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Balance del segundo año de guerra en Ucrania: ¿Jaque mate o tablas?

Obús autopropulsado 2S3 “Akatsiya “con capacidad para lanzar granadas guiadas 2K25 “Krasnopol”.
Obús autopropulsado 2S3 “Akatsiya “con capacidad para lanzar granadas guiadas 2K25 “Krasnopol”.

Se acaba de cumplir el segundo aniversario del inicio oficial de la guerra de Ucrania. El real ha de considerarse bastante anterior. Recordemos que allá por el año 2014, concretamente el 24 de julio, el Comité Internacional de la Cruz Roja declaró que, a la vista de la generalización y entidad de los enfrentamientos armados, Ucrania podía considerarse en estado de guerra civil.

Hace un año publicábamos el balance de los doce primeros meses (“Un año de guerra en Ucrania, causas, operaciones: posverdad o posmentira”). A fuerza de ser sinceros, ya entonces intuíamos que habríamos de redactar esta nueva entrega.

En este artículo nos centraremos en los principales eventos acontecidos en este segundo año. En un primer epígrafe daremos los más relevantes aspectos de las operaciones militares, posteriormente dedicaremos un segundo apartado a efectuar el siempre arriesgado pero necesario análisis prospectivo, aunque –lejos de efectuar agüeros y profecías sobre el arcano porvenir– nos limitaremos a enunciar y analizar aquellos factores que, a nuestro discretísimo juicio, más podrían influir en la evolución del conflicto. 

Centrándonos en los más importantes hechos de armas del periodo entre marzo del 2023 y febrero del 2024, podemos destacar dos fases y dos batallas. Así hablaremos de una primera fase, cuando Kiev anunció y ejecutó una ambiciosa operación ofensiva, que salió bastante mal y que dio paso a una segunda, donde los rusos recuperaron la iniciativa. En lo que concierne a las batallas. resulta obligado hacer referencia a Bajmut y Avdiivka. La Fase I de la ofensiva ucraniana (la anunciada) se desarrolló entre marzo y noviembre de 2023 y, a su vez, puede dividirse en dos subfases: preparación (entre marzo y junio) y ejecución (entre junio y noviembre).

Debemos hablar de la etapa de preparación pues, probablemente, en ella se selló el fracaso de la ejecución. Zelensky, notablemente animado por los también notables resultados de la ofensiva de 2022, anunció a bombo y platillo que el 2023 habría otra de mucho mayor éxito, pues la victoria sería total. En un alarde de imprudencia, también se pregonaron las líneas generales de los planes operativos. Se dijo que con los carros de combate (los esperadísimos Leopard, Abrams o Challenger) y otros vehículos blindados proporcionados por Occidente se constituirían potentes unidades acorazadas y mecanizadas que romperían el frente enemigo en varios puntos.

El esfuerzo principal se materializaría en la dirección de Orejov, Tokmak, Melitopol (oblast Zaporiyia) para partir a las fuerzas rusas en dos y dejar aislado Jersón y Crimea. Con tan explícita y valiosa información, los rusos (que andaban escarmentados por la experiencia del año anterior, cuando tuvieron que efectuar un apresurado y gravoso repliegue), tomaron nota del aviso y se dedicaron a planificar y preparar la defensa. Así, se construyeron unas sólidas líneas con abundantes fortificaciones, campos de minas y obstáculos contra carro.

Vender la piel del oso antes de cazarlo

Además, se adoptó un despliegue en profundidad con gran número y variedad de armas específicamente concebidas para neutralizar medios acorazados. Las ya citadas minas se plantaron a miles en la vanguardia de las posiciones, las unidades de primera línea fueron provistas de gran cantidad de granadas y misiles contra-carro, más atrás la artillería con proyectiles guiados (los famosos Krasnopol) y los carros de combate, y desde el aire una inmensa flotilla de UAV (Unmanned Aerial Vehicle) -entre los que destacan el Lancet y los artesanales pero letales FPV- complementada con escuadrillas de helicópteros de ataque (particularmente efectivo se mostró el KA-52 Alligator).

