(defensa.com) Brasil, la primera economía de América Latina y la sexta del mundo, país cuyas fronteras abarcan prácticamente la mitad del territorio Sudamericano, se mantiene como el inversor de defensa referente en la región, a pesar del actual estancamiento en su crecimiento. Su Estrategia Nacional de Defensa la ha desarrollado en paralelo al fuerte impulso de su economía en los últimos años, entendiendo el Gobierno, ya con Lula al frente, la prioridad de contar con una estructura de en este ámbito fuerte y tecnológicamente avanzada, que garantizara la protección de sus amplias fronteras e ingentes recursos naturales, entre ellos la mayor reserva de biodiversidad del mundo, la Amazonía, y que pudieran estar a la altura del rol estratégico que, como primera potencia en la región, la nación quiere desempeñar.
La inversión consecuente de esa Estrategia de Defensa Nacional, con un presupuesto anual de unos 32.000 millones de dólares en 2015 y unas Fuerzas Armadas que integran 300.000 efectivos, encamina al país a ejercer el liderazgo regional en materia de seguridad y defensa como primera potencia militar de América Latina, dando a la vez respuesta, en coordinación con los estamentos gubernamentales, a las importantes necesidades en materia de seguridad interna. La previsión para el año 2020 es que el gasto en Defensa alcance los 41.100 millones de dólares, lo que supone una tasa de crecimiento interanual acumulativa del 4,34 por ciento desde la actualidad y un peso sobre el Producto Interior Bruto (PIB) del 1,7 por cien. El actual presupuesto supone un 1,4 por ciento del PIB, si bien esta partida ha caído un 3,68 desde 2011, año en que alcanzó los 37.100 millones de dólares.
Los esfuerzos en esta área se orientan, fundamentalmente, a la sustitución de veteranos sistemas de armas y equipos y a la adquisición de equipamiento destinado a la protección de recursos, como la minería, la selva amazónica o las zonas petrolíferas costeras. Especialmente significativas son las políticas de protección de la industria de defensa nacional. Así, además de la exigencia de ir de la mano de empresas locales en las grandes licitaciones de adquisición de material, el Ministerio de Defensa brasileño orienta los programas de armamento hacia la nacionalización, para reducir la dependencia de proveedores extranjeros, fomentando la industria nacional y favoreciendo los programas de transferencia tecnológica. Esto se puede constatar claramente en programas como el avión de combate FX-2 o los de transporte KC-390 o el reabastecimiento aéreo de la Fuerza Aérea Brasileña, los submarinos de propulsión convencional o los blindados Guaraní.
La irrupción de los escándalos de corrupción vinculados a la estatal Petrobras y el estancamiento económico se ciernen hoy como negros nubarrones en la estabilidad política del país, la inversión y las proyecciones de crecimiento hasta hace poco manejadas. La altísima inflación y un crecimiento económico estimado de tan solo un 0,03 por ciento, afectado en parte por la desaceleración china, no esbozan un escenario optimista a corto plazo. Brasil, no obstante, se mantendrá y consolidará en el largo plazo como el gran referente en el gasto militar de la región, a muy buena distancia de sus vecinos.