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Guerra contra el coronavirus. La maldición de Sisifo

En abierto

SÍSIFO

Sísifo, hijo de Eolo y Enareta, fue rey de Corinto. Sísifo significa “astuto” y según Homero lo era y mucho. Este personaje tenía tal perspicacia y sagacidad que era capaz de desentrañar incluso los secretos de los dioses. Sin embargo, la aplicación en demasía de tales dones fue su perdición.

Según la mitología, Zeus, en uno de sus arrebatos amorosos, raptó a Egina, la bella hija de Asopo. El asolado padre la buscaba por tierra, mar y aire sin resultado alguno. El astuto rey de los corintios descubrió  al autor del rapto - nada más y nada menos que el todopoderoso Zeus – y el paradero de la pareja. Asopo, siguiendo las indicaciones de Sisifo, dio con el escondite donde se encontraban raptor y raptada.  Zeus, al verse descubierto huyó, quedando muy avergonzado e iracundo.

En cumplida venganza el dios del Olimpo decretó la muerte de Sisifo que dio con sus huesos en el inframundo donde además debería cumplir una eterna penitencia. El condenado no descansaría en paz hasta que consiguiese subir una pesada roca a la cima de un monte. Sin embargo, por mor de la maldición, cuando Sisifo estaba cerca de la cima, la roca, por esta o aquella razón, se le caía y rodaba pendiente abajo. El continuo esfuerzo de Sisifo no servía para nada pues la roca caía sin remisión en un bucle sinfín. En referencia al mito, hoy día hablamos de la “maldición de Sisifo” cuando queremos referirnos a un trabajo que se realiza una y otra vez sin obtener los resultados esperados y, a pesar de ello, seguimos repitiendo el absurdo e inútil ciclo (roca sube, roca baja). La “maldición de Sisifo” quiere enseñarnos que la obstinación contumaz en realizar acciones sin resultados solo conduce a la frustración y desesperación.

UN EJEMPLO DOMÉSTICO

Las Fuerzas Armadas están siendo empleadas – con no poco desgaste de personal y medios – en la desinfección de residencias de ancianos y albergues para las personas más necesitadas (los “sin techo”). Hemos de suponer que si la instalación se desinfecta es porque existe una razonable sospecha de que puede haber presencia de coronavirus. Sin embargo, la desinfección no va acompañada de un test a todas aquellas personas que, tras la desinfección, van a seguir habitando o frecuentando el recinto, tanto residentes (ancianos y alojados en los albergues) como personal laboral (geriatras, enfermeros, trabajadores sociales, seguridad, cocina, limpieza…). Si una sola de estas personas está infectada y no es identifica y aislada, el trabajo ha sido inútil. La maldición de Sisifo; al igual que la roca subía y caía, la instalación se desinfecta e infecta en un absurdo e improductivo ciclo. 

Sirva de muestra la noticia, que sobre este asunto, publica el digital Voz Populi con fecha 07 de abril: 

 

La residencia de mayores Virgen del Pilar, situada en Boadilla del Monte (Madrid), ha registrado este pasado fin de semana cinco fallecimientos "con sintomatología respiratoria", dos de ellos en el hospital y otros tres en la misma residencia. Efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) desinfectaron las instalaciones hace unos diez días.

 

“Una residencia de Madrid registra cinco muertes días después de ser desinfectada[1]

Voz Populi (2020,  de abril)

(El subrayado negrita es nuestro)

 

(1) https://www.vozpopuli.com/economia-y-finanzas/residencia-madrid-muertos-desinfeccion-ume_0_1343566842.html

Este caso, que no es el único ni mucho menos, demuestra que el trabajo resultó inútil. Desinfectar una instalación para que vuelvan a usarla los presuntos infectados constituye un verdadero homenaje a Sisifo. Las actuaciones de la UME son muy loables y meritorias; pero, además de ser explotadas propagandísticamente (cuestión por la que tampoco hay que indignarse), deberían perseguir la obtención de resultados bajo criterios de eficiencia.  

