No se puede comprender el conflicto de Ucrania de forma aislada, como una cuestión nacionalista o de mera defensa de fronteras. Forma parte de una geoestrategia global que se está acelerando a pasos agigantados, que continuará en las próximas décadas y tendrá un resultado final incierto. Rusia lleva décadas incumpliendo todos sus acuerdos multilaterales, ha desplegado tropas en naciones de vieja influencia y mantiene relaciones cordiales con los países más autoritarios y despóticos del mundo.
Fue Moscú quien decidió instalar misiles con cabezas nucleares en Cuba en 1962 y en Alemania y Checoslovaquia en 1977, bien lejos de sus fronteras, contradiciendo los argumentos que ahora esgrime Putin. Al servicio de su ambición estratégica, ha creado una empresa, bajo la apariencia de privada, que es líder mundial en ciberdefensa y que está detrás de los miles de ciberataques que han producido en Occidente pérdidas billonarias.
Ahora también dispone de un ejército privado, Wagner, que tiene desplegados aviones de combate en Libia y maneja la seguridad y los recursos de numerosos países en África. No se puede decir que sea una política pacifista o defensiva. La razón de esta política no es otra que el objetivo estratégico de destruir a Occidente y lo que significa, porque ésta es la principal amenaza a sus regímenes totalitarios. No temen a las fuerzas convencionales o nucleares de la OTAN, ni a que ésta se extienda a sus fronteras.
Lo que temen es que Occidente y su cargamento de valores penetre en sus sociedades dinamitándolas. Ésta es la amenaza que pretende contrarrestar. Por eso necesitan dominar el mundo y sus recursos, para que Occidente sea derrotada y humillada. Pero, ¿Qué es Occidente para ser tan temido por los totalitarios? Putin, como antes Stalin o Nicolás II; y Xi Jinping, como antes Mao o la emperatriz Zishi, eran y son convencidos por diferentes razones de que sus países sólo pueden ser gobernados y prosperar con mano férrea, que la democracia y los derechos individuales los llevarían a su descomposición.
Sus sociedades, según sus salvadores, no están preparadas para disfrutar de los valores y principios occidentales y sería su final. Nunca en su historia han conocido estos pueblos la libertad, lo que les diferencia de las dictaduras en Occidente, sustentadas en la personalidad del dictador y que terminan en procesos de devolución de la soberanía al pueblo. China y Rusia son sistemas políticos autoritarios perpetuos, cualquiera que sea la ideología imperante, y tienen que evitar en su pueblo la tentación por la libertad, eliminándola de la faz de la Tierra.
¿Qué razones se esconden en esta progresión del autoritarismo en el mundo hasta amenazarnos ahora a todos con una guerra de consecuencias devastadoras? La razón no es otra que la propia transformación de Occidente. Occidente era Europa y sus ramificaciones, basada en una economía y tecnología más desarrollada, en la superioridad de la raza blanca y en una religión edificada para soportar este sistema. Hasta 1789, Occidente era la guía del mundo y a partir de este momento se inicia el proceso de democratización de las sociedades, como continuidad del modelo ilustrado.
Hasta la crisis de 1929, era, además, un sistema elitista en el que una minoritaria clase dominante controlaba los recursos del mundo y a cientos de millones de personas en los países colonizados, consideradas de segunda clase, sin derechos. La gran mayoría de la población de sus propios países era ajena al proceso político. El estado de bienestar fue la solución para que todos estos desheredados se adhirieran al sistema occidental, alejándose del fantasma del comunismo y del fascismo.
Quedaban asignaturas pendientes, como el racismo, la descolonización, la globalización, el feminismo y los movimientos de derechos civiles, que han ido transformando a Occidente, alejándolo todavía más de los modelos autoritarios. Sin embargo, desde la caída del muro de Berlín, vivimos en el hastío democrático. Los ciudadanos esperan que el estado les resuelva todos los problemas y necesidades, anteponiéndose esta necesidad a los principios que inspiran nuestro modelo de sociedad libre e individualista.
La corrupción ha alejado a grandes masas de la población de la política, a la que ven como un enemigo de sus intereses. La partidocracia, y no la meritocracia, ha llevado a que la mitad de la riqueza de Occidente sea gestionada por personas cuyo mérito es la adhesión a una organización y a un líder. La gente no ha permanecido inmune antes estos fenómenos y han conducido a que sean muchos los que claman por acabar con el sistema político y económico más exitoso de la historia de la humanidad, a pesar de sus imperfecciones.
La descristianización, las inmigraciones irregulares, el revisionismo histórico, el feminismo y la exaltación de hechos y valores que chocan contra principios morales que estaban muy arraigados, sobre todo en esa parte elitista, han puesto en solfa a Occidente. Muchos se afanan en importar modelos autoritarios que nos devuelvan a los principios que muchos creen abandonados. Es el miedo a esta enorme revolución social y económica lo que ha condicionado la aparición de estos movimientos de corte populista, autoritarios a izquierda y derecha, que son el unicornio intelectual de Putin en Occidente, como los partidos comunistas lo fueron durante la Guerra Fría.
Frente a esta realidad, Occidente sigue teniendo la superioridad enorme que otorgan los derechos individuales y la libre elección del gobierno, es decir el control del poder por los ciudadanos, que encuentra su origen en la carta Magna en 1215. En Occidente la soberanía y el poder reside en el pueblo y se sustenta en el respeto a la ley emanada de un consenso social. Su desarrollo social, económico, científico y ético es infinitamente superior y ésta es la amenaza.
Podemos estar divididos, pero lo que no se esperaba Putin es esta unanimidad frente a unas maniobras, es decir, la reacción colectiva de estar dispuestos a defender la libertad y la soberanía de Ucrania, porque en este principio básico de la solidaridad se basan nuestros valores. No podemos presumir de superioridad moral si cuando estamos amenazados no hacemos nada y por eso la OTAN no dará marcha atrás.
Por Enrique Navarro
Presidente MQGloNet