Tras varios meses de pregonar la ofensiva (tiempo que dieron al adversario para perfeccionar y reforzar sus defensas) la operación comenzó oficialmente el 8 de junio y pronto pudo comprobarse que el presidente ucraniano había vendido la piel del oso ruso mucho antes de cazarlo. Los ataques ucranianos tuvieron lugar según lo anunciado. Sin embargo, los resultados no se parecían en nada a los que Zelensky había prometido a sus ciudadanos y a sus aliados.

Un mes después, el 8 de julio, aparecía en www.defensa.com un artículo (La esperada ofensiva ucraniana) que daba cuenta de los, en comparación con la ofensiva del verano 2023, pobrísimos resultados de esta. El documento constataba como, mientras el año anterior los avances ucranianos se medían en km. ahora se miden en m.; mientras que el verano pasado las pérdidas eran mínimas, ahora son enormes.

En aquellas mismas fechas, a pesar de la adversidad, el eficiente y sobresaliente aparato propagandístico de Kiev hacía esfuerzos por maquillar los resultados. Así, la viceministra de Defensa ucraniana Hanna Malyar celebraba la liberación de hasta siete pueblos en el sector de Zaporiyia y ponía en gran valor avances de entre 250 y 700 m. en dirección a la ciudad de Bajmut. Publicitar como triunfos tan ridículos logros lleva a pensar que la Malyar sabe mucho de propaganda o muy poco de asuntos militares (o ambas cosas). No obstante, hay que reconocer que consiguió su propósito, pues la inmensa mayoría de los medios de comunicación –nacionales y extranjeros– replicaban su mensaje, haciendo bueno aquello de al mal tiempo, buena cara y transmitiendo un notable e infundado optimismo.

El optimismo, a pesar de los ínfimos avances y colosales pérdidas, se mantuvo casi todo el verano (probablemente gracias a una agresiva y eficaz gestión de la propaganda). Sin embargo, pasado agosto, y a pesar de los esfuerzos en el terreno mediático, comenzaron a saltar las alarmas. El 2 de septiembre, el nada sospechoso, pero realista. John Mearsheimer (ciudadano estadounidense, que sirviera en la USAF y que actualmente es prestigioso profesor de ciencia política en la Universidad de Chicago) publicaba un artículo cuyo titular lo dice todo: Bound to lose: Ucranine´s 2023 Counterffensive  (La contraofensiva ucraniana 2023: condenada al fracaso).

El profesor Mearsheimer, entre otras cosas, afirmaba: Ahora está claro que la tan ansiosamente anticipada contraofensiva de Ucrania ha sido un fracaso colosal. Después de tres meses, el Ejército ucraniano ha logrado pocos avances para hacer retroceder a los rusos. De hecho, todavía no ha llegado más allá de la denominada “zona gris”, la franja de terreno fuertemente disputada que se encuentra delante la primera línea importante de las defensas rusas. A pesar de los crecientes pesares, Zelensky seguía manteniendo –dentro y fuera de sus fronteras– que los reveses no eran para tanto y que el triunfo llegaría, aunque fuese más tarde que pronto.

Sin embargo, el 1 de noviembre, el general Valerii Zaluhzny, en aquella fecha jefe supremo de la Fuerzas Armadas de Ucrania, efectúo unas declaraciones que desmentían la halagüeña visión de su presidente. En una entrevista concedida al semanario británico The Economist, Zaluhzny decía así: Lo más probable es que no habrá ninguna preciosa y profunda ruptura y, empleando una expresión del ajedrez, reconocía que habían quedado en tablas. Prolongar el juego resultaba inútil. Hacer más movimientos era perder el tiempo, pues, con las piezas que quedaban en el tablero, no era posible ganar la partida.

