La Armada española enfila su proa al horizonte bajo un ingente esfuerzo de planificación y coordinación. De la mano del jefe de Sección de Planes de Definición de Capacidades del Estado Mayor de la Armada, el capitán de navío Manuel Aguirre Aldereguia, nos acercamos a los planes de futuro de la institución, en un entorno operativo que, según nos explica, será complejo y caracterizado por la incertidumbre: “Un área de operaciones con límites difusos, presencia generalizada y permanente de la población y con un componente tecnológico decisivo”. La pieza básica de la actuación de la Armada son sus navíos de escolta. Así, tras lograr esta pasada primavera que se firmase la orden de ejecución de las nuevas fragatas F-110, en cuya construcción la industria española, encabezada por Navantia, tendrá un alto protagonismo, los marinos ya piensan en el después.
Así, la Sección del capitán de navío Aguirre está activamente trabajando en definir cómo serán las F-120 y otros futuros navíos. Con carácter general se prevé una gran evolución de los sistemas de combate para integrar un mayor número de sensores, armas y vehículos no tripulados, lo que se traducirá en una demanda ingente de capacidades de conectividad e intercambio de datos, y de defensa ante las vulnerabilidades de seguridad asociadas, nos comenta.
Las futuras F-120 deberán disponer de sistemas de evaluación de trazas y coordinación automática, no sólo naval, sino también con sistemas de defensa aérea nacionales o aliados. En lo que respecta a su armamento, el profesional afirma que habrá que dotarlas de sistemas de armas de artillería con munición guiada de alcance extendido y guías terminales multi-función (GPS, infrarrojo y laser) y de misiles multipropósito y multiamenaza bajo el concepto de “Kill Everything”. Además se deberá de contar con: sistemas de defensa antimisil basados en misiles de corto alcance, operados remotamente e instalados tanto en unidades valiosas como en escoltas, complementando la defensa antiaérea proporcionada por misiles de medio y gran alcance.
En lo referente a la artillería de autoprotección, detalla: Hablamos de montajes de medio y bajo calibre remotamente operados, tales como los que se están adquiriendo en 2019 y se prevé instalar en las F-110. Respecto a la capacidad antisubmarina, o ASW (Anti Submarine Warfare), refiere: Los nuevos sistemas independientes del oxígeno de los submarinos los convertirán en plataformas muy discretas, por lo que será necesario un avance en los sistemas activos de detección, tanto en aguas oceánicas como en zonas litorales. Entre las muchas líneas contempladas, se deberán incorporar a estos futuros navíos armas no letales (en línea con lo políticamente correcto), basadas en tecnologías de radio, radar, infrarroja, óptica, ultravioleta, acústica, electro-óptica o láser.
Aunque actualmente el principal objetivo es dotarse de las F-110, para garantizar este objetivo, se aprobaron diez proyectos tecnológicos (PROTEC), que constituyen una fundamental apuesta de I+D+i en la construcción naval, siempre en beneficio de la industria nacional, con el propósito de desarrollar tecnologías muy avanzadas en el sector de defensa naval y que permitirán consolidar y mantener su competitividad en el mercado internacional. No le falta razón, ya que los desarrollos de nuestra industria naval están siendo un éxito de cara a la exportación, como el contrato firmado para dotar a la RAN (Royal Australian Navy) de 3 destructores o más recientemente el rubricado con Arabia Saudita para dotar este país con 5 corbetas, basadas en el diseño Avante 2200 de Navantia..
Otros navíos
En otros campos, el capitán de navío empieza refiriéndose a las navíos anfibios, de los que tiene una alta experiencia, ya que ha sido Comandante del LPD (Landing Platform Dock) Galicia (L-51), detallando, que deberán ser buques orientados a operaciones distribuidas desde fuera del horizonte que requerirán de mayores capacidades de helitransporte y el empleo de vehículos de alta velocidad, contar con plataformas muy estables o con medios estabilizadores activos que aseguren las operaciones anfibias con independencia del estado de la mar y viento y sistemas de navegación y maniobra que permitan al buque compaginar las operaciones con aeronaves y embarcaciones.
También señala que deberán contar con vehículos no tripulados y autónomos para obtención de inteligencia, conocimiento del entorno, reconocimiento de fondos y playas, capacidad MCM (Medios Contra Minas), relés de comunicaciones, además de emplear el uso de inteligencia artificial, faciliten el planeamiento y el desarrollo de las operaciones anfibias. Respeto a los logísticos, nos adelanta: La Armada aspira a sustituir el BAC (Buque de Acción Marítima) “Patiño”, monocasco y con una limitada capacidad de transporte de contenedores, por otro moderno con mayor capacidad de transbordo de cargas pesadas. La solución operativa más adecuada la constituye otro BAC similar al ”Cantabria”, con aquellas mejoras adoptadas en los buques australianos que construye Navantia, reduciendo notablemente el coste respecto a un diseño nuevo.
