El Almirante José Antonio Sierra Rodríguez pasó a retiro, siendo relevado como Director General de Construcciones Navales de la Secretaría de Marina-Armada de México (SEMAR) por el Contralmirante Ricardo Rafael Carrión Navarro, quien asumió el cargo el lunes 17 de febrero en una pequeña ceremonia de entrega-recepción efectuada al interior de la secretaría.
El Almirante Sierra estuvo al frente de la Dirección General de Construcciones Navales durante más de 10 años, viviendo etapas en las que la Marina atravesó momentos de cierta bonanza pero sobre todo de fuertes restricciones presupuestales que rezagaron la construcción naval de manera arriesgada.
En agosto de 2018, un año antes de recibir un reconocimiento especial por 50 años de servicios ininterrumpidos en la Marina, el Almirante reconocía en una entrevista que la institución, pese a los avances y proyectos concluidos en años anteriores, tenía un 88 por ciento de rezago y que a unos meses de concluir el gobierno de Enrique Peña Nieto –en el que se planteó una renovación del 36 por ciento de la flota naval– los logros no rebasaban el 12 por ciento total.
Sierra Rodríguez ascendió a Contralmirante en 2007, luego, en 2010, fue ascendido a Vicealmirante y tres años más tarde, en 2014, volvió a ascender vertiginosamente para alcanzar el máximo grado en el escalafón naval. Los planes de modernización e independencia tecnológica de la SEMAR tuvieron un periodo prometedor y ambicioso con el proyecto de construcción de Patrullas Oceánicas de Largo Alcance (POLAs) gestado al inicio del gobierno de Peña, pero cristalizado en 2015, con la firma del convenio de apoyo y transferencia tecnológica entre la naviera holandesa Damen Shipyards y la Marina, enfocado originalmente en la construcción de una flota de ocho fragatas de la clase Sigma 10514, para crear dos flotillas de cuatro naves cada una operando en la Fuerza Naval del Golfo y en la Fuerza Naval del PacÍfico.
Las POLAs estarían equipadas con los sistemas de comunicación, radares, sensores y satelital más avanzados del subcontinente y contarían además con sistemas de armas antiaéreas, antisubmarinas acordes a las necesidades operativas para las misiones de la eventual flota. Pero los vaivenes financieros, las restricciones presupuestarias y la desaceleración económica del país como consecuencia del derrumbe en la captación de recursos por la venta de petróleo, fueron frenando una vez más cualquier plan de desarrollo sostenido y a fondo en la construcción naval militar.
El Almirante Sierra vio reducirse dramáticamente el proyecto POLA. De los ocho buques proyectados para construirse en el mediano plazo, la cifra se redujo a cuatro fragatas y muy pronto quedó solo en una, la ARM Reformador 101, hecha en dos años y botada en noviembre de 2018, sometida a pruebas ya en gobierno de Andrés Manuel López Obrador y con entrada en operación a principio de febrero de este año.
Originalmente, la construcción de la POLA se estimó en 5.600 millones de pesos. La cifra se elevó muy pronto a 6.500 millones y terminó en casi 11 mil millones de pesos sin que se le hubiera equipado por completo con todo lo que se había planeado desde la primera etapa.
La nave fue proyectada –y modificada, pasando de 105 metros de eslora y 14 de manga, a 107 de eslora y 14 de manga– y adaptada para recibir a personal femenino permanente como parte de la dotación del buque, que puede navegar durante más de un mes con autonomía total incluso más allá de las 200 millas de mar territorial (está diseñado también para cumplir misiones internacionales y para sumarse a ejercicios navales conjunto en otras latitudes).
La ARM Reformador 101 fue pensada para llevar un helicóptero embarcado pesado Sealion NH 90, de Airbus, aprobado por el alto mando que encabezaba el almirante Vidal Francisco Soberón o bien, como segunda opción, un Seahawk SH-60, de la firma estadunidense Sikorsky.
En otra entrevista hecha a principio de este año, el Almirante Sierra insistió en que el NH 90 era el aparato adecuado, ideal para integrarse a la POLA, pero en el camino se encontró con la austeridad republicana de López Obrador, quien ya antes, desde su campaña presidencial, había vetado la compra de una flota de ocho helicópteros UH-60M Black Hawk, cuya adquisición ya estaba presupuestada y solicitada por el gobierno de Peña Nieto.
Entre 2013 y 2018, la SEMAR proyectó la construcción de 49 buques de diverso tipo, calado y propósito. De esa cantidad solo se pudieron construir 19 unidades de superficie: la POLA (solo se terminó la ARM Reformador 101, de 4 proyectadas en el sexenio), 4 Patrullas Oceánicas Clase Oaxaca, 8 Patrullas Costeras Clase Tenochtitlan (de 20 proyectadas), 2 Patrullas Interceptoras Clase Polaris II (de 14 proyectadas). (Jorge Alejandro Medellín, corresponsal de Grupo Edefa en México)
Fotografía: ARM Reformador 101 de la Marina de Mexico.