En el salón parisino Euronaval se puso de manifiesto el deseo de ahondar en una próxima decisión para obtener buques de combate principales, tipo fragata o destructor, que serán comunes a varias armadas europeas, entre ellas la de España, y que entrarían en servicio en los años 2040.
Esa decisión, sustentada desde la Agencia Europea de la Defensa (EDA, European Defence Agency), sería óptima para fortalecer las capacidades navales de Europa de cara a futuras situaciones de crisis e hipotéticos conflictos.
Por lo que parece, el día 19 de noviembre se van a reunir los ministros de Defensa de varias naciones y podrían abordar la firma de un compromiso de cara a obtener ese preciado buque de combate al que se le postulan capacidades disruptivas en su potencial militar y revolucionarias en sus sistemas y formas furtivas.
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En unos pocos años podrían tenerse operativas las primeras corbetas europeas y una década más tarde abordarse la obtención de buques de combate principales.
Hay seis naciones especialmente interesadas en el buque de combate principal que se pretendería obtener y en el que se podrían llegar a invertir unos 20.000 millones de euros en las próximas décadas, haciendo que el esfuerzo para obtenerlo sea tan relevante como el que apuesta por el sistema de combate futuro FCAS (Future Combat Air System) o el carro de combate futuro que forma parte de MGCS (Main Ground Combat System).
A primera vista, y de ahí el interés de España, que en esa década debería reemplazar las actuales fragatas F100 de la Armada, que son hoy su puntal en lo que a buques de combate principales se refiere, se apostaría por una nueva generación de naves que serán radicalmente diferentes de lo que hasta ahora definía el concepto de fragatas o destructores.
Capacidades del futuro buque de combate europeo
Se postula una plataforma, a la que se estima un desplazamiento de unas 8.000 toneladas, optimizada para actuar con centro de una nube de combate que incluyera sistemas autónomos de superficie, aéreos y submarinos.
De las capacidades del futuro buque de combate europeo, por el que también se podrían interesar Francia o Italia entre otras naciones, se sabe que mantendrá un tamaño compacto y una sobresaliente capacidad para hacer frente a amenazas tan variopintas como misiles anti buque hipersónicos o pequeños UAV (Unmanned Aerial System).
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Por lo que hoy sabemos se apostaría por una nave con capacidades revolucionarias y con un diseño nada convencional ni clásico. (Starpoint)
La llegada a España de ese concepto impulsado desde la Unión Europea y auspiciada por fondos provenientes de PESCO (Permanent Structured Cooperation) aportaría un revolucionario concepto de navío modular con un alto nivel de automatización, una tripulación reducida y armas como las de energía dirigida ahora en boga. Podría optarse por un buque de combate de diseño común y una serie de módulos que cada país adoptase en función de determinadas necesidades concretas o para cumplir cometidos y misiones navales determinadas.
La idea tan positiva sería un refuerzo de la línea ya iniciada con la corbeta modular y multirol de patrulla (MMPC, Modular and Multirole Patrol Corvette) que ya aglutina esfuerzos, voluntades y fondos europeos y en la que también participa España. Sólo restaría que esos impulsos sirvan para aunar capacidades fabriles y empresariales de las distintas naciones en torno a un gran conglomerado industrial naval militar que se vislumbra como especialmente necesario de cara a futuras necesidades de buques para las diferentes marinas europeas. (Octavio Díez Cámara)
