Madrid acoge este mes de junio una cumbre histórica de la OTAN, la primera de gran envergadura en años, tras los formatos restringidos que impuso la pandemia, pero, fundamentalmente, por el momento de enorme complejidad que vivimos como consecuencia de la Guerra en Ucrania, conflicto que ha devuelto a Europa a tiempos pretéritos, aquellos que impulsaron el nacimiento de la Alianza en 1949.
En 2019, el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguraba en una entrevista que la OTAN se encuentra en estado de muerte cerebral. Aquello, que causó un gran revuelo, venía al hilo de la necesidad desarrollar una autonomía estratégica en el Viejo Continente, en medio del largo debate entre atlantismo y europeísmo. Hoy, gracias a Moscú, ha dejado de cuestionarse si formar o no parte de la OTAN implica o no un beneficio y si invertir el 2 por ciento en defensa es un despropósito.
Madrid abre sus puertas a la cumbre de una empoderada Alianza, con una muy intensa agenda, en la que el nuevo Concepto Estratégico es clave. Este texto, aprobado cada 10-12 años, la última vez en Lisboa en 2010, es su documento más importante, solo por debajo del Tratado Fundacional. El nuevo Concepto Estratégico que verá la luz en Madrid emana del llamado Proceso OTAN 20-30, presentado hace un par de años y que tenía tres objetivos: una OTAN más potente militarmente, más global y más cohesionada internamente. Esos tres apartados están llamados a mantenerse, pero los acontecimientos sobrevenidos el 24 de febrero de este año tendrán una muy fuerte impronta.
En 2010, en Lisboa, se redactó una Estrategia que recogía un escenario euroatlántico en paz, que se refería a Rusia como un país socio, conflictivo, pero socio, y en el que a China ni se mencionaba. En un marco en el que, tras la salida de Afganistán, en los próximos años no se apunta a despliegues de gran envergadura, sino que se estiman operaciones más reducidas, más quirúrgicas, cuestiones como el cambio climático y la seguridad energética se prevén, junto al efecto de las tecnologías disruptivas emergentes, la cuestión ciber y el fortalecimiento de la resiliencia de los países miembros, como capítulos principales en el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN.
El terrorismo, una amenaza tradicional que sigue vigente, y la nueva relación con Rusia, hoy un país agresor, no van a faltar. El Open Doors, la política de puertas abiertas de la Alianza, va a ser el otro gran protagonista del encuentro en Madrid, una cuestión de primer orden con la petición de entrada de Finlandia y Suecia, si bien Georgia tenía más avanzada su propuesta de acceso, en tanto Bosnia Herzegovina va más retrasada en este proceso y fue justo la no neutralidad de Ucrania que le exigía Rusia lo que provocó la invasión. La OTAN va a pasar en un no muy largo plazo a 32 miembros de los 30 actuales, algo impensable hace escasos meses.
Otra cuestión clave de esta cita histórica va a ser abordar las relaciones OTAN-Unión Europea y echar una buena mirada al Sur, al Sahel, donde Mauritania es el único país socio y con el que se está trabajando para incrementar el apoyo en un marco de salida de Mali del G-5, que decidía hace escasos meses contratar los servicios de seguridad privados de Wabner, la compañía financiada por Rusia que actúa en cada vez más escenarios de África.