La cada vez mayor presencia de las Fuerzas Armadas de Rusia en la región báltica ha llevado a Estocolmo a reactivar instalaciones que se construyeron en la segunda mitad del pasado siglo para hacer frente a la amenaza de la entonces pujante URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).
El fortalecimiento de las capacidades militares rusas está siendo tomado muy en serio por la mayoría de los países escandinavos que bordean el Mar Báltico. Es el caso de países como Finlandia y Suecia, que son miembros de la UE (Unión Europea) y que se definen como neutrales, de hecho no pertenece a la OTAN. Sin embargo ambos son muy conscientes de su posición estratégica para el control del Mar Báltico y en el caso sueco para el acceso al Mar del Norte en un hipotético caso de conflicto de Rusia con la OTAN.
Esta es la razón, por la que desde hace ya 2 años, el Gobierno de Estocolmo está dando pasos para reactivar las estrategias e infraestructuras que estaban en funcionamiento durante la Guerra Fría. Así, se comenzó con el regreso del servicio militar obligatorio, seguido por la reactivación de los procedimientos de defensa civil y la vuelta de un contingente militar a la isla de Gotland, en el Mar Báltico. A estas iniciativas, se sumaba a finales del pasado año, el anuncio de una importante reactivación de otro símbolo de la época soviética, la base naval fortificada de la Real Armada o Svenska Marinen de Suecia de Muskö, al sur de Estocolmo, mediante la vuelta a la instalación de su Estado Mayor. Una muy segura base que permite refugiar, abastecer e incluso reparar, en el interior de inmensos túneles escavados en los acantilados de granito, navíos de escolta, submarinos, etc. Terminada en 1969, su serie de búnkeres comunicados pueden incluso permitir mantener la actividad del personal allí destinado tras realizarse ataques nucleares. El complejo tiene un hospital y grandes almacenes en su interior, con la misión de poder apoyar a las unidades navales de la Svenska Marinen incluso en un conflicto largo de alta intensidad.
Con solo unos 23.000 militares profesionales en sus Fuerzas Armadas, la defensa sueca no puede basarse en la simple noción de mantener una líneas de defensa del territorio, especialmente porque tanto el país, como la vecina Noruega, no tiene la seguridad de recibir rápidamente refuerzos de sus socios europeos de la OTAN. De hecho, la estrategia militar sueca, y por lo tanto su capacidad para disuadir a un adversario, se basa en la seguridad de que el agresor sepa que tendrá un “duro hueso que roer”, que implicaría destinar una cantidad de fuerzas y material, que convertirán la acción bélica en compleja y costosa.
La Svenska Marinen tiene actualmente en servicio una relativamente poderosa fuerza naval, hablamos de un país de poco más de 10 millones de habitantes, compuesta por: 5 submarinos, de los que los 3 de la clase Götland están dotados de sistemas AIP (Air-Independent Propulsion), mientras que los dos más veteranos de la clase Söndermanland serán reemplazados a partir de 2022 por dos del nuevo diseño A26 también dotados de AIP. Respecto a los navíos de superficie cuenta con 7 corbetas, incluidas 5 de la moderna clase Visby y 2 más antiguas, redesignadas como clase Gävle tras su reciente modernización, más dos más de éstas fuera de servicio pero preservadas; además alinea: 9 cazaminas, 13 patrulleros, unas 150 lanchas rápidas de combate, un minador y un navío de inteligencia o SIGINT. (Julio Maíz Sanz)
Fotografía: La corbeta sueca “Gävle” frente a una de las entradas a la base naval de Muskö. (foto: Svenska Marinen).