Los nuevos buques anfibios de la Royal Australian Navy (RAN), el HMAS Canberra y el HMAS Adelaide se encuentran actualmente en la base naval de Garden Islands, en Sydney, pendientes de que se repare un fallo detectado en sus sistemas de propulsión. El HMAS Canberra estaba participando en las pruebas de los helicópteros Tiger de las que informamos recientemente cuando se detectó un problema en uno de los pods acimutales o azipods que forman parte del sistema de propulsión.
Según un comunicado del Ministerio de Defensa australiano del pasado lunes 27 de marzo del que se han hecho eco los medios locales, un equipo técnico de la RAN está trabajando desde entonces en la reparación de la avería, que podría llevar entre una semana y diez días. La Royal Australian Navy lidera el programa de reparación pero cuenta con el apoyo de la empresa española Navantia, según se nos confirmado.
Según el citado comunicado, las inspecciones “no tendrán impacto en las misiones de la Royal Australian Navy”. Esta afirma que como medida de prudencia, una vez que se detectó la avería en el HMAS Canberra, se decidió realizar una revisión en su gemelo, el HMAS Adelaide, constatando que podría darse el mismo problema, por lo que se decidió llevar ambos buques a la citada base naval donde se está determinando la complejidad de los trabajos a realizar y la estrategia de reparación.
El sistema de azipods
Los buques logísticos de la Royal Australian Navy, del tipo LHD (Landing Helicopter Dock) están basados en el Buque de Proyección Estratégica (BPE) Juan Carlos I construido por Navantia para la Armada española.
Como sistema de propulsión emplean un par de pods acimutales o azipods (o simplemente pods) a popa en lugar de hélices convencionales, alimentados por energía eléctrica. Son motores eléctricos de imanes fijos con una potencia de 11 Mw cada uno y que tienen la particularidad de poder girar 360 grados, con lo que ejercen también como timón de dirección, facilitando además la realización de maniobras en puerto o durante operaciones anfibias. Cada pod tiene juegos de hélices de paso fijo de 4,5 metros de diámetro, sistema de propulsión que permite al buque alcanzar una velocidad máxima de 21 nudos.
El Juan Carlos I fue el primer buque de la Armada española en recibir un sistema de propulsión eléctrica como este que fue evaluado durante las pruebas de mar como el resto de sistemas, antes de su entrega a la Armada. Durante estas se detectó un problema en los azipods al detectarse cavitación (aparición de burbujas de aire en el borde de ataque de las palas) en las palas delanteras de cada uno de ellos (cada azipod tiene dos juegos de hélices, uno delantero y otro trasero) que generaban ruido y vibraciones.
Los pods fueron diseñados y construidos por el consorcio alemán formado por Schottel y Siemens que tras realizar esta un estudio, determinó que había que cambiar la carena de los encastres de dichos pods por otros de nuevo diseño. También se rediseñaron las palas de las hélices delanteras, que se sustituyeron ese mismo año durante la primera entrada en dique.
Se da la circunstancia de que estas modificaciones se introdujeron en el diseño de los buques encargados por Australia y que fueron aplicadas por el astillero de Fene-Ferrol de Navantia. (José Mª Navarro García)
Fotografía: El HMAS Canberra (RAN)