En el campo de los submarinos, también la Armada, cuando todavía no se han recibido las primeras unidades del S-80, ya piensa cómo deberán de ser los S-90. En este sentido, nos refiere: Pendiente de las lecciones que se aprendan con el empleo de los submarinos S-80, se puede empezar a hacer una primera aproximación al submarino S-90, que deberá ser oceánico de ataque con propulsión anaeróbica, tener un recubrimiento de escamas anecoicas capaces de absorber ondas sonoras y electromagnéticas, bajas firmas acústica, térmica, magnética,…
En el apartado de los navíos de patrulla, la Armada seguirá apostando por los polivalentes BAM (Buque de Acción Marítima), un diseño de Navantia del que la Armada tiene previsto dotarse de un total de 12 unidades en sustitución de 32 patrulleros costeros y oceánicos de diferentes clases. En la actualidad hay 6 en servicio y los próximos están en fase de Definición y Decisión y entre estos destaca el denominado BAM de Intervención Subacuática (IS).
Otro campo indispensable para cualquier marina es el de los medios MCM. Una mina naval antigua y muy barata, puede paralizar una gran operación militar o bloquear un gran puerto. La Armada cuenta actualmente con 6 cazaminas de la clase Segura, acerca de los cuales Aguirre, nos comenta: Actualmente existe un plan de logístico para modernizarlos, ya que se encuentran en su último tercio de vida. Se ha planeado la modernización de diferentes sistemas y equipos obsoletos y críticos para la misión, con el fin de asegurar su operatividad hasta el año 2030.
Un paso más allá, nos comenta el marino: En lo que respecta al futuro, los sistemas autónomos y transportables asumirán un mayor protagonismo en el área de la guerra de minas. Esto permitirá dotar a los buques, fragatas o BAM, en operaciones en zonas alejadas del territorio nacional, de capacidades orgánicas para contrarrestar este tipo de amenazas. Esto no quita que será necesario mantener ciertas capacidades con buques dedicados (cazaminas/dragaminas) con capacidades de detección, identificación y neutralización para operar en cualquier escenario de operación. Además, se deberá de contar con vehículos MCM, tanto submarinos como de superficie y aéreos. El empleo de helicópteros como plataformas MCM también es una tendencia a considerar.
Medios aéreos y terrestres
Respecto a los indispensables helicópteros, la Armada ve como más urgente sustituir a los Hughes 500, unos veteranos que tienen ya 45 años, nos comenta. También la institución tiene como próxima prioridad la incorporación del NHIndustries NH90, que tendrá dos versiones, una multipropósito naval embarcada, que potenciará y complementará las capacidades de las unidades de superficie en cometidos tales como antipiratería, evacuación de heridos, lucha antiterrorista internacional, inmigración ilegal o tráfico de armas; y otra de transporte de tropas y sustituirá al también veterano SH-3D “Sea King”.
Respecto al sustituto del cazabombardero AV-8B Plus Harrier II, nos refiere: A día de hoy la única opción VSTOL existente para reemplazar al sistema “Harrier” es la versión B del Lockheed Martin F-35. Se ha detectado una necesidad común con el Ejercito del Aíre, que considera a este aparato de combate como una posible solución para el relevo de su sistema F-18 (C.15) en un entorno temporal similar al requerido para el “Harrier”. Por esta razón, ambos estados mayores trabajan en la elaboración de un documento conjunto de requisitos que permita la adquisición de este aparato para los dos ejércitos, cada uno en la versión correspondiente.
En relación a la IM (Infantería de Marina), que forma parte de la Armada, en la línea general de buscar la eficiencia en el empleo de los limitados recursos puestos a su disposición, se aconseja simplificar las servidumbres logísticas de los medios empleados y garantizar el máximo equilibro entre su capacidad de proyección y potencia de combate. En base a este análisis se pretende sustituir sus carros de combate (los ya dados de baja M-60) por vehículos blindados de combate sobre plataforma 8x8 que incorporen una torre con cañón de 105 o 120 mm.
Respecto a los actuales Mowag Piranha IIIC, deberán ser sustituidos al final de su ciclo de vida lógicamente por vehículos 8x8 de nueva generación. Para ello, la solución idónea consiste en adoptar el vehículo de este tipo -el VCR (Vehículo de Combate de Ruedas)- con el que se prevé dotar al Ejército de Tierra a corto y medio plazo. Finalmente nos comenta: Por otro lado estamos participando activamente con Ejército de Tierra en el plan MC3 (Mando, Control y Comunicaciones), en el que se contemplan distintas estaciones de comunicaciones sobre vehículos Uro VAMTAC (Vehículo de Alta Movilidad Táctica), que permitirán modernizar los puestos de mando de los batallones y de la BRIMAR (Brigada de Infantería de Marina) con sistemas de última tecnología.
Revista Defensa nº 498, octubre 2019, Julio Maíz