El pasado mes de mayo se le aprobó a la Fuerza Naval de El Salvador (FNES) un monto de 13 millones de dólares para hacerse de un buque patrullero oceánico (Off-Shore Patrol Vessel, OPV). Anteriormente, en 2019, el ministro de Defensa había especificado que se buscaría un navío de entre los 50 y 78 metros de eslora y similar al OPV-62M en uso en Honduras. Sin embargo, ese navío hondureño, denominado FNH-2021 “General José Trinidad Cabañas”, tuvo un costo de 56 millones de dólares, pues deriva de la corbeta misilera israelita Sa’ar 4, de 62 metros de largo, con gran capacidad de combate naval.
Los fondos disponibles a la FNES apuntan así a algo diferente, como podría ser un modelo “Sea Axe” 5009 de entre los 50 y 55 metros cuyo casco de acero marino básico sirve de punto de partida para las versiones de patrulla oceánicos FCS-5009 Security, FCS-5009 Patrol y el DSPa-5009, diferenciándose uno del otro solamente en la superestructura, que es de aluminio. El costo de uno de estos navíos ha rondado precisamente alrededor de los 13 millones de dólares, pues la sociedad ambientalista Sea Shepherd pagó 12 millones de dólares por el FCS-5009 Ocean Warrior y, de igual manera, Trinidad & Tobago destinó unos 75 millones de dólares a dos FCS-5009 Security y cuatro DSPa-5009, lo que se traduce a 12,5 millones de dólares por cada uno de ellos.
Un FCS-5009 para El Salvador necesitaría de un sistema Voyager II FLIR, o similar, para proporcionar un mínimo de capacidad de vigilancia adicional y a todo tiempo; dos grúas pescante hidráulicas de brazo articulado para bajar y recuperar dos lanchas interceptoras a borda y estribor, y espacio para una cubierta de helicóptero ligero. Su armamento de autodefensa podría ser un cañón BAE MK-38 Mod. 2, adquirido de los excesos de la US Navy o el USCG, u otro modelo calibre 25x137mm, y aceptando que la humedad hacia adelante no es un mayor problema porque cualquier tarea de patrulla armada debe ser de naturaleza secundaria para estos buques. La opción de motores incluye el C32, que de paso es el mismo usado en el NCPV PM-15, o pueden optar por motores Cat-3516 para darle una velocidad promedio de más de 30 nudos sostenidos.
De haberse hecho la transacción por el OPV tempranamente (2019-2020) hubiese sido posible la adquisición de una segunda nave con financiamiento de los EE. UU, algo que hoy no parece posible. El requerimiento de la FNES es de dos a tres patrulleros oceánicos (OPV) y de dos a tres guardacostas, como el NCPV PM-15 recién llegado, y entre dos a tres buques de Apoyo Logístico y de Cabotaje, similares al FNH-1611 “Gracias a Dios", adquirido por Honduras por 13 millones de dólares, y al BL-1601 “Quetzal”, adquirido por 11,5 millones de dólares por Guatemala y ambos de la colombiana Cotecmar.
Expansión portuaria
La FNES mantiene a su Fuerza de Tarea Naval Tridente (FTNT) y patrulleros marítimos y lanchas interceptoras ocupando una sección de los muelles e instalaciones en la terminal portuaria de Acajutla. Esta “base naval” no es idónea, puesto que se trata simplemente de espacios e instalaciones concedidos por la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) dentro del mismo puerto.
Ahora, el Plan Cuscatlán del gobierno salvadoreño busca la modernización y ampliación del Puerto de Acajutla, a fin de de cuadruplicar su alcance total, potenciando su capacidad de carga y logística. Para ello se ha encargado a la surcoreana Dohwa Engineering Co. Ltd. el estudio de la posible ampliación del puerto, y se negocia con el Korea Eximbank (el banco de comercio exterior de Corea del Sur) para financiar la ampliación de dicha terminal marítima. El proyecto busca expandir la infraestructura "dentro del mar" con el objetivo de ampliar el espacio para recibir más contenedores.
Otro punto geográfico estratégico que podría asegurarse para la expansión es el vecino puerto artesanal, desde donde ya opera el Grupo Marítimo Policial, y que cuenta con aproximadamente 800 m2 equivalente a 1144.65 vrs2 de espacio, y el mismo que puede proyectarse hacia el mar, y hacia el muelle comercial, ampliándose plenamente todo el sector.
Con esto en mente, la ampliación del Puerto de Acajutla presenta una oportunidad para dotar a la FNES de nuevas instalaciones y muelles. La nueva base de la FNES puede proyectarse “dentro del mar” partiendo de los límites del muelle comercial y el artesanal, permitiendo el anclaje no solo de patrulleros oceánicos y guardacostas, sino también elementos de seguridad portuaria, remolcadores y navíos piloto, y de hacerse necesario, puede proporcionar un espacio adicional de atracaderos al puerto comercial. De la misma manera, unidades militares de naciones amigas, navíos hospitales, cruceros turísticos y otros tipos podrían anclar allí, sin afectar las actividades del muelle comercial.
Industria marítima
Los planes estratégicos económicos del actual gobierno buscan el desarrollo de la franja del litoral. Con ello, una expansión portuaria podría resultar en el establecimiento de un astillero que pueda servir de piedra a una nueva industria marítima, con capacidades particulares no solo en el mantenimiento y reparación de navíos oceánicos propios de la FNES sino también en la construcción de lanchas de cascos de acero marino, duraluminio y de fibra de vidrio para el mercado interno y luego para el exterior.
Lo cierto es que una expansión del servicio marítimo promete un nuevo servicio de guardia costera e incluso el desarrollo de la industria de construcción marítima. Anotamos que ya existe el Puerto de la Corporación Salvadoreña de Inversiones (Corsain) localizado en Punta Gorda y adyacente al Puerto de La Unión Centroamericana. Trata de un muelle tipo malecón de 300 metros de longitud y profundidad de calado máximo de 9 metros, que cuenta con un varadero para buques de hasta 1.750 toneladas. Esa misma industria marítima podría suministrar los mismos navíos de la FNES, como lo hacen las alianzas estratégicas de Damen con astilleros en el continente, mencionándose Halifax/Damen (Canadá), Cotecmar/Damen (Colombia), DAMEX (Cuba), ASTINAVE (Ecuador), UCOCAR (Venezuela), ASTIMAR (México), Bollinger (EE. UU) y Metal Shark (EE. UU).
Todo esto no solo beneficiaría al servicio marítimo nacional y al transporte marítimo, sino que serviría de complemento de los proyectos estratégicos del gobierno.
Fotografía: Navio taiwanes en Acajutla.