Julio de 1996, el vuelo de una bandada formada por cuatro Hawker “Hunter” (Cazador) sobre la base aérea de Los Cerrillos, cercana a Santiago, tuvo un gran significado: abandonaba estos cielos para siempre uno de los aviones de combate más famosos de la Fuerza Aérea Chilena (FACh) y un clásico, por su efectividad y elegancia, de la industria británica.
El momento cumbre de la conmemoración se alcanzó cuando, ante más de doscientos hunteristas chilenos, despegaron los cuatro aviones citados. Dos de ellos, monoplazas, los pilotaban el comandante en jefe de la FACh, general Ramón Vega, y el jefe del Estado Mayor, general Fernando Rojas, y en los otros dos, biplazas, habían tomado asiento, respectivamente, el inspector general de la FACh, general Jaime Estay, y el jefe de Logística, general Florencio Dublé, y el director de Operaciones, general Enrique Montealegre, y el comandante Patricio Saavedra, último jefe del Grupo nº 8 equipado hasta ese momento con Hunter.
SOBRE EL PALACIO DE LA MONEDA
El interés de Chile por los Hawker Hunter, tiene sus orígenes en 1965 cuando la FACh, dotada entonces con cazas Vampire Mk-1 y T Mk-55, además de con F-80C y T-33 A, evaluó la posibilidad de equiparse con F-86F Sabre, disponibles a la sazón en los Estados Unidos. Era la época en la cual Washington proveía de buena parte de su material bélico a Iberoamérica a través de los canales del Military Aid Program, beneficiando en algunos casos a las Fuerzas Armadas locales con transferencias gratuitas. De hecho, los Sabre ya se encontraban en servicio desde 1960 en la vecina República Argentina y no menos de cincuenta serían adquiridos por Venezuela, en Alemania, en 1967. Sin embargo, una absurda política exterior estadounidense, aplicada en daño de los intereses chilenos, dilató la transferencia de los F-86F lo que motivaría el estudio de soluciones alternativas en Europa.
foto: Línea de “Cazadores’. La modernización permitió extender, más allá de lo imaginable, la vida de estos aviones.
Fue así, y dado que ya se contaba con la experiencia de los Vampire, como una comisión evaluadora viajó al Reino Unido, en septiembre de 1966, para probar el Hunter. Como los resultados fueron positivos, apenas un mes más tarde se formalizaba la compra de 21 ejemplares. El lote estaba formado por los aviones Mk-6 de segunda mano pertenecientes a Bélgica, Holanda y Reino Unido, siendo modificados por Hawker Siddeley a los estándares FGA Mk-71, FR Mk-71A y T Mk-72. Las nuevas adquisiciones llevaron las matrícul s (700-714) los FGA, (715-717) los FR y (718-720) los biplazas.
Una de las características del modelo chileno eran los cuatro soportes situados bajo las alas, que permitían llevar 1.300 kg. de carga externa, y otra el motor Rolls Royce Avon Mk-207, de 4.610 kg. de empuje máximo. Disponía, además, de una mira de tiro Mk-8 y de un radar de tiro/distancia Mk-1. El armamento estaba formado por cañones Aden, bombas Mk-81(250 libras), Mk-82 (500 lbs) y Mk-83 (1.000 lbs), además de cohetes Matra SNEB 122/155 y SURA P-3/US-3. La variante FR 71A montaba un sistema de cámaras F-95, compuesto por una de nariz F-4 y dos laterales F-12. Los tres modelos adquiridos, contaban con depósitos suplementarios de combustible de 100 y 230 galones y el piloto volaba sobre un asiento eyectable Martin Baker Mk-3H.
foto: El general Ramón Vega, comandante en jefe de la FACh, puso personalmente fin, con un vuelo, a la historia de los “Hunter” chilenos.
Las entregas, vía marítima comenzaron en octubre de 1967 para concluir en septiembre del año siguiente, siendo entregados al Grupo nº 7 de Los Cerrillos. A su vez, los F-80C y T-33 A eran transferidos al recientemente formado Grupo nº 9 de El Tepual, en la ciudad de Puerto Montt.