Estas declaraciones debieron sentar a Zelensky como jarro de agua helada, pues desde entonces las relaciones entre ambos fueron, como más adelante se verá, de mal en peor. En resumen, los muy limitados –por no decir pírricos– éxitos de la ofensiva ucraniana se pueden explicar por dos causas principales, que, además, están íntimamente relacionadas: la publicidad de los planes ucranianos (que pusieron sobre aviso al adversario) y las sólidas líneas defensivas rusas (que fueron concebidas y preparadas para abortar unos planes que habían sido indebida e imprudentemente aireados).

Un helicóptero de ataque Ka-52 “Alligator” abriendo fuego en los cielos de Ucrania.

Fase II: Ofensiva rusa “Tormenta de Nieve”

Agotada la ofensiva ucraniana, a partir de noviembre Moscú puso en marcha la operación Tormenta de Nieve. Con la anterior partida cerrada en tablas, ahora los rusos jugaban con blancas. Y ello en un doble sentido: por una parte les tocaba mover ficha, recuperando la ventaja e iniciativa, y, por otra, la operación se desarrollaría en invierno, aprovechando el frío y la nieve que deja helados los suelos de Ucrania. Recordemos que aproximadamente el 70 por ciento de su terreno es del tipo denominado chernozem, o tierra negra, que, según las condiciones meteorológicas se hace impracticable, en particular para carros de combate, medios acorazados y otros vehículos militares de gran tonelaje.

Desde que las fuerzas ucranianas comenzaron a dar síntomas de agotamiento, los rusos no habían parado de realizar acciones que, sin espectaculares resultados, se materializaban en pequeños y constantes avances. Sin duda. el punto donde se han producido los combates más intensos es Avdiivka. No obstante, en este momento no abundaremos en esto, pues más adelante la trataremos, al igual que Bajmut, en un epígrafe específico. Dejando ambas batallas para más adelante, a continuación, recorreremos el frente de Noreste a Suroeste, deteniéndonos en aquellos sectores donde se viene registrando una significativa actividad.

Kupiansk: Es una ciudad de la oblast de Jarkov, situada en un área de gran importancia estratégica por su proximidad a Rusia, en la zona fronteriza de la obalst de Belgorod. En este área los enfrentamientos se han recrudecido notablemente con combates en Terny, Krakhmalnoye y Sinkovka. Además, al igual que los ucranianos realizan incursiones transfronterizas para amenazar Belgorod desde el Sur, las fuerzas rusas hacen lo propio con Jarkov desde el Norte. La creciente actividad en esta zona apunta a dos posibles objetivos: la ocupación todo o parte de la oblast de Jarkov; y odría ser la simple distracción, manteniendo ocupadas a las fuerzas ucranianas mediante acciones de diversión.

Rabotyne: Es una pequeña población de la oblast de Zarporiyia. Se trata de uno de los 7 pueblos que las fuerzas de Kiev conquistaron al comienzo de la ofensiva, allá por junio de 2023. Aunque el enclave en sí no tiene gran importancia, en los primeros meses de 2024 se ha registrado un aumento de la actividad. Los rusos hacen renovados esfuerzos por recuperar esta zona y a mediados de febrero ya se habían registrado algunos significativos avances.

Este hecho, unido a una creciente acumulación de medios en la región (unidades de infantería y artillería, así como zapadores e incluso puentes modulares) podría interpretarse como claro indicio de una operación más ambiciosa. En este caso, también se plantea la posibilidad de un doble objetivo: posible penetración hacía el Norte para ganar territorios en la oblast de Zaporiyia; o acción de diversión en beneficio de otros sectores.

Krinki: Es un pueblo de la oblast de Jerson situado en la orilla izquierda del Dniepper. Su ocupación fue una de las últimas operaciones de la ofensiva ucraniana. A finales de octubre, unidades de Infantería de Marina, en una audaz acción, cruzaron el rio y lograron establecer una cabeza de puente en Krinki. Sin embargo, el éxito inicial no fue seguido de mayores avances. La ampliación de la cabeza de puente no fue posible y el mantenimiento del enclave se convirtió en una nueva sangría.

