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Viernes, 13 de septiembre de 2024 Iniciar Sesión Suscríbase

Entrevistamos al jefe del Mando de Operaciones Especiales del Ejército de Tierra, general de brigada Francisco García-Almenta

General Francisco García-Almenta (foto MOE).
General Francisco García-Almenta (foto MOE).

Permanentemente listos para actuar en horas frente a cualquier contingencia dentro y fuera de España, hemos conversado con el general de brigada Francisco García-Almenta del momento que vive el Mando de Operaciones Especiales (MOE), de sus retos, lecciones aprendidas y material en dotación.

¿Nos puede dar una impresión del presente y el futuro del MOE?

Podemos considerar que el Mando de Operaciones Especiales ha alcanzado un grado adecuado de madurez. Ha sido un largo proceso que nos ha traído desde las compañías de Operaciones Especiales de la década de los sesenta hasta hoy en día. El Ejército de Tierra ha dedicado un importante esfuerzo en tener una estructura de Operaciones Especiales única en nuestras Fuerzas Armadas, moderna y capaz de generar organizaciones operativas complejas y completas.

Y lo que es más importante, dedicada exclusivamente a este cometido, sin segundas o terceras gorras que distraigan de su cometido principal. Respecto al futuro próximo, estamos en un momento apasionante. Hemos consolidado la estructura derivada de las ultimas adaptaciones orgánicas que nos han afectado y estamos en el proceso de completar el aumento de personal que ha supuesto, lo que nos deja en una inmejorable situación para enfrentarnos a los retos que se nos presenten.

¿Qué aporta el MOE a la defensa y seguridad española, tanto cara a los conflictos grises, como convencionales?

El Mando de Operaciones Especiales es una máquina bien engrasada, capaz no solo de generar equipos operativos para realizar todo tipo de operaciones especiales, sino también estructuras superiores, con sus medios de planeamiento, mando y control, inteligencia, apoyos de combate y de apoyo logístico al combate. Tenemos una larga experiencia de más de quince años generando estructuras de operaciones especiales, tanto para la OTAN (NRF) como para la UE (EU Battle Group), hasta el punto de que anualmente, durante el ejercicio Empecinado, realizamos la certificación OTAN de las unidades que van a estar en alto grado de disponibilidad durante el año siguiente. En concreto, durante el segundo semestre de este año y el primer semestre del año próximo proporcinaremos un Grupo Táctico de Operaciones Especiales (SOTG) a la Fuerza de Respuesta de OTAN (NRF). Además, unidades del MOE están permanentemente preparadas para actuar en un espacio de tiempo muy corto (horas) ante cualquier contingencia, tal y como se ha demostrado en las últimas operaciones en Kabul o Sudán.

¿Qué lecciones extraen del papel de unidades de operaciones especiales en recientes conflictos como los de Ucrania y Gaza?

Creo que se deben sacar muchas lecciones y en muchos ámbitos, especialmente del conflicto de Ucrania, que es el que mejor conocemos. La primera y fundamental es que se debe hacer un buen uso de este tipo de unidades. Son escasas y no son fáciles de reponer, ya que se tardan años en tener una unidad adecuadamente preparada. A mi me gusta definir a las unidades de operaciones especiales como solucionadores de problemas. Son unidades con una forma de planear diferente, muy centrada en solucionar un problema concreto y disponiendo de inteligencia precisa y que, por la alta preparación, las diferentes capacidades que aglutinan y su organización modular, son capaces de generar rapidamente una fuerza para realizar esa misión concreta.

Esa especial preparación y disponibilidad, esa modularidad y esa capacidad para actuar en pequeños nucleos aislados puede llevar en determinadas ocasiones a caer en la tentación de emplearlas para cometidos muy diversos, incluso como fuerza de choque, desgastándolas y no disponiendo después de nadie capaz de realizar operaciones especiales propiamente dichas.

Otra de las grandes lecciones aprendidas de estos últimos conflictos es la transformación del campo de batalla, la sensorización, la dificultad creciente de pasar desapercibido. Las operaciones especiales actuales y futuras deberán ser capaces de seguir realizando las misiones que hemos realizado en los últimos años, pero además deben ser capaces de operar en entornos mucho más complejos y contra adversarios más duros, con una tecnología similar a la nuestra.

El MOE cuenta con lanchas semirrígidas que gestiona su Equipo Operativo de Embarcaciones (foto Julio Maíz).

¿Qué destacaría, tras estos pocos años de andadura, de depender de la División San Marcial?

Todo cambio lleva un proceso de adaptación. El mundo de las operaciones especiales es bastante diferente del convencional, por lo que un cambio de dependencia siempre tiene un proceso en el cual hay que hacer ver esas diferencias. Una vez superado ese proceso inicial, depender de una misma unidad las diferentes fuerzas convencionales con capacidades muy específicas (unidades paracaidistas, tropas de montaña y FAMET) con las que habitualmente nos adiestramos, facilita las relaciones y la coordinación.

¿Cómo es el perfil del militar que se integra en el MOE?

El perfil del militar del MOE es el siguiente: Buen profesional, responsable, con iniciativa, discreto, inquieto, se toma muy en serio su preparación y estar permanentemente preparado para ser empleado, le atraen los retos, y, sobre todo, es capaz de formar equipo.

¿Se va a potenciar el armamento y equipamiento de las unidades de tiradores de élite del MOE?

