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Sábado, 23 de noviembre de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Armada Española: del S-80 a la futura corbeta europea

 

La Armada española entra en un nuevo periodo de refuerzo de sus capacidades, una etapa con nombres propios, como el submarino S-80 Plus, la fragata F-110 y, a más largo plazo, la futura corbeta de patrulla europea o EPC (European Patrol Corvette).

Uno de los puntos más críticos de la capacidad de la Armada es su bajísima disposición de sumergibles, ya que actualmente sólo le restan en servicio 2 unidades de tipo S-70, lo que se traduce en que la Flotilla de Submarinos (FLOSUB) sólo podrá contar con 1 unidad. Estos buques no dejan de ser imprescindibles, no sólo para cualquier marina militar, sino para las estrategias globales de defensa de una nación moderna, en buena parte gracias a su capacidad de disuasión, de ataque a las líneas marítimas enemigas y de realizar operaciones encubiertas en las cada vez más numerosas zonas de conflicto gris, entre otras.

Tras pasar el programa de su desarrollo y construcción, que dirige la Dirección General de Armamento y Construcción (DGAM), unos años muy difíciles, ahora, tras algunos atrasos por la pandemia del COVID-19, lo previsto es que la empresa española Navantia ponga a flote el primero de la Clase S-80P (Plus) el próximo mes de marzo en su planta de Cartagena (Murcia). Estamos ante un medio internacionalmente designado como SSK (Hunter-Killer Submarine) de última generación, con capacidad oceánica de larga distancia, dotado de sensores y armas optimizados que también permiten su operación en el litoral.

Una de las características principales de la Clase S-80P es la de disponer de un revolucionario sistema de propulsión anaeróbico IAP (Air-Independent Propulsion) desarrollado por Navantia en colaboración con Abengoa y Collins Aerospace, denominado BEST, el cual consume bioetanol para generación de energía y permite la navegación en inmersión silenciosa, pudiendo permanecer sumergido hasta 3 semanas. Esto le hace muy apto para operaciones que requieren una alta discreción, como son las de inteligencia desde aguas internacionales y las de infiltración y exfiltración de unidades de operaciones especiales.

El S-80P es actualmente el único submarino de 3.000 ton. en construcción a nivel internacional y se encuentra en la gama más alta entre los convencionales, dotando a la Armada de un arma estratégica de muy altas capacidades. Como unidad polivalente, sus misiones principales serán la vigilancia litoral y oceánica, la recopilación y reconocimiento de inteligencia y la disuasión de cara a fuerzas navales hostiles.

Estas unidades pueden operar integradas en grupos de combate; están preparadas para la guerra anti superficie, o ASuW (Anti-Surface Warfare); y antisubmarina, o ASW (Anti Submarine Warfare), incorporanto sofisticados sistemas de torpedos pesados HWT (Heavy Weight Torpedos), misiles UGM-84 Harpoon y el minado de zonas estratégicas.

Proyección sobre tierra

En cuanto a la proyección del poder naval sobre tierra, dispone de la capacidad de lanzamiento de misiles de crucero Raytheon BGM-109 Tomahawk con posibilidad de ataque a tierra, o TLAM (Tomahawk Land Attack Missile), el apoyo y protección al despliegue de fuerzas desembarcadas y evacuación de personal civil. La falta de presupuestos y la política no posibilitará la deseada integración de este sistema de diseño y fabricación estadounidense.

El S-80P está adaptado para transportar un equipo de 8 personas de fuerzas de operaciones especiales con todo el material requerido por la Armada española,  en concreto para su unidad denominada FGNE (Fuerza de Guerra Naval Especial), que tiene sede en La Algameca (Cartagena). Ello evita  que estos profesionales tengan que ser transportados  en los pasillos, como ocurría en los anteriores de las series S-60 y S-70. El nuevo SSK cuenta con más de 6 estibas exteriores para diverso material específico para las misiones de infiltración, de las que 4 son resistentes a la presión exterior para material no sumergible (motores fueraborda, armamento, explosivos,…).

Para mantener las condiciones necesarias de discreción, autonomía, etc., se le ha dotado de diversas capacidades de despliegue cercano a la costa de los profesionales de la FGNE u otra fuerza de élite o personal. Además de las formas de despliegue clásico entre dos aguas (cubierta húmeda) o en navegación en superficie, el S-80P puede posarse en el fondo, lo que permite el despliegue de buceadores de combate, la espera en el mismo lugar durante la misión y la recuperación de los mismos de forma segura. 

Además de cumplir la misión, se busca que el tiempo de exposición durante las operaciones de infiltración y exfiltración sea mínimo. El uso de sistemas de minisubmarinos, o SEAL (Sea Air and Land) Delivery Vehicle (SDV), apenas expone a la nave a las defensas ASW enemigas, en comparación con las tradicionales capacidades de despliegue en superficie o de cubierta húmeda, tantas veces practicadas por el personal de la FGNE desde las antiguas series de submarinos de Navantia, los S-60 y los actuales S-70, a los que sustituirán los 4 S-80P de los que se dotará la Armada.

Ligado al programa de los submarinos, la Armada necesita dotarse de un nuevo navío de actividades subacuáticas, que tiene de momento la denominación de BAM-IS (Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática). El Ministerio de Defensa lanzó el programa en 2017, ante la necesidad de un buque de última generación de apoyo para operaciones de buceo y para el salvamento y rescate de submarinos, estando en ese momento previsto que entrara en servicio cuando se iniciasen las pruebas de mar del S-80.

