En ceremonia realizada en la Plaza Mariscal Cáceres del Cuartel General, se conmemoró el 196° Aniversario de la Batalla de Ayacucho y Día del Ejercito del Perú. En su proclama, el Comandante General del Ejército, General de Ejército Manuel Gómez de La Torre, tras rememorar la epopeya de Ayacucho y dar cuenta de las acciones de armas de la institución a lo largo de la historia, poniendo énfasis en el Combate del 2 de Mayo, la Guerra del Pacífico, los conflictos con Ecuador: Zarumilla en 1941, Falso Paquisha en 1981 y Cenepa en 1995, así como en la Operación “Chavín de Huántar”, manifestó que el “Ejército, siempre estará ejerciendo su presencia a lo largo y ancho de toda tu hermosa y diversa geografía, jóvenes soldados que con entusiasmo desmedido y enorme voluntad de servicio, que siguen a sus líderes con ahínco en la más noble de tradición de las armas. Participando activamente en el desarrollo nacional, realizando acciones militares que llevan esperanza a las personas afectadas por los fenómenos naturales que golpean las zonas más alejadas de nuestro territorio nacional”.
Más adelante, Gómez de La Torre indicó, entre otros aspectos, que “El Ejército lucha en primera línea contra la pandemia del Covid-19, desplegando su fuerza operativa y medios de apoyo a nivel nacional, para cuidar que el orden contribuya a disminuir este mal que ha golpeado repentinamente la tranquilidad de la nación”, agregando que “se ha hecho necesario y primordial que nuestro Ejército se siga preparando e inicie un proceso de transformación institucional, involucrando aspectos trascendentales como la revisión y rediseño de sus procesos, la modernización de sus recursos y la revisión de su doctrina, que permitan cerrar las brechas existentes, generadas por el paso del tiempo.
Nuevas amenazas han incrementado su efecto nocivo hacia la soberanía e integridad territorial de nuestra región, lo que nos exige contar con un Ejército Multimisión, con una fuerza moderna, de organización modular, que cumpla múltiples funciones, polivalente y organizada bajo el principio de armas combinadas, con capacidades estandarizadas, que nos permita engranarlas y actuar en alianza con otras fuerzas e instituciones, nacionales e internacionales, para combatirlas”.
El Presidente de la República, Francisco Sagasti, destacó el rol del Ejército durante la emergencia por la pandemia en apoyo de la Policía Nacional del Perú, desplegando a más de 60 mil efectivos a nivel nacional, y reconoció y felicitó la labor del Ejército durante la lucha contra el terrorismo y por la pacificación nacional al manifestar que “debemos reconocer claramente que gracias a su esfuerzo, compromiso y sacrificio, podamos vivir hoy en paz y en libertad” y que “es fundamental que logremos una mayor cercanía y una más fuerte unión entre las Fuerzas Armadas, el Ejército en particular, y todo la ciudadanía”. (Alejo Marchessini, Corresponsal de Grupo Edefa en Lima).
Reproducimos el discurso del Comandante General del Ejército, General de Ejército Manuel Gómez de La Torre el en Día del Ejercito del Perú
“Es un honor para mí, en mi condición de Comandante General del Ejército, dirigirles estas palabras, en esta fecha tan importante en la que celebramos el centésimo nonagésimo sexto aniversario de la Batalla de Ayacucho y Día del Glorioso Ejercito del Perú. Inicio mis palabras agradeciendo la presencia del excelentísimo Sr. Presidente de la República y de todas las autoridades e invitados especiales que hoy nos acompañan y realzan el marco de esta significativa ceremonia, en la que honramos la memoria de los valientes peruanos que sacrificaron su vida, para heredarnos una patria libre y soberana. Esos peruanos de voluntad férrea dieron vida al Ejército y lo consagraron, desde los albores de nuestra historia, al servicio de la población, son símbolo de resistencia y bastión de peruanidad, librando el 9 de diciembre de 1824 una de las gestas más heroicas y trascendentales de la vida republicana de nuestra patria, que sellaría definitivamente la Independencia del Perú y América, tras casi tres siglos de dominación.
En 1810 la corriente libertadora uniría a los pueblos y culturas de toda américa del sur, en la lucha por su independencia del yugo colonialista, naciendo como estados nacionales independientes bajo regímenes republicanos, de los cuales el Perú seguiría el mismo destino, pese a ser uno de los centros del dominio militar-administrativo en la región.
