En octubre de 1969 el presidente Nixon ordenó al Pentágono aumentar la preparación para un ataque nuclear a la Unión Soviética, lanzando 18 aviones B.52 con bombas nucleares y con numerosos movimientos militares hacia la URSS. Esta estrategia encontraba su antecedente en el mismísimo Maquiavelo que afirmaba que “a veces es una cosa muy sabia simular locura”. Nixon quería hacer creer a Moscú que se había vuelto loco contra el comunismo y que apretaría el botón nuclear para la salvación del mundo. No sabemos si Trump está emulando a Nixon o realmente no se trata de una estratagema, pero los europeos no podemos esperar a averiguarlo a cuando sea muy tarde.
Las declaraciones recientes del nuevo secretario de Estado de Defensa han dejado claros varios posicionamientos muy relevantes de la administración de Donald Trump con respecto a la seguridad internacional, en particular de Europa.
Estados Unidos acepta que un país europeo pueda ser agredido por un tercer estado, invadido y que su territorio sea incorporado al del país atacante. Esto contraviene cualquier lógica de seguridad, de paz y de sentido común. Pero ha ido más allá. Como Putin, se permite decir qué países tienen derecho a existir y cuáles no.
También ha dispuesto que la seguridad de Europa no será más una prioridad de los Estados Unidos. Esto significa que el Viejo Continente deberá basar su defensa y seguridad en sus propios recursos, y esto, sin lugar a dudas, supone el fin de la Alianza Atlántica y del modelo de seguridad nacido en 1917. Si esto es así, las tropas americanas deberían abandonar Europa inmediatamente para no convertirse en una amenaza a nuestra seguridad.
Es absolutamente falso el relato de que la seguridad europea ha descansado en Estados Unidos. Han utilizado durante décadas Europa como una plataforma para amedrentar militarmente a Rusia mientras que se protegían de su arsenal nuclear de misiles balísticos. El mensaje era muy claro, si atacas a Estados Unidos con tus misiles, nuestros ejércitos en Europa te invadirán.
Europa, con la ayuda de Estados Unidos, estaba en condiciones de agredir a la Unión Soviética si se producía una amenaza nuclear sobre América del Norte. Es erróneo, por tanto, afirmar que la contribución de Estados Unidos a la seguridad europea haya sido un acto de generosidad o una dejación de funciones por nuestra parte. Estados Unidos durante más de setenta años ha procurado controlar y manejar la seguridad de Europa de acuerdo con sus propios intereses. Lo último que quiere Trump es una Europa fuerte militar y económicamente.
La continuidad de esta política en la Casa Blanca llevará indefectiblemente a una comunidad de intereses con Rusia para controlar Europa y al gigante chino y a ese esfuerzo de alianza la presidencia de Trump dedicará todos sus esfuerzos.
La siguiente cuestión es ¿qué deben hacer los europeos?
El Viejo Continente debe asumir el coste de su propia defensa que es mucho más exigente que la amenaza que tiene Estados Unidos, que a fin de cuentas está en un continente aislado, separado por dos grandes océanos de sus principales enemigos. El esfuerzo que debe hacer Europa es mayor también porque la potencia agresora no solo tiene miles de kilómetros de frontera, si no, porque ha creado una poderosa quinta columna que como en los años cincuenta y sesenta colaboró activamente en el desarme político y militar de Europa. Ahora de una manera más inteligente ya que han reclutado a los dos extremos para converger en el objetivo de la traición a Europa.
Debemos tomar nota rápidamente de las consecuencias de este cambio estratégico, el más importante del último siglo y no tenemos mucho tiempo para reaccionar, visto el empoderamiento que Trump está regalando a Rusia.
Mientras Trump esté en el poder, Putin no tendrá ninguna restricción para atacar a cualquier país europeo que se interponga en sus objetivos. Es por tanto urgente, que la Unión Europea y el Reino Unido, establezcan con carácter inmediato un equivalente al artículo quinto de la OTAN -el que existe es muy suave- que incluya que la agresión a cualquier país de la Unión Europea actual o futura sea una agresión contra todos y que por tanto el conjunto de la Unión Europea adoptará todas las medidas necesarias para defender al miembro agredido.
En segundo lugar, debemos hacer un análisis profundo de si disponemos de suficientes efectivos militares con los modelos profesionales para cubrir las necesidades de la defensa europea, y en su caso, se deberán implementar medidas que permitan incrementar notablemente el número de militares, incorporando modelos de reclutamiento obligatorio, si fuera necesario.
Europa deberá iniciar de forma inmediata un plan de modernización de sus sistemas de combate. Una lección positiva de Ucrania, es que hemos detectado de que al menos estamos en el mismo nivel tecnológico de Rusia, lo que nos permite con nuestros propios recursos, con nuestra tecnología militar, ser suficientemente disuasorios.
Europa debe mantener su paraguas nuclear, y será necesario crear una fuerzas nucleares preventivas europeas, con misiles y cabezas nucleares que reemplacen a la capacidad perdida. Esto no debe ser visto como una medida hostil sino como una respuesta prudente al nuevo escenario.
La Sociedad Europea debe entender que estamos ante un enorme reto que va a generar un gran sacrificio. En consecuencia, los modelos económicos y sociales que hemos conocido en los últimos sesenta años deberán adaptarse a esta nueva realidad. Deberemos alcanzar en menos de cuatro años un 2,5% de gasto militar real en defensa sobre el PIB con el objetivo de alcanzar el 3% en 2032 y cubrir la pérdida de seguridad. Esto nos permitiría alcanzar un presupuesto de 510.000 millones de Euros.
De forma inmediata, la Comisión Europea debería articular un fondo de emergencia de 100.000 millones de Euros para comprar a la industria europea más aviones de combate, fragatas, submarinos, munición, sistemas de defensa antiaérea, misiles de largo y medio alcance, artillería, vehículos de combate y financiar un programa nuclear. Esta decisión marcaría un antes y un después en Europa.
Que Europa y Estados Unidos se distancien como aliados dependerá de en qué medida el vecino de la otra costa, contribuye a las amenazas militares, políticas y económicas que existen sobre Europa y en qué medida las incrementa. Ligado a este punto, y no es un tema menor, debemos abordar la soberanía energética. Europa debe estar preparada para la ruptura del suministro de petróleo y gas desde Estados Unidos y Rusia, y por tanto, deberá comenzar un activo proceso de inversión en generación de energía propia, dejando de lado objetivos climáticos que en este momento tan peligroso para la seguridad mundial nos pondrían en una situación de inferioridad.
Es la hora de Europa pero no tendremos muchas más horas si perdemos esta. Si los gobiernos europeos no adoptan medidas extraordinarias, desconocidas desde 1939, nuestra seguridad y todo lo que tenemos y disfrutamos desaparecerá, salvo que gracias a Dios estemos ante otro loco en el sentido maquiavélico del término. (Enrique Navarro)
4 comentarios