En el momento actual de rápidos cambios tecnológicos no se debe descartar nada, pero siempre hay que distinguir entre aquello que supone un cambio o una mejora cualitativa y lo que es una moda. El material que tenemos, que se ha ido adquiriendo en los últimos años, con la incorporación del calibre 338 o de los G-28, es bueno, aunque siempre hay aspectos que se pueden mejorar en cuanto a visores o calculadores balísticos. No obstante, parece que en el futuro se puede producir un nuevo cambio de calibre que permitiría un aumento del alcance eficaz y de la precisión.

¿Con qué material en el campo de los UAS (Unmanned Aerial System) cuenta el MOE y cómo cree se debería potenciar esa capacidad?

Se dispone de varios tipos, desde los nano que pesan pocos gr., y más pensados para su uso en interiores durante unos pocos min., hasta otros que nos dan la capacidad de permanencia en el aire durante horas y mayores radios de acción. El campo de los UAS, y también de los sistemas remotos terrestres, está evolucionando mucho y a gran velocidad, por lo que se irán incorporando nuevos sistemas que nos aportarán nuevas capacidades. Respecto a la protección, es un problema identificado sobre el que hay numerosos desarrollos, pero en el que aún no existen soluciones definitivas.

¿Qué transformaciones necesita el MOE en C3 (Command, Control and Communications), guerra electrónica y otras tecnologías?

La capacidad para operar enfrentándote a un adversario tecnológicamente avanzado requiere la incorporación de nuevas capacidades. En ese aspecto, la guerra electrónica cobra un papel primordial, por lo que se deberá avanzar en este aspecto. También habrá que adaptar los medios de C3 para operar en ambientes degradados o en los que haya que luchar por el uso de espectro electromagnético, habrá que incorporar navegadores inerciales a los vehículos, etc. Respecto a otras tecnologías, todas aquellas relacionadas con evitar la detección y enmascarar nuestra presencia en un área serán importantes, así como aquellas que nos permitan batir objetivos con precisión de forma autónoma, o la incorporación de la inteligencia artificial, que permitirá el manejo de grandes volúmenes de datos y la mejora de herramientas de apoyo a la decisión.

Una de las armas más modernas que usa el MOE es el fusil de precisión HK G28 (foto Julio Maíz).

¿Qué nos comenta del hermanamiento del MOE con las Forces Spéciales de Terre (FST) francesas?

El hermanamiento con las FST lo que ha hecho ha sido formalizar una larga relación con las Operaciones Especiales del Ejército de Tierra francés, relación que viene de antes de que yo fuese teniente y que tradicionalmente ha sido magnífica. Para nosotros es importante. Nos permite intercambiar conocimientos, experiencias, tácticas, técnicas y procedimientos, hacer uso de sus instalaciones de adiestramiento, realizar ejercicios combinados. Las FST son una estructura muy potente, con mayores capacidades que las nuestras, incluyendo sus propias aeronaves y que, además, está incrementado estas capacidades.

¿Y sobre colaboraciones con otras fuerzas similares de Estados Unidos, Alemania, Italia…?

Las Operaciones Especiales en OTAN somos una gran familia, pero dentro de esa familia hay países con las que tienes una mayor relación y, en nuestro caso, es con Francia y con Estados Unidos. Pero también tenemos relaciones con otros muchos países, como Portugal, Italia, Alemania o Suiza, por mencionar algunos. Si no recuerdo mal, el año pasado realizamos ejercicios/colaboraciones con más de 16 países.

¿Qué nos dice de las operaciones internacionales, especialmente de la permanente en Irak?

Respecto a las operaciones internacionales, el MOE ha participado prácticamente en todas las operaciones en las que ha participado el ET, desde Bosnia hasta nuestros días. Actualmente tenemos permanentemente personal desplegado en Irak, proporcionando adiestramiento y mentorizacion a las operaciones especiales de ese país en su lucha contra el ISIS. Es una operación en la que llevamos ya varios años y que consideramos muy interesante y productiva y, que a lo largo de estos años, ha dado grandes frutos en la capacidad iraquí para mejorar su seguridad.

¿En qué futuros despliegues internacionales se prevé que participen?

El MOE siempre está preparado para generar las estructuras de Operaciones Especiales que se le requieran. Desde este verano proporcionaremos un SOTG terrestre para la NRF. A partir de ahí ya veremos lo que nos depara el futuro. Nosotros seguiremos preparándonos para afrontar las misiones que se nos encomienden, tanto en operaciones, como en las situaciones de crisis que puedan surgir.  (Julio Maíz)

El general de brigada Francisco García-Almenta

Nacido en Gijón en 1967, ingresó en la Academia General Militar en 1986, recibiendo su despacho de teniente de Infantería en 1991. Entre sus cursos militares destacan el de Mando de Unidades de Operaciones Especiales, Paracaidismo Apertura Manual, Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y Senior Course del NATO Defense College.

Ha ejercido el Mando en unidades de La Legión, Regulares y de Operaciones Especiales, siendo éstas últimas en las que más experiencia acumula, habiendo estado destinado en ellas en todos sus empleos, desde teniente hasta teniente coronel. Acumula años de experiencia en cuarteles generales, tanto en el CG del Mando de Operaciones Especiales como en el CG del Ejército de Tierra. Ha realizado diversas misiones internacionales, destacando las de OTAN en Bosnia y en Afganistán, así como en la Operación OIR en Irak.

 

 

 

 


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