LAS ODIOSAS COMPARACIONES
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, la famosa novela de Cervantes, amén de cumbre de la literatura universal es compendio de enseñanzas, sabiduría y buen consejo. En su segunda parte, capítulo I (“De lo que el cura y el barbero pasaron con don Quijote cerca de su enfermedad”), el caballero manchego decía al barbero: «¿es posible que vuestra merced no sabe que las comparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor, de hermosura a hermosura y de linaje a linaje son siempre odiosas y mal recebidas (sic)?». Pues a pesar de la quijotesca advertencia, no nos queda más remedio que hacer una comparación de la evolución de la pandemia en 

Corea del Sur y en España pues, aun a riesgo de que ésta resulte odiosa y mal recibida, creemos que, considerando las presentes circunstancias, es cuestión de necesidad.
Corea del Sur, por su notable éxito en la guerra contra el COVID-19, es frecuentemente citada como paradigma de acertadas decisiones y buenas prácticas. La atribución de este éxito no es caprichosa o por azar sino que está sólidamente cimentada – como más adelante se verá – en unas estadísticas que ya quisiéramos para nosotros. En este contexto no son pocos los que han comparado la evolución y tratamiento de la pandemia en Corea del Sur y en España. Parangón que, a priori, parece muy pertinente pues se pueden identificar varios parámetros en ambos países que, por su cercanía, establecen un marco de referencia bastante similar. A continuación incluimos un cuadro con algunos datos de interés.

DATO

ESPAÑA

COREA DEL SUR

NOTA

POBLACIÓN

(millones habitantes)

47,5

51,5

(A)

DENSIDAD

(habitantes/Km2)

93

507

(B)

PIB (PPA) per Cápita

(Dólares)

41 592

41 388

(C)

IDH

(valor / ranking)

0,893 / 25

0,906 / 22

(D)

 

(A) Número de habitantes muy similar, lo que establece una punto de partida análogo respecto a la teórica muestra.
(B) Mucha mayor densidad en Corea del Sur, dato que en principio propiciaría una mayor tasa de contagio.
(C) Renta por habitante prácticamente igual, o dicho en otras palabras, la disponibilidad de recursos financieros se supone parecida.
(D) El nivel de desarrollo es prácticamente el mismo por lo que, en principio, cabe deducir que la capacidad de reacción (servicios e infraestructuras) deberían ser similar.

El pasado sábado, cuatro de abril, leíamos en EDeconommíaDigital un artículo titulado “El milagro surcoreano contra el coronavirus que avergüenza a España”[1] donde se ofrecen algunos datos interesantes que, apelando a aquello de que una imagen vale más que mil palabras, hemos convertido en un ilustrativo gráfico.


Independientemente de que los datos sean totalmente exactos (dependen de las fuentes que se consulten) podemos afirmar que hace aproximadamente un mes (07MAR20) las cifras de España eran sensiblemente mejores que las de Corea del Sur (374 contagios frente a 6767 y tan solo 5 defunciones frente 44). Hace unos días (02ABR20) el panorama había cambiado ¡Y de qué manera! (102136 contagios y 9053 fallecidos en España frente a 9976 y 169 en Corea del Sur).

Resulta imposible y pretencioso sentar catedra sobre las claves de esta evolución espectacularmente diferente pero la mayoría de analistas coinciden en identificar una causa: TEST MÁSIVOS Y FIABLES.

Hacemos nuestras y suscribimos las opiniones y consideraciones que hemos extraído de algunos artículos. En primer lugar volvemos a hacer referencia al ya  citado “El milagro surcoreano contra el coronavirus que avergüenza a España” publicado en el EDeconomíaDigital.
 

TEST MÁSIVOS

Corea del Sur empezó a realizar test masivos de coronavirus desde el inicio de la infección, cosa que permitió aislar de forma rápida a los infectados frente a la infección. El país asiático realizaba una media de 15.000 test diarios para encontrar a los enfermos. España ha tenido problemas con la detección precoz de la enfermedad, puesto que los test rápidos han llegado tarde tras la polémica de las pruebas defectuosas que el gobierno compró a una empresa sin licencia de China.