El abastecimiento, así como el traslado de reemplazos y la evacuación de heridos se realiza con embarcaciones ligeras (principalmente lanchas neumáticas) que son hostigadas y destruidas por el fuego directo de ametralladoras pesadas y cañones y, sobre todo, por aeronaves no tripuladas. Es cierto que, en el momento de escribir estas líneas, los infantes de Marina (alrededor de un centenar) todavía resisten en la margen rusa del río, pero parece que no podrán hacerlo por mucho tiempo.

La batalla de Bajmut

Bajmut es una ciudad de la oblast de Donestk, donde tuvo lugar la que durante un tiempo ha sido considerada más sangrienta batalla de la contienda. Comenzó en agosto de 2022 y se dio por concluida en mayo de 2023. Los combates finales –los más intensos– tuvieron lugar entre marzo y mayo del 2023, precisamente durante la fase de preparación de la ofensiva ucraniana. En aquel momento y circunstancia comenzó a plantearse la posibilidad de organizar un repliegue de Bajmut para recuperar unidades que podrían ser empleadas en mejor ocasión.

El 20 de abril, justamente un mes antes de la caída de la ciudad, el Washington Post publicaba un artículo titulado Ucrania defendió Bajmut a pesar de las advertencias estadounidenses, donde, a partir de unas presuntas filtraciones, se dibujaba un fatídico y sombrío panorama: Meses después de los terribles avisos de Washington que advertían que Ucrania no podría mantener Bajmut ante la avalancha de mercenarios rusos, las fuerzas ucranianas aún se aferran al sector occidental de la ciudad, en lo que se ha convertido en la lucha más larga y mortífera de la guerra. Los informes de Estados Unidos ya eran sombríos en enero. Washington advirtió sobre el posible cerco de las fuerzas de Ucrania en Bajmut y sugirió que Kiev debería reducir sus pérdidas y abandonar la ciudad.

El mando militar ucraniano era perfectamente consciente de que mantener la defensa a ultranza iba a resultar muy costoso, peligroso e inútil, por lo que, en varias ocasiones, aconsejó el repliegue. Empero, el presidente era de distinta opinión y ordenó mantener Bajmut a toda costa. Posiblemente, debió considerar que era política y mediáticamente inasumible aceptar la retirada y menos cuando llevaba meses proclamando el advenimiento de una triunfal ofensiva. En este maremágnum el general Edward Moskaliov –jefe de las fuerzas ucranianas del Dombás y firme partidario del repliegue– fue cesado.

El general Valerii Zaluzhni también acabo declarándose partidario de una retirada a tiempo y, aunque en aquel momento no fue cesado, las relaciones con su presidente comenzaron a agriarse irreversiblemente. Finalmente, tal y como casi todo mundo venía venir –menos Zelensky y sus más fieles acólitos–, la guarnición de Bajmut fue diezmada y no pudo resistir ante los mercenarios de Wagner. El 8 de mayo, el desaparecido Prizgozhin, -dueño y señor de la Wagner– comunicaba oficialmente que se habían eliminado los últimos focos de resistencia ucraniana.

La caída de la Bajmut fue, probablemente, uno de los factores que precipitó la orden de pasar a la ofensiva, cosa que ocurrió justo un mes después, el 8 de junio. Pero, además, Zelensky decidió que había que recuperar Bajmut y encomendó tal misión a la muy combativa 3ª Brigada de Asalto (antigua Azov).

La unidad emprendió un feroz ataque en la zona de Kleeschevka y Andriivka (no confundir con Adviivka), donde, a pesar de las sólidas líneas defensivas, consiguió hacer retroceder a los rusos. Estos progresos fueron nuevamente muy festejados y profusamente publicitados como grandes triunfos. Sin embargo, la cruda realidad fue que la 3ª Brigada, a pesar de haberlo intentado durante seis meses (entre junio y noviembre), apenas consiguió avanzar unos centenares de metros y ello a costa de tremendo desgaste. La aventura se saldaba con una pírrica victoria y una 3ª Brigada tan malparada que hubo de ser retirada del frente para su reconstitución. Desde entonces quedó en situación de desaparecida del combate, hasta que, como a continuación relataremos, reapareció en otro atolladero: Avdiivka.