Ello demandaría una lucha titánica de larga data, donde los esfuerzos y sacrificios de los patriotas peruanos los convertirían en “Soldados de la Libertad”, soldados formados en el fragor del combate y endurecidos batalla a batalla, que lograrían consolidar nuestra nacionalidad. Meses previos a la batalla decisiva, el 6 de agosto de ese año, nuestros patriotas con sable en mano y lanzas en ristre se enfrentaron a los realistas en la Pampa de Junín, transformando la lucha en victoria patriota, gracias al coraje del “Regimiento Húsares del Perú” bajo el comando del coronel Isidoro Suárez y la atrevida acción del sargento mayor Andrés Rázuri Esteves, decisión que marcó el inicio de los momentos de gloria de nuestro batallar.
A este triunfo el general Simón Bolívar lo proclamaría como el preludio de la victoria total, diciendo: “bien pronto visitaremos la cuna del imperio peruano y el templo del sol. El Cuzco tendrá en el primer día de su libertad más placer y más gloria que bajo el dorado reino de sus incas”. La cita con el destino para la victoria final se cumpliría al amanecer del 9 de diciembre de 1824 en la Pampa de La Quinua, situada al pie del cerro Condorcunca, terreno de suave pendiente e inhóspito lugar de nuestros andes centrales, donde el sol se abre paso sobre la montaña, el cielo azul huantino y dejando espacio suficiente para que los contendientes desplieguen su mejor arte en la maniobra militar.
Hoy despierta en nuestra memoria la solemne frase del general Antonio José de Sucre, quien motivando a sus hombres previo a la batalla pronunciara: ¡Soldados! ¡De los esfuerzos de hoy depende la suerte de la américa del sur! ¡Otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia!; moviendo así la voluntad vencedora de los Titanes de Ayacucho. La batalla se inició a las diez de la mañana de un día como hoy hace 196 años, cuando las tropas de vanguardia al mando del general realista Valdez atacan por la izquierda a las fuerzas de Sucre, precisamente a la División del Perú al mando del general José de La Mar.
Mientras tanto, el resto de las fuerzas realistas descienden frontalmente desde las elevaciones del Condorcunca, abandonando sus posiciones defensivas y cargando contra el grueso patriota al que esperaba encontrar desorganizado. Sucre se percata de esta intrépida maniobra, es testigo de la destrucción del Regimiento Primero del Cuzco al mando del coronel español Joaquín Rubín de Celis, quien debió proteger el emplazamiento de su artillería, la cual se encontraba aun despiezada y sobre sus mulas.
El impulso del ataque realista se encuentra con la resistencia de las tropas peruanas. esta resistencia es aprovechada por la División del general colombiano José María de Córdoba; quien, apoyado por la caballería de Miller, lanza la carga decisiva, en compactas formaciones de línea, exclamando a viva voz “¡División, armas a discreción, de frente, a paso de vencedores!”. Esta decisión definió el triunfo para los patriotas luego de tres horas de combate.
El Gran Libertador Simón Bolívar, al enterarse del resultado de la batalla manifiesta: "la Batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre. La disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina. las generaciones venideras esperan la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad, dictando a los americanos ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza".
La Batalla de Ayacucho fue el epítome del esfuerzo libertario de la américa unida y el último gran enfrentamiento de las campañas terrestres para la emancipación nacional, el retiro del Ejército Realista y la capitulación militar que pondría fin al Virreinato del Perú, y cuya fecha sería instaurada como el Día del Ejército del Perú, en honor a todos aquellos hombres de ayer, de hoy y de siempre, protagonistas de los hechos que conforman la historia nacional, con ejemplos de valor, entrega y heroísmo.
Hombres que heredaron orgullo, sabiduría y voluntad férrea de las primeras culturas que poblaron nuestra tierra; nobles incas, que levantaron un imponente imperio, civilización más importante de toda américa del sur; herederos de Pachacútec, Rumi Ñahui, Cahuide, bravos guerreros del Tahuantinsuyo, que hoy son símbolos de resistencia. Es por ello por lo que, el Ejército del Perú con más de 3,000 años de historia, nacería oficialmente con la creación de la “Legión Peruana de la Guardia”, el 18 de agosto de 1821 por Decreto Protectoral del general Don José de San Martín y Matorras, luego de proclamar la Independencia del Perú y con el fin de que sea un cuerpo orgánico que patentice su formación.