 

 “El milagro surcoreano contra el coronavirus que avergüenza a España”[2]

EDeconomíaDigital (2020, 4 de abril)

(El subrayado negrita es nuestro)

Un segundo ejemplo lo encontramos en el artículo aparecido en ABC el 27 de marzo “Corea del Sur, ¿hacia el éxito en su lucha contra el coronavirus?” del cual transcribimos unos párrafos.

De entrada hay que destacar que el Gobierno coreano ha actuado dejando de lado todo cálculo político y se ha concentrado en combatir la pandemia. Tan pronto se detectaron los primeros casos, los servicios sanitarios empezaron a realizar pruebas en la población para identificar a las personas infectadas y proceder a aislarlas con el fin de evitar que pudiesen contagiar a otras.

El índice de pruebas en Corea es muy alto. Para darnos una idea, basta decir que al momento en que Corea había realizado 270.000 pruebas, o sea 5.200 por millón de habitantes, los Estados Unidos había hecho tan sólo 74 pruebas por millón de habitantes. Hasta el 23 de marzo había hecho un total de 338.036 de las cuales 315.447 dieron resultado negativo.

En cuanto se detectó en China el brote de coronavirus, el Centro Coreano para la Prevención y Control de Enfermedades (KCDC, por sus siglas en inglés) se puso manos a la obra para elaborar su propio test y en colaboración con el sector privado fue capaz de fabricar en número suficiente los kits de pruebas necesarios.

Corea además ha innovado en el método de aplicar las pruebas, lo que ha sido fundamental en el éxito que hasta el momento ha logrado. En la ciudad de Daegu, a 237 kilómetros al sureste de Seúl, donde se dio el primer foco del virus, se montaron una especie de laboratorios móviles donde las personas que sentían algunos de los síntomas de la enfermedad podían hacerse la prueba sin tener que bajarse de su coche. El método permitió hacer un mayor número de pruebas en menor tiempo y sin necesidad de hacer que la gente fuese a los hospitales, con la ventaja adicional de que el personal que realizaba las pruebas no tenía que cambiarse de ropa después de cada test, reduciendo así el riesgo de contagios.

“Corea del Sur ¿Hacia el éxito en la lucha contra el coronavirus?”[3]

ABC (2020, 27 de marzo)

(El subrayado negrita es nuestro)

[3] https://www.abc.es/sociedad/abci-corea-hacia-exito-lucha-contra-coronavirus-202003270225_noticia.html

Somos conscientes de que no hay una solución inmediata que dependa de un solo factor, pero podemos afirmar que la detección es un elemento clave que, en nuestro país, ha sido relegado a un trigésimo segundo plano. La razón principal apunta a la falta de apoyo a nuestra industria tecnológica. Estamos en una crisis global donde se impone una especie de “economía de guerra” en la que los países compiten por los recursos críticos (tests, respiradores, equipos de protección…) imponiendo limitaciones a la exportación de determinado material o incluso prohibiéndola; en algunos casos se han llegado a secuestrar partidas adquiridas por terceros (véase el caso de las mascarillas en Francia o los respiradores en Turquía).

Esta falta de apoyo algunas veces parece tornarse en desidia o negligencia pues, a través de diversas informaciones aparecidas en la prensa, hemos podido saber que hay empresas españolas que se han puesto manos a la obra y tienen capacidad para fabricar los tests moleculares, más conocidos como PCR (según parece los más fiables en la detección del virus). Al menos tenemos noticia de dos de estas empresas Pharmamar y Arquímea de cuya tecnología, a pesar de la emergencia, se está haciendo poco o ningún uso. Respecto a Pharmamar, el pasado 10 de marzo la web “redacción médica” publicaba el siguiente titular: “Coronavirus: los test de diagnóstico de Genómica, listos para todo el mundo”[4] que «obtuvieron el marcado CE que acredita que los tests cumplen los requisitos esenciales de la directiva europea sobre productos sanitarios para diagnóstico in vitro». Más recientemente en la web “defensa.com” pudimos leer una entrevista al CEO del grupo Arquimea en la que anunciaba el proyecto Alianza COVID-19 y, entre otras cosas, afirmaba «estamos poniendo en marcha un sistema para efectuar test de Coronavirus masivos, test de los buenos, de alta especificidad […] Tenemos la esperanza que la realización de una gran cantidad de pruebas contribuya a identificar  riesgos de contagio y a reducir las bajas en los grupos más vulnerables (ancianos, patologías previas…) y entre el personal que lucha en primera línea (Sanidad, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Fuerzas Armadas…)». [5]

