El ministro de Defensa de Argentina, Luis Petri, y su par danés, Troels Lund Poulsen, rubricaron una carta de intención para la adquisición de 24 F-16A/B Block 15, más otro Block 10, este último para usarlo en tareas de instrucción, para la Fuerza Aérea Argentina.
Este acto es el paso formal a la firma del contrato, a mediados de abril, en Copenhague, cuando el ministro Petri viaje a Dinamarca. Esta operación es posible gracias a la autorización de los Estados Unidos para la comercialización de estos aviones, así, Washington logra introducir otro de sus sistemas bélicos en Sudamérica, obteniendo un nuevo cliente por muchos años, a la vez que frena los intentos de Pekín de vender equipamiento militar.
Irónicamente, al mismo tiempo que se firmaba este acuerdo, llegaban al país una treintena de camiones de origen chino que fueron donados a Buenos Aires en el marco de un acta de entendimiento entre ambas naciones. Este material es complementario al hospital de campaña que las autoridades del gigante asiático donaran tiempo atrás.
Recordemos a nuestros lectores que la compra de estos aviones de combate implicará una importante actualización de los medios de la Fuerza Aérea Argentina, huérfana de un sistema de combate supersónico desde la baja de los míticos Mirage, a mediados de la década pasada.
Washington autorizó la venta de hasta 38 ejemplares de cazas F-16 que iban a ser retirados del servicio en la Fuerza Aérea danesa, que los reemplazará por los poderosos y complejos F-35, pero la Fuerza Aérea Argentina solicitó sólo 24, más un avión específico para instrucción en tierra de los especialistas aeronáuticos.
La adquisición, que entre aviones y armamento supera los 650 millones de dólares, contempla, además de las aeronaves, propulsores de repuesto, equipos de guerra electrónica, repuestos y partes, equipos de simulación para mantenimiento, herramientas específicas, simulador de vuelo y un largo listado, complementados obviamente por los cursos para aviadores y técnicos.
Además se autorizó una venta (exclusivamente de origen estadounidense) por casi 320 millones de dólares para armar los F-16 de la Fuerza Aérea Argentina con misiles aire-aire Sidewinder AIM-9X, misiles aire-aire AMRAAM AIM-120, pods de designación de objetivos, bombas guiadas y misiles aire-tierra.
Según fuentes del Edificio Libertador, el calendario de suministro de los F-16 implica su entrega entre 2025 y 2028, llegando los primeros biplazas para la capacitación de los aviadores de la Fuerza Aérea Argentina el próximo año, junto a los primeros monoplazas de combate.
Hace pocos días, el presidente de la Nación, Javier Milei, destacó en su particular red de comunicación virtual que la compra de estos aviones era necesaria para la custodia de los cielos nacionales. Esperamos que la rúbrica de esta carta de intención, una más en la historia nacional (recordemos las firmas con Airbus por helicópteros Súper Puma o los AW 109 de Leonardo, que no pasaron de ahí), sea el inicio de una nueva era para la Fuerza Aérea en particular y la Defensa Nacional en su conjunto, la cual tiene numerosas necesidades a cubrir.
Años de desidia y desinversión, que no excusa a gobierno de ninguna visión política, pasaron por las suntuosas oficinas gubernamentales, conocemos muchos ministros que se dedicaron a pasear por el mundo sin resultado concreto para los intereses nacionales.
Sólo se obtuvo que las instituciones castrenses languidecieran, perdieran a numerosos cuadros especializados, que creciera el deterioro del material bélico y que la Defensa Nacional sea solo un enunciado. Esperamos fervientemente el cumplimiento cabal de las promesas realizadas por el poder político para la defensa de los intereses nacionales. Entendemos que la grave situación económica del país muestra como un sueño lejano la posibilidad de un reequipamiento adecuado para las sufridas fuerzas castrenses, cuyos miembros cumplen en silencio todos los días su tarea.
Políticamente, implica un claro alineamiento del gobierno de Milei con los Estados Unidos, un deseo que ya expresara en campaña como candidato a la Casa Rosada, también, está muy claro, la crisis económica muestra que los programas tipo FMS de Washington ocuparán un vital lugar en los próximos años. (Luis Piñeiro)