En un giro que se enmarca en la estrategia política para contrarrestar a China, el Gobierno de Australia ha decidido aceptar la oferta de Estados Unidos y Reino Unido para dotarse con submarinos de propulsión nuclear, lo que ha significado de facto cancelar su contrato con la francesa Naval Group, que iba a suministrarles una flota de 12 unidades de un modelo convencional.
La decisión es de tal calado que ha sido el primer ministro australiano, Scott Morrison, el encargado de anunciar el cambio radical de estrategia durante una comparecencia en Canberra, el 16 de septiembre. Políticamente hablando estamos una decisión histórica, acordada entre los Gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Australia, que pone en marcha un ambicioso pacto de seguridad para compartir las más avanzadas tecnologías en el campo de defensa naval.
El pacto, que ha sido bautizado como AUKUS, acrónimo de estas naciones en inglés Australia, United Kingdom, United States, busca reforzar la capacidad naval en el área de Indico-Pacífico frente a la cada vez más pujante Armada del Ejército de Liberación Popular de China. La gran perjudicada de esta reedición de la tradicional alianza anglosajona es Francia, a la que el Gobierno de Canberra ya ha informado que rescindiría el macro contrato con la compañía estatal Naval Group, para construir 12 de los más modernos submarinos convencionales.
Australia perderá los 2.400 millones de dólares australianos (1.487 millones de euros), que había ya invertido en este programa, firmado con la naval francesa en 2016. Aunque el programa del submarino con Francia, de la clase “Attack”, ya pasaba por grandes dificultades, por lo que el nuevo acuerdo, todo apunta, se estaría gestando desde hace años. En este sentido, Morrison señaló que cuando se cerró el acuerdo con la entonces DCNS (hoy Naval Group), la tecnología estadounidense para la construcción submarinos nucleares estaba vetada, ya que sólo la compartía con Reino Unido.
El político no relevo el modelo de submarinos de propulsión nuclear con el que se dotará a la Royal Australian Navy (RAN), ni tampoco ha facilitado, el número de unidades a construir, ni el coste del programa, pero toda apunta a que será milmillonario, dado que sí adelantó que el presupuesto australiano de defensa subirá por encima del 2,2% actual del producto interno bruto.
El programa supone un alto retraso en la renovación de los veteranos submarinos diésel-eléctricos de la clase “Collins”, dado que lo previsto era recibir el primero de los encargados a Francia en 2027. En este sentido, Morrison afirmó que esperaba que el primer submarino nuclear, que está previsto se construya en los astilleros de la localidad australiana de Adelaida, esté finalizado en 2040.
El acuerdo ha sido anunciado al máximo nivel, dado que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden compareció desde Washington, acompañado por videoconferencia por el premier británico, Boris Johnson, y Scott Morrison, para oficializar la entente, que previamente un funcionario norteamericano calificó de "histórica".
Las reacciones no se han hecho esperar, desde Pekín se asegura que el acuerdo "amenaza con dañar gravemente la paz regional... e intensificar la carrera armamentística". Tampoco en París ha sentado nada bien, en este caso por la pérdida del contrato. Así, el ministro de Exteriores galo, Jean-Yves Le Drian, afirmó en twitter, que Australia les había "golpeado por la espalda" y "traicionado la relación de confianza entre ambas naciones”. (Julio Maíz Sanz).
Fotografía: El submarino nuclear británico HMS “Ambush”, de la clase Astute, en unos años la RAN podría contar con una versión mejorada de éstos. (foto Ministerio de Defensa de Reino Unido).