El denominado "Iron Dome for America" es una iniciativa impulsada por Donald Trump para desarrollar un avanzado sistema de defensa antimisiles que proteja a Estados Unidos de misiles balísticos, hipersónicos y de crucero. Esta “Cúpula de Hierro”, inspirada en el sistema israelí Iron Dome, busca crear una defensa integral y tecnológica que refuerce la seguridad nacional y la capacidad de disuasión del país. Estados Unidos quiere construir el más potente escudo antimisiles multicapa, capaz de interceptar esas amenazas en diferentes fases de vuelo, incluyendo la de lanzamiento y la terminal.
El Secretario de Defensa, Pete Hegseth, tiene ahora un plazo de 60 días desde la firma de la orden ejecutiva (firmada el 27 de enero de 2025) para presentar un plan detallado que incluya los requisitos técnicos, estrategias de implementación y un presupuesto preliminar. Se estima que el costo podría ascender a cientos de miles de millones o incluso trillones de dólares, dependiendo del alcance final del sistema. Los desafíos técnicos son significativos, ya que las amenazas que enfrenta EE.UU., como misiles hipersónicos e intercontinentales, son más complejas que los cohetes de corto alcance que enfrenta Israel con su Iron Dome.
Según La Casa Blanca, tras la cancelación, antes de que pudiera alcanzar su objetivo, del programa del presidente Ronald Reagan en 1983 conocida como “La Guerra de las Galaxias”, para construir una defensa eficaz contra los ataques nucleares y la retirada de Estados Unidos del Tratado de Misiles Antibalísticos en 2002, con el inició del desarrollo de una defensa antimisiles nacional limitada, la política oficial de defensa antimisiles nacional de Estados Unidos se ha limitado a mantenerse a la vanguardia de las amenazas de naciones rebeldes y de los lanzamientos de misiles accidentales o no autorizados.
Considerando que “en los últimos 40 años, en lugar de disminuir, la amenaza que representan las armas estratégicas de próxima generación se ha vuelto más intensa y compleja con el desarrollo, por parte de adversarios pares y casi pares, de sistemas de lanzamiento de próxima generación y de sus propias capacidades integradas de defensa aérea y de misiles en su territorio” Estados Unidos se aplica en lo que definen como promover el objetivo de la paz a través de la fuerza. Y eso pasa por el despliegue y mantenimiento de un escudo de defensa de misiles de próxima generación capaz de generar un contraataque, lanzando misiles nucleares como represalia a un ataque nuclear hipersónico contra Estados Unidos: un escenario, en resumen, de Tercera Guerra Mundial.
La arquitectura del sistema pretenden que incluya, como mínimo, planes para:
- Defensa de los Estados Unidos contra misiles balísticos, hipersónicos, de crucero avanzados y otros ataques aéreos de próxima generación de adversarios pares, casi pares y rebeldes;
- Aceleración del despliegue de la capa de Sensor Espacial de Seguimiento Balístico e Hipersónico;
- Desarrollo y despliegue de interceptores espaciales proliferados capaces de interceptar en fase de impulso;
- Despliegue de capacidades de intercepción de capa inferior y fase terminal posicionadas para derrotar un ataque de contravalor;
- Desarrollo y despliegue de una capa de custodia de la Arquitectura Espacial de Combate Proliferado;
- Desarrollo y despliegue de capacidades para derrotar ataques con misiles antes del lanzamiento y en la fase de impulso;
- Desarrollo y despliegue de una cadena de suministro segura para todos los componentes con características de seguridad y resiliencia de próxima generación; y
- Desarrollo y despliegue de capacidades no cinéticas para aumentar la derrota cinética de misiles balísticos, hipersónicos, de crucero avanzados y otros ataques aéreos de próxima generación.
Así pues, como componentes claves, se están incluyendo interceptores basados en el Espacio, capaces de neutralizar misiles balísticos durante su fase inicial de vuelo; tecnologías como armas láser y sistemas de energía dirigida para contrarrestar amenazas emergentes y el uso de sensores espaciales avanzados para rastrear y detectar amenazas con mayor precisión.
El Departamento de Defensa habrá de desarrollar e implementar capacidades a la velocidad necesaria para implementar esta directiva y, junto con el Director de la Oficina de Administración y Presupuesto, presentar a Trump un plan para financiar el programa, permitiendo tiempo suficiente para su consideración por parte del Presidente antes de la finalización del Presupuesto del Año Fiscal 2026. En cooperación con el Comando Estratégico de los Estados Unidos y el Comando Norte de los Estados Unidos, se habrá de presentar al Presidente una evaluación actualizada de la amenaza de los misiles estratégicos al territorio nacional y un conjunto priorizado de lugares para defenderse progresivamente de un ataque por parte de adversarios nucleares.
