de diferentes culturas, orígenes, y credos, que, con espíritu integrador, ha sabido ganarse su prestigio en el escenario internacional.
La aportación de la Legión a las operaciones militares internacionales ha sido indiscutible, como indiscutible ha sido la importancia de estas en su propia evolución hasta el momento presente. Hoy, cien años después de su fundación, y tras su designación como modelo de Brigada de Combate del futuro, en el marco del proyecto Fuerza 2035, La Legión sigue siendo parte fundamental de un deseo colectivo por evolucionar hacia el futuro. Y es ahora, más que nunca, asentada en sus valores y con el reconocimiento de la sociedad a la que sirve, cuando continúa ofreciendo su canto particular a la vida a través de su desprecio a la muerte. Ese canto que miles de legionarios han llevado hasta las últimas consecuencias y que encierra su mayor tesoro: su amor a España. (Teniente Coronel Rafael Sánchez-Barriga Marín)