También se crearían las primeras unidades históricas como: el “Escuadrón de Auxiliares de Ica”, “Batallón Cazadores del Ejército”, “Batallón de Leales del Perú” y “Escuadrón de Húsares de La Escolta”, todas ellas desbordadas por el patriotismo de sus integrantes prestos a sacrificar sus vidas, por el bien del Perú.
Esto iniciaría una tradición de honor, cuyos hombres concentrarían sus acciones en mantener al Perú libre e independiente, otorgándole el lema de “jamás rendido”, de reconocimiento mundial, teniendo en el coronel Francisco Bolognesi Cervantes, Gran Mariscal del Perú a su patrono y máximo exponente de valores y virtudes.
En el Combate del 2 de Mayo, el valeroso Ejército Peruano dirigido por nuestro héroe nacional, José Gálvez Egusquiza, apagaría la intención colonialista, rechazando con el fuego de las Baterías del Callao un nuevo intento de dominación, lo que en palabras del historiador Jorge Basadre, “lograría robustecer el espíritu nacional peruano”, convirtiéndose más que en una jornada militar, en una jornada cívica.
Las acciones bélicas en la Guerra del Pacífico entre los años de 1879 y 1884 fueron los momentos más difíciles de nuestro abnegado trajinar, de esos tiempos heredamos las mejores lecciones de entrega y sacrificio que conservamos hoy en día. En Arica, Ugarte nos enseñó el amor hacia la bandera y Bolognesi nos inculcó a entregar la vida por el cumplimiento de nuestros deberes. Desde los andes centrales el Mariscal Cáceres nos dio la ejemplar lección de resistir para posteriormente levantarnos con dignidad.
En la guerra del año 1941, con el Mariscal Eloy Gaspar Ureta Montehermoso, y su notable capacidad de estratega militar, se obligó a respetar los derechos del Perú sobre su territorio, rechazando las intenciones venideras del norte, y luego de cruentos combates con tenaz resistencia, haría respetar los límites de nuestra patria.
En el conflicto de la zona conocida como Falso Paquisha, del año 1981, rechazaría la intromisión extranjera mediante la realización de las primeras operaciones militares helitransportadas de la región, se expulsaría a quienes pretendían desconocer los tratados limítrofes existentes. Durante la lucha contra el terrorismo, el Ejército enfrentó la escalada armada de grupos subversivos establecidos en el centro y sur del país que buscaban destruir al estado democrático e instaurar un estado socialista, convirtiéndose en actor clave para su desarticulación, como parte de la estrategia contrasubversiva gubernamental, la que priorizó la obtención de la adhesión de la población, derrotando a las organizaciones subversivas y capturando a sus dirigentes.
A inicios del año de 1995, el ejército se batiría en dos frentes, el Conflicto del Cenepa obligaría a replegar gran parte de los soldados que habían estado combatiendo la subversión para desplegarlos en la nueva zona de combate, demostrando la capacidad y templanza de sus soldados, quienes se inmortalizarían como “Los Gigantes del Cenepa”, hoy reconocidos como defensores calificados de la patria.
La Operación Chavín de Huántar sería considerada como una de las mejores operaciones de rescate de rehenes del mundo, donde los comandos peruanos demostrarían, el nivel de preparación y entrenamiento de nuestras fuerzas armadas en operaciones especiales, y se cubrirían de honor el coronel Juan Valer Sandoval y el capitán Raúl Jiménez Chávez, dando una lección de sacrificio, al poner el pecho para evitar que la bala de la traición detenga el progreso y bienestar del Perú.
Hoy te digo Perú, que tu Ejército, siempre estará allí ejerciendo su presencia a lo largo y ancho de toda tu hermosa y diversa geografía, jóvenes soldados que con entusiasmo desmedido y enorme voluntad de servicio, que siguen a sus líderes con ahínco en la más noble de tradición de las armas. Participa activamente en el desarrollo nacional, realizando acciones militares que llevan esperanza a las personas afectadas por los fenómenos naturales que golpean las zonas más alejadas de nuestro territorio nacional.