La Casa Blanca apuntas además que, tras la presentación al Presidente de la arquitectura de defensa antimisiles de próxima generación, se ordenará una revisión de la postura y las iniciativas de defensa antimisiles del teatro de operaciones para identificar formas en las que Estados Unidos y sus aliados y socios puedan aumentar la cooperación bilateral y multilateral en el desarrollo, las capacidades y las operaciones de tecnología en esta área, mejorar las defensas antimisiles del teatro de operaciones de las tropas estadounidenses desplegadas en el frente de operaciones y de los territorios, tropas y poblaciones aliadas y aumentar y acelerar la provisión de capacidades de defensa antimisiles de Estados Unidos a aliados y socios.
Críticas al megamillonario plan
En la actualidad, Estados Unidos tiene instalados 44 misiles interceptores terrestres en la Costa Oeste contra posibles ataques con misiles balísticos de Corea del Norte. Han funcionado 12 veces de 21 pruebas, según publica Scientific American, una tasa de éxito insignificante después de gastar 250 mil millones de dólares desde su inicio en 1985. Esto, creen, ilustra la dificultad intrínseca y costosa de interceptar incluso misiles balísticos intercontinentales (ICBM) falsos. “Es simplemente difícil derribarlos”, explica en ese medio el columnista Dan Vergano, que explica que es el miedo a los misiles hipersónicos con ojivas nucleares desarrollados por Rusia y China, que alcanzan velocidades de Mach 5, aproximadamente una milla por segundo, lo que impulsa la Cúpula de Hierro de Trump.
“El problema fundamental de todo esto es que Estados Unidos ya tiene una capacidad garantizada de segundo ataque, con unos 900 misiles nucleares que circulan en sus submarinos en este momento. Esto es más de lo que China tiene en todo su arsenal. Toda la lógica detrás de la Cúpula de Hierro de Trump es una solución en busca de un problema, la definición misma de gasto gubernamental derrochador. Los líderes de China y Rusia saben que lanzar cualquier misil, hipersónico o no, contra Estados Unidos conduciría a una guerra nuclear catastrófica que mataría a cinco mil millones de personas , muy probablemente incluyéndonos a usted, a mí y a ellos (el último grupo, cortesía de los submarinos de la Marina de Estados Unidos)”, afirma Dan Vergano.
Así mismo, según el analista Brian Chow, debe promoverse el debate constructivo e incluir a quienes ofrecen nuevas perspectivas sobre lo que será el espacio y cómo puede mejorar la seguridad de Estados Unidos, tanto en el espacio como en la Tierra habida cuenta que el ámbito espacial, así como las capacidades de varias naciones en ese ámbito, están cambiando. “Por ejemplo, en 2022, China logró acoplarse con éxito a un satélite chino muerto y que no respondía en órbita geoestacionaria, solo dos años después de que Estados Unidos lograra una hazaña similar. Esta nave espacial de doble uso, capaz de acoplarse y dar servicio a satélites amigos, podría inutilizar fácilmente un satélite enemigo. De esta manera, el espacio se ha convertido, de facto, en un arma. Sin embargo, tanto China como Rusia siguen argumentando que nadie debería colocar armas en el espacio, ni siquiera las defensivas, como los interceptores espaciales, que Trump reconoció como probablemente necesarios para la defensa contra misiles”.
“Coincidir, señala Chow, con nuestros adversarios en que sus naves espaciales de doble uso no son armas y que ni siquiera nuestras armas defensivas deberían desplegarse en el espacio podría resultar desastroso. Se ha sostenido que China podría desarrollar y desplegar hasta 200 naves espaciales de doble uso como armas antisatélite en los próximos años, lo que podría inutilizar 100 de nuestros satélites críticos para apoyar operaciones militares y civiles. Aprovechar este ataque sorpresa como precursor, seguido de la invasión a gran escala de China a través del estrecho, aumentaría enormemente la probabilidad de capturar Taiwán. Por lo tanto, debemos permanecer receptivos a las ideas de los analistas que puedan ofrecer estrategias para proteger nuestros satélites vitales, así como nuestro sistema de interceptación de defensa de misiles basado en el espacio”.
Mientras tanto, la carrera de la industria de defensa de Estados Unidos para ofrecer las más avanzadas soluciones a la Cúpula de Hierro que proyecta Donal Trump, ya ha comenzado, un filón millonario que nadie quiere perderse.
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