La batalla de Avdiivka

En 2014, Kiev trató por todos los medios ocupar Donetsk (capital de la oblast de idéntico nombre), que permanecía bajo el control de los rebeldes rusos. Tras numerosos y fallidos intentos, las fuerzas ucranianas renunciaron a tomar la capital. para hacerse fuertes en la vecina Avdiivka (población situada a tan solo 5 km. del aeropuerto y a 10 del centro de Donetsk).

Además, la pequeña ciudad contaba con un importante complejo industrial y buenas comunicaciones hacia retaguardia (la carretera O-0542 y, sobre todo, una potente infraestructura ferroviaria). Aprovechando estas circunstancias, las fuerzas ucranianas hicieron de Avdiivka un auténtico fortín, que durante varios años –con las instalaciones industriales fortificadas y el abastecimiento asegurado– venía mostrándose inexpugnable.

Kiev consideraba de vital importancia mantener este bastión, tanto por su valor estratégico como simbólico. Por ello, a raíz de la invasión rusa, la guarnición fue reforzada con una mezcla de combativas y experimentadas brigadas, como la 59ª Motorizada o la 72ª Mecanizada y otras de reciente creación, como la 110ª Mecanizada (constituida en marzo de 2022 con material checo). Las tropas de Moscú, desde el inició de la Operación Militar Especial, intentaron conquistar el enclave, ya que las fuerzas ucranianas allí estacionadas, además de impedir el uso del aeropuerto, hostigaban y amenazaban la propia Donetsk (Avdiivka podía ser utilizada como base de partida para volver a intentar la conquista de la capital).

Entre julio de 2022 y enero de 2023, las fuerzas rusas trataron de tomar al asalto el baluarte, pero todos los intentos acabaron mal (algunos con catastróficos resultados). Los sucesivos fracasos obligaron a adoptar un cambio de estrategia y se decidió intentar una operación de cerco. El mando ruso dio extrema importancia a esta operación, por lo que desplegó a algunas de sus mejores unidades, entre otras el 8º Ejército de Guardias (los herederos del 62 Ejército soviético que defendió Stalingrado) y los batallones Sparta y Somalia (las más combativas y experimentadas unidades de las milicias de Donetsk). Hasta noviembre de 2023, las fuerzas rusas no realizaron grandes acciones, pero lograron consolidar sus posiciones e incluso pequeños avances en algunos puntos de importancia táctica.

Una vez agotada la ofensiva ucraniana, la situación cambió y la presión sobre Avdiivka fue en irreversible aumento. En diciembre, los combates eran durísimos y la sangría de ambos bandos terrible. El parangón con Bajmut se hacía inevitable y el mando militar ucraniano comenzó a plantear la posibilidad de un repliegue ordenado, antes de que los rusos cortaran los accesos a la ciudad.

El 29 de diciembre, Zelenski se trasladó al frente donde recibió información de primera mano, ocasión que aprovecho para hacerse un selfie en la carretera O-0542 (salida occidental de la ciudad) y asegurar que Avdiivka resistiría (imagen y mensaje que fueron difundidos por su oficina de comunicación y ampliamente recogidos en los medios de comunicación).

El año 2024 pronto mostró cuan equivocado anduvo el presidente ucraniano. En enero la situación era terriblemente mala y en febrero fue a peor: los rusos lenta, pero inexorablemente, estrechaban el cerco. El general Zaluzhny, al igual que en Bajmut, seguía insistiendo en que todavía era posible una retirada in extremis. Sin embargo, Zelensky, al igual que en Bajmut, volvió a ordenar resistir a toda costa. Finalmente, el 8 de febrero, el general Zaluzhny (cada vez más en desacuerdo con Zelensky) fue cesado y sustituido por el general Oleksander Sirsky (mucho más dócil y dispuesto a obedecer sin rechistar las órdenes de su presidente).

