¿Qué pasó con…? Grandes fracasos en los sistemas de armas
Revista Defensa nº500, diciembre 2019
Octavio Díez Cámara, 20 de diciembre de 2019
Los muchos años que llevo escribiendo de temas de defensa, y el análisis que da el largo plazo respecto a una determinada situación o tipología de producto, me han permitido conocer, de forma más o menos directa o indirecta, que en bastantes ocasiones los gobiernos en general y los ministerios de Defensa en particular avanzan con inversiones directas o indirectas hacia objetivos que al final no se consiguen o no son lo suficientemente rentables. En el caso español podríamos citar apuestas tecnológicas, como el prototipo del aerodeslizador VCA-36 de Chaconsa, en el que se invirtieron 2.500 millones de pesetas (15 millones de euros) y doce años de investigación, sin que se obtuviese un sistema operativo para la Armada; la modernización de 23 cazabombarderos Mirage III del Ejército del Aire que no se completó pese a haber invertido 6.156 millones de pesetas de los 23.500 millones presupuestados; la transformación de 1989 de 150 carros de combate AMX-30 del Ejército de Tierra (ET) a la versión EM2 equipada con SABBLIR (Santa Bárbara Blindaje Reactivo), que acabaron siendo retirados al poco de haber sido transformados; o la compra para las Fuerzas Armadas españolas del fusil de asalto CETME (Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales) L del 5,56x45 mm., que fue declarado reglamentario en 1987 y que por sus muchas deficiencias se decidió sustituir por el alemán Heckler & Koch (HK) G36, cuando aún no habían pasado diez años de su llegada a las unidades que lo tuvieron en servicio activo.
foto: Algunas naciones han...
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