El navío insignia de la Armada española, el LHD “Juan Carlos I”, volvió a la mar tras casi cuatro meses atracado en la base aeronaval de Rota (Cádiz) por la crisis del coronavirus. El esfuerzo de la dotación para estar plenamente operativa, incluso en la dura época de pandemia, se ha puesto de manifiesto con esta salida al Golfo de Cádiz nada más finalizarse el Estado de Alarma entre los días 22 y 25 de junio, para colaborar principalmente con la calificación operativa de un Batallón de Infantería de Marina del Tercio de Armada (TEAR), el Batallón Reforzado de Desembarco 101.
En esas maniobras, además de realizar operaciones anfibias utilizando su dique inundable, sito a popa, han operado desde su amplia cubierta de vuelo dos de los helicópteros de la Armada destinados al asalto anfibio: uno de los veteranos Sikorsky SH-3D Sea King de la Quinta Escuadrilla, y uno de los últimos SH-60F de la Décima Escuadrilla, que irán sustituyendo progresivamente a los primeros. Ambas unidades se encuadran en la Flotilla de Aeronaves (FLOAN), que también tiene sede en Rota.
Durante el ejercicio aeronaval de proyección a tierra de la unidad del TEAR se han aplicado estrictamente los protocolos de seguridad contra el COVID-19 establecidos en el ámbito del Ministerio de Defensa y los específicos de la Armada, que trabaja en la mar en el muy limitado y compartido espacio de sus navíos.
La Armada aprovecha al máximo sus salidas operacionales, más en una época en la que los efectos económicos del COVID-19 pueden limitar mucho los fondos para realizarlas. En este sentido el Almirante Jefe de Estado Mayor (AJEMA), el almirante general Teodoro López Calderón, aventuró en su última comparecencia virtual, que "entraremos en un periodo de gran escasez de recursos presupuestarios", "especialmente en lo que afecta al sostenimiento de nuestras unidades y con ello al adiestramiento y disponibilidad de la Flota". (Julio Maíz Sanz)
Fotografía: Infantes de Marina embarcando en un SH-60F en la cubierta del “Juan Carlos I”. (Foto Armada)