Los excelentes resultados obtenidos, además de una eficiente integración al sistema y concepto logístico británicos, motivaron proponer la compra de un segundo lote de Hunter. Otros nueve Mk-6 modernizados al estándar Mk-71 (722-730) y un T Mk-72 (721) fueron adquiridos en 1969, entregándose entre diciembre de 1970 y septiembre de 1971. La segunda partida equipó al Grupo nº 9 Panteras Negras que se desprendía finalmente de los viejos F-80 y T-33, pasando a ser, en El Tepual, la nueva unidad equipada con Hunter. En 1972, a dos de sus aviones les correspondió la misión de atacar e incendiar al buque Napier que, al encallarse a 300 millas de Puerto Montt, derramaba combustible en la zona hasta aquel momento incontaminada. Tras cinco pasadas durante las cuales se hizo-fuego de cohete y de cañón, el Napier quedó envuelto en llamas.
Al año siguiente, Chile, se aproximaba a cambios dramáticos y fundamentales en su Historia moderna. En primavera, el Grupo nº 7 dejaba la base aérea de Los Cerrillos, presumiblemente por motivos de seguridad, empezando a operar desde El Tepual, junto a los Hunter del Grupo n° 9.
A las 11:50 del 11 de septiembre de 1973, día del golpe de Estado que supuso el derrocamiento de Salvador Allende, dos Hunter (FR Mk-71A dado que existen fotografías de la acción) del Grupo nº 7 bombardeaban el palacio de La Moneda, en Santiago, cubriendo además otros objetivos en la capital. Los dos aparatos, tras hacer una escala nocturna en el aeropuerto de Carriel Sur, en la ciudad de Concepción, efectuaron unas doce pasadas sobre La Moneda disparando cohetes SURA P3 /US-3, de 2,75 pulgadas, explosivos y penetrantes. Los cohetes fueron disparados mientras los Hunter volaban a unos 500 metros de altura y a una distancia de 800 m del blanco. A las 12:15, la misión había concluido quedando constancia de que ningún cohete marró su objetivo. Los Hunter del Grupo nº 7 también cumplieron vuelos operacionales sobre Santiago durante todo el transcurso del día (1).
(1) Cabe destacar que existe un obvio y estricto velo sobre esta misión y toda la información presentada proviene de periódicos de la época.
Pese a las dificultades siempre mayores a la hora de obtener aviones y repuestos y con las relaciones ango-chilenas bastante deterioradas, la FACh inició las negociaciones para adquirir un tercer lote de Hunter en el Reino Unido, a finales de 1973. En febrero del año siguiente fueron modernizados al estándar Mk-71 (733 y 737), tres FR Mk-71A (734, 735 y 738) y un T Mk72 (736) dos FGA Mk-4 destinándoseles a reemplazar el material perdido en los casi siete años de intenso servicio. Resulta necesario señalar que el Hunter fue, durante muchísimo tiempo, la punta de lanza de la Fuerza Aérea y, dentro de las doctrinas tácticas, virtualmente nunca le fijaron una altura mínima de vuelo, lo que se tradujo también en más de treinta accidentes y en la muerte de catorce pilotos chilenos y dos extranjeros en sus veintiocho años de servicio.
Cabe recalcar que la entrega de este tercer lote a la FACh tuvo una considerable relevancia en la época. La denominada Operación Atlante, despertó gran interés al decidirse que los aviones volasen directamente desde el Reino Unido a Chile, dado los altos costos del transporte marítimo y los bajos presupuestos con los que se contaba en la época. Los seis aparatos, divididos en dos escuadrillas y apoyados por un C-130 H del Grupo nº 10, recorrieron más de 14.000 km., de los cuales 2.253 sobre el Atlántico. Las escuadrillas cubrieron el tramo, en enero la primera al mando del comandante Mario López, y en febrero la segunda conducida por el comandante Fernando Rojas. La Operación Atlante, no hizo más que demostrar que Chile poseía en aquel entonces la mayor experiencia en Hunter, siendo la FACh, respecto a ellos, un órgano de consulta a nivel mundial.
foto: Volando sobre los Andes y sobre el amasijo urbano de la ciudad de Antofagasta.