Desgraciadamente, más allá de los estudios de diseño de este buque, que debería de reemplazar al veterano BSR (Buque de Salvamento y Rescate) Poseidón, realizado por Navantia, por parte del Ministerio de Defensa, últimamente no se han dado ningún paso, ni siquiera ningún anuncio sobre la puesta en marcha de este imprescindible sistema para respaldar con seguridad las pruebas de mar de los 4 S-80P.

Aguas de crisis

En este punto hay que mencionar que, ante la crisis económica generada por el COVID-19, que afectará especialmente a España, se prevén importantes recortes en el ámbito de la Defensa. El Almirante Jefe de Estado Mayor (AJEMA), máximo responsable de la Institución, el Almirante General Teodoro López Calderón, comentó el pasado mes de junio: “Entraremos en un periodo de gran escasez de recursos presupuestarios, especialmente  en lo que afecta al sostenimiento de nuestras unidades y con ello al adiestramiento y disponibilidad de la Flota”.

Lo que sí parece seguro, tras firmarse la orden de ejecución en abril de 2019, es la puesta en marcha del programa de las nuevas fragatas F-110. El plan prevé dotarse de 5 unidades, de las que ya se sabe que se han designado como Clase Bonifaz, que sustituirán a las 6 de la Clase Santa María, representando la disminución de 1 unidad. La Armada no llega ni al relevo de navío por navío de la década pasada, cuando se pudieron sustituir las 5 fragatas de la Clase Baleares por otras tantas del tipo F-100/105.

Los navíos de escolta son la base de la Armada, tanto para proteger nuestras amplias costas y vías comerciales, mayoritariamente marítimas, y atender a los continuos compromisos con la UE NAVFOR (Fuerza Naval Union Europea), en los que aporta principalmente buques a la operación Atalanta, pero especialmente con la OTAN. La Armada lleva años siendo uno de los pilares de las 2 flotas permanentes SNMG (Standing NATO Maritime Group) de la Alianza y, de hecho, desde julio de 2020 lidera la SNMG2.

Para materializar este último compromiso no se puede mandar un patrullero, aunque sea de los modernos BAM, sino que se necesita un navío de altas prestaciones en guerra naval convencional. Hay que recordar que la Armada contaba con hasta 6 corbetas de la Clase Descubierta, unos navíos pequeños de 1.640 ton. de desplazamiento, pero muy bien armados con todo tipo de sistemas ASW, ASuW e, incluso, antiaéreos, o AAW (Anti Aircraft Warfare), características por las que apodaban oficiosamente como Hormiga atómica, lo que no se puede decir de los BAM, con los que se las están sustituyendo.

Las futuras corbetas

Son unos modernos navíos, pero que se encargaron armados para afrontar misiones de guerra asimétrica y operaciones de seguridad como las que realizan en el Índico, encuadrados en la EU NAVFOR, pero que no se podrían utilizar en una guerra naval convencional. Ante esta necesidad, se hacía público a primeros de año que España se integraba en el Programa EPC, junto con otros 3 países de la UE y de la OTAN: Francia, Grecia e Italia.

Respecto a la parte industrial, en el caso español el programa es liderado por Navantia, como hizo público ésta tras la adhesión del Ministerio de Defensa de España al Programa. La otra gran novedad de este interesante proyecto es que forma parte de la Cooperación Estructural Permanente (PESCO) de la UE, lo que se traduce en la financiación del organismo de parte del Programa, especialmente en las criticas primeras fases de definición y desarrollo tecnológico del proyecto.

Será liderado, además de por Navantia, por la francesa Naval Group y la italiana Fincantieri (que lo harían conjuntamente bajo su empresa común Navaris), que se encuentra ya trabajando en las primeras fases de definición del proyecto, que dotará a las marinas de las 4 naciones de un navío de combate ligero de última generación. El buque que surja del EPC será una plataforma común y multimisión, que pueda ser utilizada por las marinas de los países participantes u otras ajenas, abriendo así un importante número de oportunidades de exportación en este importante mercado.

Así, hablamos de un navío de escolta de unas 3.000-3.100 ton. de desplazamiento, unos 110 m. de eslora y 5 de calado, totalmente modular, como todos los de última generación, un diseño altamente demandado, tanto en marinas de primer orden, como de menor presupuesto para el uso en el control de sus aguas marrones (costeras).

Con la participación de los ministerios de Defensa, el EPC cumpliría en el futuro con los requisitos para acceder a la importantísimo Fondo de Defensa Europeo, lo que permitiría consolidar financieramente el proyecto ante la crisis económica que ya está generando la pandemia del COVID 19. La Armada cuenta actualmente con 2 series de veteranos patrulleros de altura OPV (Offshore Patrol Vessel), como son las antiguas corbetas de la Clase Descubierta, de las que, tras transformarlas a patrulleros, sólo quedan 2 en servicio; y 4 de la Clase Serviola, que necesitarán el relevo por modernos navíos, como serán los EPC.

En ambos casos apenas se les ha modernizado últimamente, tras dotarles de un pequeño número de nuevos sensores. Dado que de momento estamos ante las fases iniciales del programa, no se sabe todavía cuántos de estos navíos encargará la Institución, pero sí que llenarían el hueco entre las futuras fragatas F-110 y los OPV del tipo Avante, o BAM. (Julio Maíz)

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