Durante Army 24 hemos conocido algunas de las nuevas propuestas de buques en las que las empresas rusas trabajan, uno de esos proyectos lo ha presentado el gabinete de diseño Rubin -Rubin Design Bureau-. Se trata de un submarino compacto que, como novedad entre los de su tipo, ha sido rediseñado para incluir un lanzador vertical que le permite disparar, cuando está en inmersión cerca de la superficie, una salva de misiles contra objetivos en la superficie del mar o en la costa.
La experiencia de Rubin, que ha diseñado ya más de 900 submarinos convencionales y nucleares de los que 116 han sido exportados a 16 países, les permite un notable conocimiento de lo que son las técnicas más elaboradas para poner a punto novedosos conceptos.
Es el caso del submarino compacto del tipo Amur 950 del que acabamos de conocer la existencia de una versión especialmente modificada para brindar una capacidad militar muy por encima de diseños similares. El casco y equipos como el sonar de esta nave han sido optimizados para aportar una navegación discreta y una notable capacidad para realizar vigilancias y reconocimientos sin llamar la atención de potenciales adversarios.
En el concepto de Rubin se ha trabajado especialmente para que el submarino compacto tenga una notable autonomía, que se estima en unos 30 días de navegación de forma que podrán operar a distancias de hasta 1.000 millas de puntos costeros donde recibir apoyos, y para que se requiera una tripulación muy contenida que es de sólo 19 efectivos. Ambas cualidades hacen que el Amur 950 rediseñado tenga costes contenidos y sea especialmente atractivo.
Este último aspecto se refuerza con el potencial que han puesto a punto al incorporar en un navío de pequeño tamaño, que tiene un desplazamiento de unas 1.000 toneladas y puede alcanzar velocidades en inmersión de unos 20 nudos, el potencial combativo propio de un lanzador vertical de misiles que estaría localizado tras la vela.
Rusia es uno de los 4 países del mundo en haber desarrollado submarinos con lanzadores verticales de misiles. Esa tecnología, para la que se requiere de una especial habilidad pues los contenedores que acogen y sirven para lanzar las armas tienen que soportar las grandes presiones propias de inmersiones a varios cientos de metros de profundidad, está especialmente madura entre los ingenieros de Rubin.
Ese personal conoce bien como facilitar la entrada de datos al armamento alojado en el lanzador vertical de misiles para que llegue a sus objetivos de forma precisa, la mejor forma de disparar las armas desde los contenedores que las alojan, como estabilizar los misiles después de su disparo y otros factores que son necesarios para obtener ese potencial combativo con el que un submarino compacto se convierte en una plataforma de gran capacidad de despliegue desde la que generar ataques puntuales y precisos que pueden incluir el disparo de un misil o de una salva de ellos contra aquellos objetivos que sea pertinente destruir. (Octavio Díez Cámara)