En las inexploradas alturas de la Cordillera del Cóndor, cumple labores de desminado humanitario y se patrulla los ríos como el Amazonas y Putumayo otros, evitando que se lleven la riqueza de tus bosques. En Madre de Dios lucha contra la minería ilegal, mal que arrasa y envenena tus tierras, bosques y ríos tropicales; y, en los Valles de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro, lucha contra la bestia bicéfala del narcotráfico y terrorismo, que tantos héroes se ha llevado.
Lucha en primera línea contra la pandemia del Covid-19, desplegando su fuerza operativa y medios de apoyo a nivel nacional, para cuidar que el orden contribuya a disminuir este mal que ha golpeado repentinamente la tranquilidad de la nación. Ejecuta acciones cívicas y de apoyo a entidades públicas y privadas mediante la distribución de alimentos en asentamientos humanos y centros poblados más vulnerables, con la entrega de artículos de primera necesidad y de nuestro emblemático pan bicentenario. Siempre allí, donde nadie más llega, haciendo obra, construyendo Perú, porque esa es su misión, porque esa es su vocación de servicio, tal como lo hicieran Bolognesi, Cáceres y Castilla, que demostraron que no hay satisfacción más grande que servir a su patria y ayudar a su gente.
En ese afán, se ha hecho necesario y primordial que nuestro Ejército se siga preparando e inicie un proceso de transformación institucional, involucrando aspectos trascendentales como la revisión y rediseño de sus procesos, la modernización de sus recursos y la revisión de su doctrina, que permitan cerrar las brechas existentes, generadas por el paso del tiempo. Nuevas amenazas han incrementado su efecto nocivo hacia la soberanía e integridad territorial de nuestra región, lo que nos exige contar con un Ejército Multimisión, con una fuerza moderna, de organización modular, que cumpla múltiples funciones, polivalente y organizada bajo el principio de armas combinadas, con capacidades estandarizadas, que nos permita engranarlas y actuar en alianza con otras fuerzas e instituciones, nacionales e internacionales, para combatirlas.
Asimismo, nuestro Ejército reafirma su presencia internacional, con la participación de nuestro personal en Operaciones de Paz, llevando fe y esperanza a todo el mundo; participa en la conservación ambiental e investigación científica, operando la Estación Machu Picchu, en la Antártida.
Cumple acuerdos de cooperación académica con varios países, intercambiando doctrina, enviando personal militar para su educación especializada, muchos de los cuales son reconocidos por ocupar puestos de excelencia. cumple misiones diplomáticas y de colaboración tecnológica que permiten elevar el nivel y capacidad de prestación de servicios. El próximo año el Perú republicano y el Ejército unido a su historia, cumplirán doscientos años, gracias a la grandeza de los patriotas peruanos que lucharon por su libertad y derechos, contra el abuso y la injusticia; todos esos peruanos fueron soldados de la libertad.
El Ejército de hoy, está conformado por los nuevos soldados de la libertad, hombres y mujeres, que se baten día a día, por mejorar el Perú, aportando con sus acciones la seguridad necesaria para que este se desarrolle adecuadamente, su compromiso está con el pueblo y su bienestar en todo lugar donde exista una guarnición militar.
Hombres y mujeres: Tenemos la dicha de haber nacido en esta hermosa tierra plena de libertad, bendecida por la abundancia y heredera de una copiosa diversidad cultural. Hoy, que nos reunimos para rememorar a los peruanos caídos en la lucha por la Independencia del Perú y América, los invito a renovar nuestro compromiso de honor para con la patria, y a esforzarnos día a día para ser mejores personas, a trabajar unidos por el progreso y desarrollo del Perú y a defenderlo con todas nuestras fuerzas, de los enemigos que lo quieren ver subyugado, atrasado y servil, recibamos el bicentenario como lo soñaron quienes nos antecedieron.
Soldados, que tenemos el honor de integrar el Glorioso Ejército del Perú, somos orgullosos herederos de un Ejército ¡jamás rendido!, ¡Esforcémonos! para que nuestra institución siga adelante con su proceso de transformación, ¡Consolidémoslo! como un Ejército disuasivo, reconocido y respetado, alimentado por los valores y virtudes de sus acciones, que emulan la memoria y esencia de nuestros heroicos soldados, único motor de confianza y desarrollo para ver a nuestro Perú más unido y floreciente.
¡Siempre unidos!, ¡Siempre firmes!
¡Siempre dignos!
¡Hasta quemar el último cartucho! ¡Viva el Ejército! “