Acaba de tener lugar en Colorado el simposio anual de la Air & Space Forces Association (AFA) que reúne a altos representantes de la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF, United States Air Force), de grupos de pensamiento militar “think tank” o de la industria militar.
Se han expuesto conclusiones que pueden revolucionar lo que la USAF pretendía hace sólo unos meses. Con la actual administración que preside Trump se va a ser más certero a la hora de realizar determinadas inversiones a futuro y por ello la apuesta, que entre otras buscaría frenar la amenaza de China en el indo pacífico o neutralizar un hipotético enfrentamiento con Rusia, se centra sobre todo en el que se conoce como caza de nueva generación (NGAD, Next Generation Air Dominance).
Respecto de esa plataforma aérea de 6ª generación, que buscaría complementar primero y reemplazar después a los actuales F-22 Raptor, los analistas sugieren determinados cambios en lo que será su obtención. Por lo que parece ahora, el NGAD va a centrar su potencial en torno a un avión tripulado especialmente dirigido al combate aire-aire y a neutralizar a otros cazabombarderos del adversario.
La USAF ha abandonado su pretensión de aviones cisterna furtivos y sustentará sus capacidades con aparatos de tipo clásico y otras potencialidades. (Lockheed Martin)
Los expertos insisten en que debe incluir novedosas tecnologías que le hagan superior a sus oponentes sobre todo en lo que es la avanzada arquitectura que le permitirá gestionar la información para salir airoso de todo tipo de enfrentamientos. Es una apuesta que requiere un notorio esfuerzo industrial e inversor y que hace que cada uno de los NGAD vaya a tener un coste unitario que ya se prevé de unos 300 millones de dólares, pago inicial al que habrá que sumar los costes de mantener operativa la flota e ir actualizándola en el futuro.
En el congreso de la AFA se ha hablado mucho de que el NGAD pilotado trabajará con otras plataformas aéreas autónomas (UAS, Unmanned Aerial Systems) que vayan a surgir para la USAF. Por lo que se acaba de conocer, estas últimas en unas primeras fases serán sólo vectores ofensivos para generar capacidad de ataque, para obtener una determinada información necesaria, para transportes o para generar un determinado esfuerzo electrónico, retrasándose la previsión más reciente de que también cumpliesen cometidos como plataformas aire-aire con misiles u otros sistemas neutralizadores.
Por lo que hoy parece, los futuros NGAD de la USAF centrarán su potencial en el combate aire-aire para neutralizar todo tipo de amenazas. (Collins Aerospace)
En esa línea de cambio estaría también la decisión de dejar de lado el objetivo de obtener un avión de cisterna furtivo (NGAS, Next Generation Air Refueling System) que se preveía volaría hacia una zona sin ser detectado gracias a sus cualidades de sigilo para reabastecer allí a los NGAD u otras plataformas. La USAF ha abandonado esa inversión, que previsiblemente era cuantiosísima, y sustentará a medio y largo plazo su potencial de reabastecimiento a través de los aviones cisternas actuales KC-135 Stratotanker y KC-46 Pegasus a los que se potenciará y complementará de alguna manera para incidir en su supervivencia en entornos de combate especialmente intensos; por ejemplo, podría optarse por perturbar la capacidad del adversario para que no pueda identificar su vuelo en determinadas áreas.
Por esos cambios, y cómo afirmo recientemente el general de división Joseph Kunkel que es director de Diseño de Fuerzas, Integración y Juegos de Guerra del Estado Mayor Aéreo del Pentágono, “el NGAD sigue siendo una parte importante del diseño de nuestra fuerza y cambia fundamentalmente el carácter de la lucha de una manera muy, muy buena para la fuerza conjunta”. (Octavio Díez Cámara)
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