Tal y como recogíamos en la ya mencionada noticia de ABC, Corea del Sur puso en marcha «laboratorios móviles» para efectuar «un mayor número de pruebas en menor tiempo y sin necesidad de hacer que la gente fuese a los hospitales». Salvo error u omisión solo la Junta de Galicia – por su cuenta y riesgo – se ha liado la manta a la cabeza y ha organizado un sistema (COVID-Auto) que por lo que sabemos está teniendo bastante éxito. “El “Covid-auto” gallego permite tener los resultados de la pruebas del coronavirus en tres horas”[6]. De momento, ni el gobierno central ni el resto de las autonomías han movido ficha en este sentido (o al menos viene pasando bastante desapercibido).

El éxito del modelo coreano también se basó en «elaborar su propio test y en colaboración con el sector privado fue capaz de fabricar en número suficiente los kits de pruebas necesarios». Sin embargo en España, la actitud de la Administración es bien distinta. Por una parte se busca fuera lo que se podría encontrar dentro, transfiriendo al exterior los cada vez más escasos recursos financieros de nuestra maltrecha economía y arriesgándose a recibir no pocas y muy desagradables sorpresas: tests que no funcionan, pedidos que no llegan o lo hacen con retraso por los trámites aduaneros, secuestros de partidas críticas... Por otra parte, en lugar de establecer un marco de cooperación para fomentar la innovación y la autonomía tecnológica (pagos diferidos, avales del Estado, financiación a través del mecenazgo…), la Administración envía mensajes intimidantes (intervención de empresas, incautaciones de material, sanciones administrativas…) que atemorizan al más osado de los emprendedores y paralizan cualquier iniciativa. Mientras tanto el dinero público se envía a China – paradójicamente al mismo lugar de donde vino el virus – y que sea lo que Dios quiera.

[4] https://www.redaccionmedica.com/secciones/industria/coronavirus-los-test-de-diagnostico-de-genomica-listos-para-todo-el-mundo-9705

[5] https://www.defensa.com/espana/arquimea-group-alma-mater-proyecto-alianza-covid-19

[6] https://www.lavanguardia.com/local/galicia/20200321/483386015/covid-auto-gallego-resultados-pruebas-coronavirus-tres-horas.html

 LA SITUACIÓN IRREAL

Respecto a los datos que acabamos de ofrecer (comparativa Corea del Sur versus España) hay que realizar alguna matización de importancia. Las cifras de las estadísticas han de ser puestas, como el coronavirus, en cuarentena (muy en particular en el caso de nuestro país). El número de contagios reales se presume mayor por dos razones.

La primera de carácter fáctico se basa en el hecho de que los tests no se realizan a toda la población y por tanto se sabe que existe un número de contagios – difícil de estimar – que no queda registrado en las estadísticas. Este hecho es muy relevante en España donde, de momento y salvo excepciones, solo se practican pruebas a aquellos enfermos que presentan síntomas graves; se estima, como veremos más adelante, que en nuestro país el número de infectados no computados - síntomas leves o asintomáticos – puede ser muy, pero que muy alto.