A esas alturas, las tropas que todavía sobrevivían en Avdiivka estaban exhaustas y muchas unidades habían perdido su capacidad operativa por falta de reemplazos. Zelensky, ajeno a las reiteradas advertencias, no solo reiteró la orden de resistir, sino que, además, ordenó enviar refuerzos. De nuevo pensó –erróneamente como no tardaría en demostrarse- que la 3ª Brigada de Asalto haría el milagro. Empero, la unidad (que quedó muy tocada en Bajmut), no había conseguido recuperarse del todo. El principal problema –común a otras formaciones ucranianas– era la falta de personal. La Azov/3ª Brigada de Asalto en sus buenos tiempos recibía voluntarios en tropel (nacionales y extranjeros). Sin embargo, en la actualidad también está seriamente afectada por una rampante crisis de efectivos.

Conforme se estrechaba el cerco, la vida en las trincheras de Avdiivka se hacía cada vez más dura.

Dureza de los combates

La dureza de los combates, las penalidades y los últimos fiascos han ido haciendo mella en la voluntad de propios y extraños. Hace un año la incorporación de candidatos era bastante selectiva. Sobraban soldados de línea: las vacantes eran en su mayoría para zapadores, artificieros y expertos en explosivos, especialistas en mantenimiento de vehículos y armamento; y especialidades médicas (intensivistas, cirujanos, enfermeros, soporte vital…). Actualmente, la demanda de especialidades ha desaparecido y las vacantes que se anuncian en la web de captación son para tropa de asalto. Dicho de otra forma, lo que realmente falta ahora son fusileros-granaderos dispuestos a dejarse el pellejo y la vida en primera línea.

En cualquier caso, aunque la 3ª Brigada no pasaba por sus mejores momentos, inmediatamente después de la cesantía de Zaluzhny, recibió la orden de trasladarse a Avdiivka y evitar su caída. Los primeros elementos de la unidad llegaron a la ciudad el 12 de febrero, encontrando un escenario dantesco. Ya no existía una defensa organizada. Sólo quedaban pequeños grupos de supervivientes. que, combatiendo por su cuenta, intentaban abrirse paso hacia el Oeste para abandonar la ciudad. Los que ya estaban cercados acababan rindiéndose a los rusos. Hay informaciones que mantienen que los cuadros de mando de la 3ª Brigada llegaron a desobedecer abiertamente las órdenes de Zelensky, que de nuevo les pedía embarcarse en una operación suicida.

El caso es que las tropas de refuerzo renunciaron inmediatamente a llevar a cabo la disparatada misión que se les había asignado: instalarse en la ciudad y mantener su defensa. En su lugar ocuparon posiciones en los distritos más occidentales, tratando de mantener abiertas algunas vías de escape para facilitar la salida de los compañeros, que a duras penas trataban de escapar de la ratonera. Cuando la 3ª Brigada fue transferida a Avdiivka la batalla estaba perdida, tal y como lo atestiguan las declaraciones de un oficial de esta unidad: Nuestra 3ª Brigada de Asalto está realizando misiones de combate en condiciones que uno apenas puede imaginar. Los enfrentamientos no son simplemente ante una fuerza enemiga superior. El número de enemigos es enorme, aparecen por todas partes. Los combates en Avdiivka son muchas veces más infernales que las más duras batallas de esta fase de la guerra registradas en Bajmut.

El 16 de febrero, cuando ya los rusos habían completado el cerco y la retirada era imposible, Zelensky dio la orden de retirada para, según dijo, salvar el mayor número de vidas posible (hay que reconocer que el presidente ucraniano como maestro de la comunicación no tiene precio). En la fecha en que cerramos este artículo –23 de febrero de 2024– resulta imposible evaluar las consecuencias de esta batalla, aunque algunas son inmediatas y palmarias. Para Putin esta victoria llega en oportunísimo momento, a escasos días del segundo aniversario de la Operación Militar Especial y poco antes de las elecciones presidenciales.

