(defensa.com) El 21 de octubre, durante la presentación del nuevo avión de transporte KC-390 de Embraer, el ministro de Defensa argentino Agustin Rossi, anunciaba el inicio de conversaciones entre Brasil y Argentina para la adquisición de 24 aviones de combate Gripen NG fabricados en Brasil. Argentina y Brasil firmaron una “alianza estratégica para la industria aeronáutica” y la Fuerza Aérea Brasileña publicó el interés argentino por los aviones.
Sin embargo la respuesta británica no se ha hecho esperar. Reino Unido ha recordado a través de su Departamento de Negocios, Innovación y Formación la existencia de un veto. El Gobierno británico está determinado a asegurar que ningún equipo con licencia de exportación británica será empleado por Argentina para imponer un bloqueo económico a los ciudadanos de las Islas Falklands (Malvinas) “que impida sus derechos legítimos a desarrollar su propia economía”. La Cámara de los Comunes británica se hizo eco así de este asunto el 5 de noviembre tratando el tema de las implicaciones para la defensa de las islas ante la posible venta del Gripen a Argentina.
Aproximadamente el 30% del JAS-39E/F en que está basado el Gripen NG elegido por Brasil parte de productos y sistemas fabricados por empresas británicas. Entre estos podemos encontrar el radar de Selex ES, los asientos eyectables Martin Baker, el tren de aterrizaje, y otros sistemas electrónicos. Por no hablar del motor General Electric GE F414 de fabricación estadounidense, que seguramente sería problemático suministrar a Argentina. Que Embraer pueda sustituir cualquiera de estos elementos es viable pero complejo y muy caro, lo que supondría el incremento del precio de los 24 aviones por los que se ha interesado Argentina y que harían irrealizable la compra.
El Gobierno de Argentina, a través de su presidenta, Cristina Fernández de Kirschner, ha hecho público su interés en los recursos petrolíferos con los que cuenta la zona costera próxima a las Falklands/Malvinas. Esto haría suponer un interés creciente sobre esta zona, lo que explicaría el deseo de dotarse de nuevas capacidades para la Fuerza Aérea. Argentina lleva años anunciando posibles adquisiciones de aviones nuevos o de segunda mano para reemplazar los Mirage con que cuenta la Fuerza Aérea. De hecho, uno de las últimas propuestas que sonó con mayor fuerza fue la venta de aviones F-1M dados de baja por el Ejército del Aire español, operación que no se fraguó por diversos motivos, uno de los argumentado fue la oposición de Reino Unido a dicha venta.
Argentina habría decidido participar en el Gripen NG a través de Embraer aprovechando la conexión industrial con esta empresa brasileña, a la que suministra algunos componentes para el avión de transporte KC-390. Se da precisamente la circunstancia de que Reino Unido era uno de los países más satisfechos por la elección del Gripen en Brasil, dado el componente tecnológico e industrial británico incorporado en el avión. Cuando se preguntó por este tema a la empresa sueca, un portavoz de Saab precisó que no había ninguna solicitud de reemplazar los equipos de procedencia británica del avión y que las exportaciones del Gripen seguirían estando sujetas a unas regulaciones muy exigentes.
Realmente hoy día, con una industria de defensa tan globalizada, la única manera de que Argentina no se vea afectada por restricciones políticas o industriales europeas o estadounidenses, sería optar por equipamiento de procedencia rusa o china. Sin embargo está previsto que para 2020 entre en servicio el primero de los nuevos portaaviones de la Royal Navy, con lo que Reino Unido contaría de nuevo con un vector de disuasión muy importante disponible para su despliegue en cualquier zona de interés para el Reino Unido. (J.N.G.)