La colaboración industrial en defensa no siempre es fácil en Europa. La búsqueda de economías de escala en programas cada vez más costosos y las necesidades surgidas en los conflictos recientes han puesto sobre la mesa la necesidad de dar un salto cualitativo en el área de carros de combate, un sistema de armas muchas veces enterrado que ha vuelto a convertirse en protagonista.
Esta situación surge con la mayoría de países europeos con programas de nuevos carros en marcha, básicamente evoluciones de los actuales. Para afrontar los nuevos retos hay que dar un paso más allá. Igual que el Futuro Sistema de Combate Aéreo (FCAS) supone un salto cualitativo en capacidades de próxima generación, al que se han subido Francia, Alemania, España y Bélgica, es necesario afrontar algo similar con su equivalente terrestre.
En 2017, España junto a Alemania fue promotor del FCAS, aunque no se sumó formalmente hasta 2020, cuando ya estaba en marcha la colaboración franco-germana. Nadie discute ahora la importancia de afrontar un sistema de combate aéreo de próxima generación y que la industria nacional se sumará a esa iniciativa.
De similar manera debería afrontarse esta situación en el plano terrestre, máxime cuando el Leopardo 2E del Ejército de Tierra ya ha superado la mitad de su vida operativa, que finaliza en 2035 o 2040, de ahí que se haya puesto en marcha un más que necesario programa de modernización. Para cuando llegue esa fecha su sustituto deberá estar listo para entrar en servicio, habiendo superado fases de estudio, ingeniería y realizado pruebas antes de iniciar la fabricación sin riesgos tecnológicos.
Aunque no se trata de un avión de combate, la creciente incorporación de tecnología en cualquier programa incrementa los plazos, coste y riesgos, de ahí que se debería avanzar con paso firme lo antes posible. Alemania y Francia tardaron muchos años en ponerse de acuerdo en el futuro carro MGCS (Main Ground Combat System), fusionando entre medias sus principales empresas la fabricación de carros de combate y con no pocos desencuentros por el reparto de la carga de trabajo.
En abril los ministros de Defensa de ambos firmaron un importante acuerdo tras la entrada de una firma francesa que equilibrara el reparto. Ahora se ha publicado la nueva convocatoria del Fondo Europeo de Defensa, que incluye 2 programas dotados con 40 millones de euros relacionados con la mejora de los carros de combate.
El MARTE (Main Armored Tank of Europe) lo lidera Alemania, con 47 actores, de ellos 6 españoles (Indra Sistemas, Escribano, Piedrafita Systems, Santa Bárbara Sistemas, Sapa y Sener Aeroespacial); y FMB Tech, Francia, con la española GMV entre los participantes.
El primero se centra más en la plataforma y el segundo más en los componentes tecnológicos, ambos contribuyen a mejorar el rendimiento operativo de los parques de tanques actuales y futuros, y no hay motivo para creer que se pone en peligro el programa MGCS, por el contrario, sus desarrollos tecnológicos deberían fluir finalmente hacia éste.
La participación de empresas españolas pone en valor sus capacidades, potencia la base industrial de la defensa e incrementa las posibilidades de entrar en un gran programa europeo. Con el FCAS se optó por un proveedor e integrador de sistemas como coordinador nacional, Indra, vertebrando una colaboración mucho mayor. Esta fórmula podría repetirse con el MGCS, incorporando socios sus 2 principales promotores y no sólo clientes que incrementen la escala del programa con pedidos.
Una propuesta industrial potente y coordinada con apoyo gubernamental es clave para que España se suba a ese futuro carro (de combate) europeo en las mejores condiciones.