La segunda es de carácter estadístico y se basa en la inconsistencia entre tasas de contagio y de mortalidad. Partiendo de datos que anteriormente expusimos la tasa de mortalidad en Corea del Sur sería del 1,6 %, mientras que en España ascendería al 8,8 %. Esta diferencia no parece tener una justificación clínica, más bien parece que la disfunción viene causada por manejar datos sesgados. Los infectados (con síntomas leves o asintomáticos) que no se han hecho la prueba no computan por lo que, a la hora de hacer los cálculos, la tasa de mortalidad se “hincha” (un poco en Corea donde se han hecho muchos tests y mucho en España donde apenas se han efectuado). Según un estudio realizado en China – de momento el país donde más se ha investigado -, «la tasa de mortalidad de los casos confirmados de Covid-19 a nivel mundial es de un 1,38 por ciento y con los no confirmados la cifra bajaría hasta el 0,66 %»[7]. Si damos por buenos los datos de este estudio y hacemos algunos cálculos podemos inferir que, a fecha dos de abril, el número real de contagios en Corea del Sur debía rondar los 25.000 (oficialmente había 9976) y, atención, en España debíamos tener algo más de 1.350.000 infectados (oficialmente había  102.136).

Si la estimación anterior – 1.350.000 contagios – les parece preocupante, mejor que no sigan leyendo. “The Imperial College of Science, Technology and Medicine”, mas conocido como Imperial College of London (en adelane ICL), es una prestigiosa universidad británica que como su propio nombre indica se especializa en ciencia, tecnología y medicina. Es considerada una de las mejores universidades del mundo (número 9 del QS Global World Ranking) destacando por sus aportaciones en el campo de la investigación científica.

[7] https://www.mscbs.gob.es/en/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/documentos/20200404_ITCoronavirus.pdf 

Desde que estalló la crisis del COVID-19 el ICL constituyó una célula de seguimiento con sus mejores investigadores y técnicos. El ICL publica informes periódicos de un marcado carácter científico tanto por su contenido como por su metodología. Su penúltimo informe, el número 13, publicado el pasado 30 de marzo, se titula “Estimating the number of infections and the impact of non-pharmaceutical interventions on COVID-19 in 11 European countries”; que podemos traducir como “Estimación del número de infecciones e impacto de las intervenciones no farmacológicas del COVID-19 en 11 países europeos”. Como no podemos extendernos en justificar las conclusiones del informe remitimos al lector interesado a la página web[8] donde podrá consultar este y otros informes e indagar sobre cuestiones metodológicas. Del informe número 13, en lo que al presente artículo se refiere, nos interesa precisamente la estimación de infecciones que para nuestro país realiza el ICL y, a tal efecto, tomamos prestado el cuadro que a continuación adjuntamos.

[8] http://www.imperial.ac.uk/mrc-global-infectious-disease-analysis/covid-19/

Fuente: Imperial College of London[1] (2020, march, 30). “Estimating the number of infections and the impact of non-pharmaceutical interventions on COVID-19 in 11 European countries”. Page 6.

El informe concluye que España lidera con diferencia el ranking de contagios. El número de personas infectadas (muchas de ellas ya curadas e inmunizadas) se puede estimar en un 15% de la población (aproximadamente 7.125.000 personas). Pero además, como todo buen trabajo estadístico, establece un intervalo de probabilidad con un límite inferior del 3,7 % y superior del 41 %. En otras palabras en España, a fecha 28 de marzo, había habido un mínimo de 1.750.000 infecciones y un máximo de 19.475.000.

¿Malas noticias? Si pero depende…No queremos parecer frívolos pero, según algunos especialistas, ante la ausencia de vacunas la única solución posible y definitiva es la inmunización a través del contagio. Si ello es así – al mal tiempo buena cara –  España lleva recorrido, gracias a nuestra propia negligencia, un buen trecho del camino. Lo trágico ha sido que al recorrer ese trecho con excesiva rapidez y falta de previsión los pacientes más débiles no han podido ser atendidos debidamente y se han quedado en el camino.    