En septiembre de 1974, el Gobierno chileno aceptaba la oferta de los Estados Unidos que ofreció quince Northrop F-5E y tres F-5F, para reemplazar a los Hunter del Grupo n° 7. Las entregas comenzaron a mediados de 1976 siendo completadas el 1 de octubre del mismo año. El Grupo nº 7, al llegar los F-5, fue trasladado de Los Cerrillos a Cerro Moreno en la ciudad de Antofagasta.
La disponibilidad de los Hunter del Grupo nº 7 permitió que fuesen enviados al Grupo nº 8, en Cerro Moreno, que en la época aún operaba los viejos B-26 Invader y los De Havilland Vampire, una heterogénea línea de vuelo que habría de perdurar durante varios años más.
La situación se mantuvo sin cambios hasta mayo de 1975, cuando por razones de logística y estratégicas el Grupo nº 9 Panteras Negras fue trasladado a Cerro Moreno, junto con los Grupos n° 7 y nº 8. Un año después, las Panteras Negras una vez más demostraban su alto nivel de preparación al derribar, en combate simulado, al as de la Aviación israelí de la Guerra de Yom Kippur, quien fue huésped de la unidad por unos dos meses (2).
(2) La Guerra del Yom Kippur, o del Ramadán, tuvo lugar entre Israel, por un lado, y Siria y Egipto, por otro, en octubre de 1973.
Desgraciadamente, este nuevo organigrama no habría de perdurar dado que el embargo impuesto por el Reino Unido afectó a la línea de vuelo de los dos grupos norteños. La incapacidad para obtener repuestos cerca de los fabricantes y los altos costos de adquisición en países terceros, como la India, forzaron la desactivación del Grupo n° 9 a finales de 1981, debiéndose integrar todo el material de vuelo y personal al Grupo nº 8.
foto: El sistema de armas del “Cazador” fue muy efectivo en su época.
EL PROGRAMA DE MODERNIZACIÓN “AGUILA”
La reticencia a la hora de venderse material de vuelo moderno a Chile, tuvo efectos directos en los Hunter iniciándose en 1981, los estudios de modernización a cargo de la entonces División de Electrónica (actual DTS) de la Empresa Nacional de Aeronáutica (ENAER). La factibilidad técnica y la adquisición de un cuarto lote de Hunter se tradujeron en el programa de modernización Águila aunque entre mediados de 1982 y principios del año siguiente el Reino Unido concretaba la entrega de doce FGA Mk-9 (743-754) y de dos T.67 (741-742). Resulta interesante destacar que en ese momento, ENAER ya se hacía cargo de todos los escalones de mantenimiento e incluso fabricó un Hunter GFA Mk-71 (X-001, posteriormente 740) utilizando partes de dos FGA Mk-71 (700 y 707) y las alas de un FR Mk-71A (735) dados de baja.
El programa Águila, tuvo como meta la recuperación y modernización del material de vuelo del Grupo nº 8, siendo la instalación del sistema Caiquen II/Eclipse lo más relevante: El Caiquen I había nacido un poco antes, en 1976, para satisfacer las necesidades de un sistema de alerta radar (RWR) de proyecto y concepto nacional, siendo instalado experimentalmente en el ya citado Hunter FGA MK-71. En cuanto al Caiquen II, su versión definitiva, resultó ser un sistema de alerta radar pasivo con receptor de vídeo de cristales de banda ancha y un procesador digital rápido. Operando en las bandas de frecuencia de 2 a 18 gigahertzios, cubría los 360 en acimut y ±40º en elevación. Estaba compuesto por ocho módulos (cuatro en el timón de profundidad) pesando tan sólo 8 kg. Un panel conectado con el lanzador de señuelos Eclipse, también de ENAER, le permitía disparar bengalas MJU-7/B y “chaff” RR-170. En cada unidad de lanzamiento, el Eclipse podía emplear cuarenta bengalas antirradar y veinte chaff, siendo los intervalos de lanzamiento de 0,25 a 3,5 segundos en modo automático.
foto: Un “Hunter” en primer plano y, al fondo, un F-5E en la base aérea Cerro Moreno, de Antofagasta.