Para Zelensky el horizonte se presenta más tormentoso. El desastre se produce por una decisión personal contraría a la valoración y asesoramiento del mando militar. El colapso tiene lugar tan solo unos días después de liquidar al general Zaluhzny y nombrar a Sirsky como nuevo jefe supremo de las Fuerzas Armadas, y –por si fuera poco– hay indicios de que las unidades comienzan a cuestionar sus decisiones e incluso desobedecer sus órdenes. Existen rumores de que el presidente ucraniano ha dado orden de abrir una investigación para depurar responsabilidades en algunas brigadas: en la 110ª Mecanizada por no haber luchado hasta el final y en la 3ª de Asalto por no haber cumplido la orden de defender el enclave hasta el último hombre.

Cerramos Avdiivka con una curiosa anécdota: En marzo de 2022, Kiev informó que, en el primer mes de contienda, sus fuerzas habían eliminado a un total de 7 generales rusos (noticia ampliamente difundida por los medios de comunicación). En la lista de fallecidos aparecía Andreii Mordvichev. Dos años más tarde el general Mordvichev ha sido felicitado por el presidente Putin como principal artífice de la conquista de Avdiivka.

Análisis prospectivo

Como ya hemos indicado con anterioridad. y al objeto de evitar cometer grandes yerros, renunciamos de antemano a efectuar vaticinios sobre lo que ha de ser o acontecer. Nos ceñiremos a exponer y reflexionar sobre algunos de los elementos que consideramos pueden influir de modo relevante en la evolución del conflicto. La primera reflexión se refiere a la distribución e idiosincrasia de la población. En el momento presente, las zonas bajo control de los respectivos contendientes coinciden –con alguna reserva y matización– con las regiones donde la población es afín (lo que facilita enormemente su control y defensa). Esta realidad no puede ni debe pasar desapercibida y va a resultar determinante, tanto en el desarrollo de las operaciones militares, como en el de las, cuando las haya, conversaciones de paz.

En segundo lugar, hay que hacer referencia a la muy desigual potencia de los bandos enfrentados. Rusia ha demostrado una gran resistencia y resiliencia, superando adversidades geopolíticas (sanciones económicas y presión diplomática) y militares (adaptación a las nuevas tácticas, técnicas y procedimientos, movilización de efectivos, rotación de unidades y relanzamiento de su industria de defensa). Ucrania depende para sobrevivir de la ayuda (financiera y militar) que le proporciona Occidente (que hace meses inició una senda descendente), pero su verdadero talón de Aquiles se encuentra en su demografía. que limita las posibilidades de reclutamiento.

Las sucesivas olas movilizadoras resultan cada vez más ineficientes (los reclutas por edad y condiciones psicofísicas no resultan aptos para el combate) e impopulares (la opinión pública es contraria a una movilización general al estilo del Volkssrurm alemán, que, dicho sea de paso, de poco sirvió).

Los dos factores que acabamos de señalar deberían llevar un impasse de tablas ajedrecistas (como ya apuntó Zaluhzny), lo que en cierto modo podría ser positivo para el cese de las hostilidades y el inicio de conversaciones de paz. Sin embargo, debemos mencionar un tercer factor, cuya fuerza opera en sentido contrario incentivando la prolongación de la guerra. Nos referimos a la gestión de la comunicación -información y desinformación- que genera equivocas percepciones y provoca pasionales decisiones. En este sentido, mientras la opinión pública de ambos bandos –y la de sus respectivos aliados– crea que la guerra se va a ganar por goleada, seguirá. Lo peor es que el asunto de la comunicación (convertida en verdadera arma de guerra) pinta bastante mal.

En el lado ruso, Putin controla los medios casi manu militari, con lo cual el mensaje es monocolor. En el lado ucraniano, Zelensky es –por vocación y profesión– un artista stricto sensu que tiene controlados a sus medios de comunicación y encandilados a los occidentales. Ambos replican sus comunicados sin contraste alguno y alaban sus decisiones con fe y devoción, sean poco acertadas o muy equivocadas. En cualquier conflicto resulta inevitable, e incluso necesario, tomar partido, pero si se pretende apagar un incendio, o que al menos no se extienda, echar leña al fuego sin límites ni medida no parece la actitud más aconsejable. (Eva de Lezo)

 

   

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