¿Y ahora qué? Pues volvemos a los tests. Pero en este caso otro tipo, los llamados tests serocológicos. Estas pruebas no detectan el virus pero si los anticuerpos IgM e IgG generados por su presencia. Si, como parece, hay un buen número de personal inmunizado (millones de personas según el estudio del ICL) hay que identificarlo. Una vez clasificado, el personal de bajo o nulo riesgo, debería ser liberado de su confinamiento y…¡a trabajar! (incluso en contacto con personal enfermo el riesgo sería mínimo). En segundo lugar, el conocimiento real de la situación permitiría el estudio de medidas más lógicas, productivas y eficientes que el confinamiento recursivo. Si la única medida es prorrogar el encierro, el resultado puede ser doblemente pernicioso, la mayor parte de la población acabará infectada e inmunizada y la mayor parte de nuestra economía acabará destrozada y enterrada.

 CONCLUSIONES

De lo hasta aquí dicho se pueden extraer una serie de conclusiones que a continuación resumimos.

1.    El confinamiento. Las sucesivas prórrogas al estado de alarma, imponiendo el estricto confinamiento de la población, probablemente acabarán con el coronavirus, lo malo es que no se sabe cuando. El confinamiento por sí solo no es la solución más idónea.

2.    La economía. El confinamiento puede acabar con el coronavirus pero, dependiendo del tiempo, también lo hará con las posibilidades de subsistencia de muchas familias. La galopante carga social derivada de la parálisis económica puede llegar a ser de tal calado que ponga en peligro la estabilidad del propio Estado.

3.    La detección. La aplicación masiva de tests fiables (moleculares y/o serocológicos según los casos) es una medida absolutamente necesaria para controlar la epidemia y, una vez controlada, volver progresivamente al normal desarrollo de la actividad del país.

4.    La autonomía tecnológica. La Administración debe establecer un marco colaborativo con el sector privado al objeto de impulsar el desarrollo de proyectos nacionales que permitan controlar la epidemia y poner fin cuanto antes a un confinamiento que acabará afectando seriamente a la paz social.

UNA NUEVA ESTRATEGÍA

El confinamiento no es suficiente y no puede prolongarse sine die mediante las sucesivas prórrogas del estado de alarma. Convendría estudiar la viabilidad de alguna de las siguientes medidas.

A.   Protección a los grupos vulnerables y profesiones de mayor riesgo. Para ello, además del adecuado equipo, sería necesario identificar inmediatamente a los infectados para separarlos y aislarlos; todo ello al objeto de evitar mayores tasas de contagio.

B.   Reactivación de la economía. La parálisis generalizada no es viable ni siquiera en el corto plazo. Los trabajadores de las empresas que deban seguir en funcionamiento deben pasar el test inmediatamente y, en función del resultado, incorporarse a su puesto de trabajo. Una vez separados los infectados, la plantilla estaría “limpia” y, adoptando especiales medidas profilácticas, podría desarrollar una actividad “casi” normal. Este test podría hacerse periódico (por ejemplo con carácter quincenal) hasta que la epidemia se diese por erradicada. El coste de estas pruebas – incluso periódicas – sería, en cualquier caso, muy inferior a los costes derivados del cese de actividad. Además la carga que para el Estado representa la disminución de ingresos por cotizaciones y el aumento de subsidios de desempleo se vería muy aliviada.

C.   Punto de situación. En opinión de muchos analistas la situación real de contagiados y curados es una incógnita pues no se han hecho tests masivos (tan solo a los individuos que presentaban síntomas graves o a determinados grupos de riesgo). Para fundamentar decisiones tan graves como la prolongación del estado de alarma y, lo que es más importante, afinar las medidas que dicho estado debe contemplar sería necesario tener un conocimiento, siquiera aproximado, a la situación real. Para ello resulta necesario hacer tests de control, eligiendo muestras aleatorias de población representativas y de suficiente tamaño (tal y como se hace en las estadísticas de población o en los sondeos de opinión). Este muestreo permitiría obtener una aproximación realista al nivel de contagio y, en función del mismo, realizar la correspondiente prospectiva. Posiblemente la realización de estas muestras desvelaría no pocas sorpresas.
 

 

 


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