Aquellos militares tan denostados por buena parte de la clase política, aborrecidos por el espectro progresista, están hoy por toda la nación argentina en un labor encomiable, silenciosa y efectiva. Casi noventa mil efectivos militares están desde hace tres semanas a plena labor en todo el territorio nacional. Desplegados desde la Puna desértica hasta las nieves de Tierra del Fuego, pasando por los conglomerados más oscuros y perdidos de las afueras de las ciudades donde los actores políticos se encuentran en ominoso silencio y agazapados, pronto a aparecer cuando la pandemia disminuya su terrible poder.
Las fuerzas montan estructuras hospitalarias, centros asistenciales, redes de comunicación, transportan a miles de personas y dan de comer en forma diaria a miles de pobres, en lo más profundo de la marginalidad. Pensando en la practicidad oportuna, el gobierno del presidente Alberto Fernandez utiliza rápidamente el musculo castrense, el mismo que fuera desvalorizado, ninguneado y casi destruido, justamente por su mismo color político.
Pese a todo, el presidente sabe que los únicos eficientes, silenciosos y probos, son esos mismos militares que se han lanzado obsesivamente a las dolientes y borrosas comarcas miserables del temido conurbano bonaerense, un alter ego de las favelas de Brasil, en esos mismos lugares donde la mendicidad y marginalidad hacen a sus anchas y es la base del voto eleccionario de esta misma administración.
Los grupos intermedios de la política que por años han vivido de ingentes fondos del Estado están inhallables y dejan pasar el tiempo, que el trabajo lo hagan otros en este caso, los malolientes uniformados.
Mientras tanto, se producen imágenes irónicas, alcaldes profundamente kirchneristas pidieron en forma desesperada, la presencia activa del Ejercito ante el temor que la pandemia haga salir a esos espectros marginales a producir saqueos y desmanes... el miedo sondea a los mismo que crearon a esas huestes famélicas y que podrían darse la vuelta por sus suntuosas casas, las que consiguieron con los ingentes fondos que el Estado Nacional les entrego para administrar crisis recurrentes, y salvaban su considerable tajada mientras que un mendrugo era para los marginales.
Por otro lado, los uniformados se multiplican y están como si fuera una contienda contra un enemigo falaz, artero y letal. de eso el Ejército Argentino sabe mucho y hace frente con una decisión y eficacia, con escasos medios, visiblemente insuficientes, lo cual es el resultado de tantos años de humillaciones, sin planes de equipamiento y que hoy muestra sus nefastos resultados justo cuando más se necesitan.
Solo unos pocos medios logísticos se adquirieron en la administración anterior, que obviamente está siendo blanco de críticas de parte del gobierno actual, ya buscando un eventual responsable.
Los medios de la Aeronáutica están exprimidos al máximo, los poco cuatrimotores Hércules disponibles operan sin descanso, evacuando argentinos desde el exterior, llevando cargas a todos lados y hasta llevar dinero contante y sonante a estados del interior para que no se produzca un estallido social, si faltan los deseados billetes. incluso un jet Fokker F-28, volvió de la muerte como si fuera Frankenstein, regresando al servicio gracias al titánico esfuerzo de un grupo de mecánicos que, tomando partes y piezas del museo, lograron que este bimotor este por todos lados llevando respiradores y equipos sanitarios volando sin relevo.
Los helicópteros castrenses operan día y noche, movilizando tropas, funcionarios y equipos médicos, a la vez que realizan patrullas aéreas diurnas y nocturnas para cubrir áreas sensibles. Se han modificado y preparado helicópteros para función de evacuación sanitaria, los cuales están a orden en sus bases y plenamente operativos.
Las FFAA y en especial el componente terrestre, están repartiendo miles y miles de raciones alimenticias, las cuales son elaboradas en las unidades con esmero y cuidando al máximo las condiciones sanitarias para luego transportarlas y distribuirlas, con probidad y eficacia, en las barriadas perdidas de toda razón y justicia.
Pero este gran esfuerzo de las instituciones castrenses, que absorbe todo el presupuesto operacional del año, no es acompañado por fondos frescos que provengan del gobierno central, pese a que en estas horas se enviaron cuantiosos billetes a organismos o empresas públicas, caso una productora de carbón que recibió veinte millones de dólares para el sostén de su deficitaria actividad.
La pandemia desnuda las carencias operativas y de material, un territorio inmenso y lleno de necesidades básicas insatisfechas llegar y operar requiere de medios aéreos y terrestres suficientes en calidad y cantidad.
Está claro que los medios son necesarios y no puede ser materia de discusión, los planes existen y esperan solo decisiones políticas que se posponen por años. No hay excusas validas, la realidad nos muestra con crudeza sin igual, que uno de los componentes más válidos, si no el más eficiente son las Fuerzan Armadas que lo demuestran a diario y más en este momento.
Cuando pase esta hecatombe, los uniformados volverán a sus cuarteles en silencio y orgullosos de su buena labor, pero con su parque automotor envejecido, sus pocos helicópteros con pocas horas remanentes y casi sin aviones de transporte.
Ya no cabe el silencio y dejarla pasar así porque si, las autoridades nacionales deben procurar los medios financieros que permitan el reequipamiento de las instituciones que están demostrando su eficiencia en medio de esta catástrofe planetaria. es hora de quebrar el silencio y la conveniencia, hoy empezamos aquí. (Luis Piñeiro, corresponsal de Grupo Edefa en Argentina)
Fotografía: La fuerza reparte miles de raciones diariamente.
Los Hercules evacuan a civiles de todos lugares.
La presencia castrense es permanente.
La FAA se multiplica llevando carga a todos lados en este caso respiradres y elementos de sanidad.
Las fuerzas abren unidades de sanidad en todo el pais.
Tambien producen medicamentos basicos en sus laboratorios.