El programa Águila contempló igualmente la racionalización de no menos de cinco tipos de cabinas (un perenne problema para los pilotos), reemplazándose algunos instrumentos de vuelo (horizonte artificial, actitud) de procedencia británica, por otros de origen y estándar estadounidense, además de la instalación de una nueva radio UHF. Por último, el Hunter recibió un refuerzo en su sistema de armas al ser modificado y cableado para lanzar dos misiles aire-aire Rafael Shafrir II, de fabricación israelí, ampliando la variedad de armas que entonces incluía bombas de racimo CB-250/500K y cohetes SBAT-70, además de bombas multipropósito frenadas. El programa de ENAER concluyó en 1985, lográndose modernizar diecisiete FGA Mk-71, tres FR Mk-71A y cuatro T Mk-72.
Resulta significativo resaltar que la mayoría de los aviones modificados pertenecieron a los primeros tres lotes adquiridos por la FACh, dado que los FGA 9 y T.67 del último volaron apenas dos años, siendo posteriormente utilizados como fuentes de repuesto. Uno de los problemas de los Hunter del último lote, vino dado por los motores Avon que tenían demasiadas horas de vuelo lo que les dejaba un margen operacional muy limitado. Otra cosa fue el estado de las células. Muchas de las alas de los FGA Mk-9 terminaron en los fuselajes de los FGA y FR 71, siendo los últimos Hunter chilenos unos verdaderos híbridos.
EL FINAL
Con el arranque de la presente década, y pese al programa Águila, resultaba evidente la necesidad de reemplazar al Hunter que, a despecho de sus veinte años de servicio en Chile y más de treinta y cinco desde su concepción, era aún extremadamente popular y atractivo entre sus pilotos. Frecuentes ejercicios de combate simulado contra Mirage M-50 y F-5E e incluso contra aviones embarcados norteamericanos, demostraron que aún se hacían respetar.
foto: Dos veteranos de origen británico bajo los colores de la FACh: un “Canberra” y un Hawker “Hunter”
Continuas postergaciones de orden mayoritariamente financieras, concurrieron a que su reemplazamiento se dilatara varios años más. Paralelamente, un desafortunado accidente en las cercanías de Antofagasta, con la lamentable pérdida del piloto, obligó a la FACh a estudiar minuciosamente las causas de lo ocurrido, descubriéndose que graves fallos estructurales habían provocado la explosión de la turbina en vuelo. La vida del Hunter estaba sentenciada al tener que dar de baja el 75 por cien de los motores disponibles, llegándose a la situación de contar con más células eficientes que motores. Aún así, la decisión era irreversible, dado que el sustituto del clásico y elegante Hunter ya tenía nombre: Elkan.
Los últimos Hunter no morirán. Todos van a terminar en el Museo del Aire y del Espacio, en Los Cerrillos, su primera cuna, y serán utilizados para futuros intercambios con otros aviones de interés histórico. El Hunter es un avión cotizado y entre otros, dos deberían ir a Egipto a cambio de un MiG-17 y de un MiG-19.
La FACh se dispone a enfrentar el nuevo siglo con los Pantera, Elkan y Tigre III, pero aún así muchos pilotos de combate chilenos llevarán con mística y nostalgia el recuerdo del viejo y fiel Cazador.
Tal vez citando al general Jaime Estay, primer piloto chileno de Hunter, pueda entenderse la mística hunterista: “La verdad es que con esto de disparar y oler la pólvora dentro de la cabina, uno se sentía soldado en toda su dimensión”.
Nota: El autor agradece la gran ayuda proporcionada por el Sr. Rino Poletti y por la oficina de Relaciones Públicas de la Fuerza Aérea de Chile.
Revista Defensa nº 219/220 Julio/Agosto 1996, Cristian Marambio