Hace poco más de un mes analizábamos la puesta en marcha del tan largamente esperado acuerdo marco para la adquisición de un nuevo vehículo militar todo terreno (VMTT) de 1 tonelada de carga para las Fuerzas Armadas.
Se trata de un programa que vendrá a paliar las carencias actuales sobre todo derivadas del pobre rendimiento del Santana Aníbal en los tres ejércitos y cuyo reemplazo dotará también a la Guardia Civil. Según analizamos en los pliegos, el Ministerio de Defensa y en concreto el Mando de Apoyo Logístico del Ejército de Tierra parece decantarse por un vehículo de origen comercial adaptado a tareas militares.
Consultados los pliegos y recabadas las opiniones de varios fabricantes, parece que este acuerdo marco se centraría en la adquisición de un vehículo de origen civil militarizado para tareas fundamentalmente logísticas, con una más que aceptable capacidad 4x4, pero no tanto diseñado bajo estándares puramente militares, ni con carácter cien por cien táctico.
Se trataría, pues, de vehículos adaptados y carrozados, con un coste de adquisición y sostenimiento más reducido que un todo terreno estrictamente militar. Algunos aspectos que contribuyen a reforzar esta interpretación son, por ejemplo, la mención a que “se primará la utilización de elementos comerciales”, o el requisito de que los sistemas eléctricos “funcionarán al voltaje del vehículo comercial del cual derive”.
Nissan todo terreno civil empleado por la Guardia Civil durante su despliegue en Herat (Estado Mayor de la Defensa)
Todo ello explicaría los tramos de precio de la actual licitación, que se encuentran entre los 51.000 euros de la versión autobastidor de cabina sencilla a los 75.000 de la versión caja taller o multiuso de cabina doble, muy ajustados, según los fabricantes, para un vehículo estrictamente militar. Así nos lo confirmaba un fabricante al afirmar que “un vehículo táctico diseñado en origen para aplicaciones militares y off road no suele estar en ese tramo de precio, que solo es posible alcanzar usando chasis fabricados en series muy largas, y por ello diseñados en origen para el mercado civil”
En los últimos años, las tres ramas de las Fuerzas Armadas, incluyendo la Unidad Militar de Emergencias y la Guardia Civil han adquirido en el marco de necesidades concretas, cantidades limitadas de vehículos 4x4 civiles con ciertas adaptaciones, al estilo de los Nissan Navara, Terrano o Pathfinder, Toyota Land Cruiser o Volswagen Amarok, por citar algunos ejemplos.
Se trata de vehículos que han sido adquiridos para tareas eminentemente logísticas, con algunas adaptaciones, pero no aptos para misiones militares en entorno fuera de pista y que necesitan combustible diésel comercial para obtener el máximo rendimiento de sus plantas propulsoras.
Este asunto cobra mayor interés coincidiendo con FEINDEF, la feria nacional de la Defensa donde algunos de los candidatos estarán presentes, tanto los fabricados por la industria nacional como aquellos internacionales representados por empresas españolas e incluso los modificados por experimentados carroceros nacionales.
Vehículos de origen comercial o de origen militar
En este contexto, podría pensarse que estos vehículos de origen comercial podrían hipotéticamente cubrir la demanda de empleo en misiones o tareas de combate en entornos complejos. En este sentido, cabe recordar que las plataformas comerciales están, en origen, diseñadas para cumplir estándares civiles, y por ello nacen con unas limitaciones estructurales para la aplicación militar que no son nada fáciles de corregir, si no hay un proceso de reingeniería integral y realizado con garantías. Teniendo en cuenta esto, correr el riesgo de someter a vehículos de procedencia comercial a los rigores de las misiones militares resultaría un error.
Un veterano Nissan Patrol seguido de un VAMTAC (Ejército de Tierra)
Cabría entonces plantearse si existe la necesidad de adquirir un 4x4 diseñado específicamente y en origen para la aplicación militar, más robusto, teniendo en cuenta los condicionantes del diseño puramente táctico o con la posibilidad, por ejemplo, de incorporar blindajes militares. Esta estrategia estaría en sintonía con las fuerzas armadas de muchos países de nuestro entorno que, cada vez más, tienden a separar y diferenciar las flotas logísticas y tácticas, con las obvias ventajas de la procedencia civil en el primer caso. Y, obviamente, la flota táctica ascendería a un número menor de vehículos, pues estaría más orientada, por ejemplo, al despliegue en misiones.
El uso de vehículos comerciales para aplicaciones militares tácticas supuso en su día, en gran medida, el fracaso del proyecto del Aníbal, pues éste resultó ser una plataforma excesivamente cara como vehículo logístico, y se quedaba corto en prestaciones como vehículo táctico militar. Es decir, ni se alcanzó el objetivo económico, ni se cubrió la necesidad táctica operativa.
Las características técnicas y económicas reflejadas en el pliego de este acuerdo marco nos hacen pensar que se ha optado por aplicar la lógica, cubriendo de forma rápida la flota más importante en base a vehículos comerciales militarizados, con un nivel de prestaciones 4x4 aceptable, y con un coste de adquisición y sostenimiento más acotados. En un número tan importante de vehículos, esta estrategia tiene sentido. (José Mª Navarro García)