Los aparentemente apacibles vecinos norteamericanos se han enzarzado en fechas recientes en varios enfrentamientos comerciales, especialmente desde la llegada a la presidencia estadounidense de Donald Trump. El último tiene por protagonistas a Boeing y Bombardier y amenaza con salpicar la compra de los 18 aviones de combate F/A-18E/F Super Hornet que encargó el gobierno canadiense en noviembre del año pasado para la Royal Canadian Air Force (RCAF). El episodio más reciente tuvo lugar el pasado día 22, cuando el primer ministro canadiense, Justin Trudeau anunció determinación y firmeza para defender los intereses de Canadá frente a las represalias comerciales de los Estados Unidos.
¿De qué represalias se trata?. El Departamento de Comercio de los Estados Unidos abría recientemente una investigación por comercio desleal en la empresa canadiense Bombardier a la que Boeing acusa de competencia desleal. El gigante estadounidense con sede en Chicago afirma que las ayudas del gobierno canadiense permiten reducir el precio de sus aviones, concretamente los nuevos C Series que se están introduciendo en el mercado estadounidense y que supuestamente serían competidores de los aparatos de Boeing en el mercado de aviones de entre 100 y 150 plazas.
Trudeau valoró como injustas las represalias que podrían tomarse y tanto él como la ministra de Asuntos Exteriores afirmaron que defenderían los intereses de las empresas y los trabajadores canadienses. Precisamente la ministra canadiense de Asuntos Exteriores, Chrystia Freeland anunció que su país se opone con fuerza a la investigación antidumping, afirmando que el proceso no es legítimo. De paso recordó que gran parte de los proveedores de Bombardier son precisamente estadounidenses, lo que redunda en empleos no solo en Canadá sino también en Estados Unidos.
Y fue Freeland la que destapó la caja de los truenos cuando sugirió que si el gobierno estadounidense imponía sanciones comerciales o aranceles para encarecer sus productos, el contrato de compra de los 18 aviones de combate E/F-18E/F (que precisamente fabrica Boeing) se vería afectado, compra valorada en torno a los 2.000 millones de dólares.
Las alegaciones de Boeing
Boeing afirma que su competidor canadiense ha recibido más de 3.000 millones de dólares en subsidios gubernamentales, citando como ejemplo la ayuda financiera prestada por el gobierno de Quebec el año pasado por valor de 1.000 millones de dólares, a cambio de una participación del 49,5 % en el nuevo modelo o por haber recibido 1.500 millones de dólares del sistema de fondos de pensiones públicos que compró el 30 % de su división de productos ferroviarios. La última ayuda ha sido en forma de préstamo de 372,5 millones de dólares que se suman a otros 1.000 millones de dólares en ayudas de los gobiernos regionales de Ottawa, Quebec y Columbia británica para el desarrollo del nuevo avión.
Por su parte Bombardier se ha mostrado dispuesta a colaborar con las agencias estadounidenses para poder ofrecer una solución satisfactoria alegando que todas las ayudas prestadas son comerciales.
Según Boeing estas ayudas del gobierno canadiense habrían permitido a Bombardier ofrecer los C Series a un precio inferior al de mercado. El secretario de Comercio estadounidense Wilbur Ross reconoció que “el mercado estadounidense es el más abierto del mundo pero tendremos que tomar acciones si se rompen las reglas”.
Bombardier se adjudicó el año pasado un contrato con la aerolínea estadounidense Delta Air Lines por el que se adquirirían hasta 75 aviones C Series, concretamente el CS100, por importe de 5.600 millones de dólares. Y es que hasta ahora Bombardier no entraba en competencia directa con Boeing puesto que su oferta estaba centrada en aviones regionales y reactores de negocios, mientras que la C Series supone la entrada de la empresa canadiense en el mercado de aviones de mayor tamaño, dominado por Boeing y Airbus. Bombardier ofrece el CS300 con 130 asientos y el CS100 con 108 asientos. Están dotados de motores turbofan PW1500G de Pratt & Whitney que aseguran una gran eficiencia energética y un coste de operación del avión un 15 % inferior a sus competidores, algo que tuvo muy en cuenta Delta Air Lines al seleccionar el aparato.
Según ha reconocido el vicepresidente de Boeing Raymond Conner, la entrada de Bombardier en este nuevo mercado le supondría a Boeing perder ventas por valor de 330 millones de dólares anuales, todo ello a pesar de que las versiones más pequeñas del Boeing 737 parten de 138 asientos (737 MAX 7) y llegan hasta los 190 asientos (737 MAX 9) por lo que en principio las dos empresas no estarían compitiendo, algo que han destacado desde Canadá. Las ventas del año pasado de Boeing alcanzaron los 94.600 millones de dólares, mientras que Bombardier alcanzó los 9.900 millones de dólares.
Se espera que el próximo 12 de junio se conozcan los primeros resultados de la investigación iniciada por el Departamento de Comercio estadounidense y entre octubre y diciembre el dictamen final.
Los Super Hornet, en el aire
En noviembre del año pasado el Gobierno canadiense anunció que iba a encargar al constructor aeronáutico Boeing 18 unidades del F/A-18E/F Super Hornet para formar un escuadrón con los que paliar de forma rápida la falta de capacidad detectada, de ahí que se considerara una solución interina. Estos 18 nuevos aparatos complementarán a la veterana flota de 77 CF-18 con los que cuenta la Royal Canadian Air Force. Mientras tanto también se pondrá en marcha un programa de modernización de estos aviones para el que contarán también con Boeing.
El ministro de defensa canadiense, Harjit Sajjan, ofreció una conferencia de prensa en Ottawa en la que afirmó que el uso excesivo de los CF-18 supone un riesgo que el actual Gobierno no estaba dispuesto a asumir para mantener las operaciones con el Mando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD). “Hemos detectado una falta de capacidad y hemos elegido el número mínimo de nuevos aviones para paliar esta deficiencia” afirmó Sajjan.
Sin embargo, el ministro también confirmó que este año se pondrá en marcha una nueva licitación internacional en la que se analizarán las opciones para dotarse en el futuro de un nuevo avión de combate. Este proceso de selección tomará al menos cinco años y en él se espera que vuelva a concurrir el F-35 Joint Strike Fighter de Lockheed Martin, avión que siempre se ha anunciado como el preferido por Canadá, el país participa de hecho como socio en el programa, situación que no iba a cambiar a corto plazo con la adquisición de los nuevos Super Hornets, si bien de seguro tendrá peso en el proceso la actual situación y el papel de Boeing. (José Mª Navarro García)
Fotografías:
·La familia C Series de Bombardier en el centro de la polémica (Bombardier)
·Canadá encargó recientemente 18 EF-18 (Boeing)
·El F-35 de Lockheed Martin podría verse beneficiado de la guerra comercial entre Canadá y Estados Unidos (Lockheed Martin)