A lo largo de la Historia de la humanidad han sido muchas las naciones y pueblos que se han visto afectados por la enfermedad imperial que se traduce hoy, como ayer, en la práctica, a una defensa numantina de ambiciones e intereses que han sido, y aún son, el origen de todo tipo de guerras y enfrentamientos.
Cuando una nación adquiere, o llega a alcanzar, la masa crítica necesaria en todo lo relacionado con el poder político, económico y militar, el ideario imperialista se instala en la mente de sus gobernantes y controla y dirige su comportamiento principalmente hacia sus vecinos más cercanos como una necesidad que perciben como de ineludible satisfacción. Una vez dominado lo más cercano los gobernantes imperialistas se sienten obligados a extender sus dominios hasta límites inconcebibles, a costa de inocentes países que jamás pensaron que alguna vez pudieran verse obligados a pagar onerosos tributos a los imperios que terminan dominándolos, siendo el más oneroso de ellos la pérdida de su libertad.
Pero no todos los imperialismos que han sido fueron iguales. Hubo algunos mucho mejores que otros, entre los cuales creo que podemos aceptar que el imperio romano y el imperio español fueron, por sus resultados, mucho más positivos y beneficiosos para la humanidad, en su conjunto, que otros imperialismos que no merecen aplauso o reconocimiento alguno por su nefasto comportamiento y perverso existir.
En el caso de Rusia, como bien podemos conocer, el imperialismo de los zares fue heredado por los dirigentes de la desaparecida URSS y por el dirigente de la actual Federación de Rusia, como está poniendo de manifiesto Putin con su insufrible intervención en Ucrania.
Por otro lado , cuando la URSS apoyó a la que era una sencilla República de China en su Segunda Guerra contra Japón, China se vio infectada por el veneno comunista que, después de extenderse por todo el país, se pone de manifiesto hoy por su osada política internacional con vocación imperial que no otra cosa son sus declarados intentos de cambiar el orden mundial, que esté basado en la democracia y en la libertad del hombre, como algo inherente a su propia naturaleza, por otro orden en el que prevalezca el poder dictatorial y caprichoso de una sola persona, como está sucediendo en la propia China y en su aliada Corea del Norte.
El problema está servido. El polvorín a punto de estallar en cualquier en momento y la paz mundial a punto de sucumbir ante los envites de la parte más irracional del género humano.
Por otro lado, debemos de reconocer que Japón ya era imperial cuando China aun no lo era. En este trabajo se estudian las causas y los motivos principales que han propiciado la histórica rivalidad entre estos dos importantes actores internacionales: China y Japón que, aunque demuestran una clara vocación de colaboración económica, o incluso cultural y política, demasiados intereses contrapuestos parece que los separarán para siempre de un modo casi inevitable. Salvo que China, por motivos de paz o de guerra, dejase de adoptar inaceptables comportamientos imperiales.
La derrota y rendición de Japón en la II Guerra Mundial, después de los bombardeos nucleares llevados a cabo por los EEUU en Hiroshima y Nagasaki, fueron trasformando a Japón en un país pacífico y con mentalidad democrática occidental si bien muy preocupado por la agresiva conducta internacional de una China que percibe como absolutamente descontrolada. Y todo ello, aunque Japón viva en el convencimiento de que, llegado el caso, recibiría de los EEUU la misma ayuda que ahora mismo están dispuestos a proporcionar a Taiwán, en caso de alguna confrontación o amenaza con la China imperial de hoy.
Aunque en la década de 1970, las relaciones entre China y Japón mejoraron significativamente, y Japón se convirtió en uno de los principales inversores extranjeros en China, la rivalidad se ha revivido en las últimas décadas debido a disputas territoriales, cuestiones históricas y rivalidades económicas.
Rivalidades históricas
La rivalidad entre China y Japón se remonta al siglo VII, cuando los japoneses adoptaron la cultura y la religión chinas. Aunque China ha sido una fuente importante de influencia cultural y tecnológica para Japón, también ha habido períodos de hostilidad.
La primera guerra chino-japonesa se desencadenó el 1 de agosto de 1894 como una simple consecuencia de la ambición del imperio del Sol Naciente de ejercer el control de toda Corea. La guerra finalizó el 17 de abril de 1895.La rápida industrialización y militarización del Japón le llevaron a ser reconocido como una potencia marítima de ámbito mundial. China solicitó la paz en febrero de 1895 después de seis meses de victorias ininterrumpidas del ejército imperial y de su efectiva Armada. Como resultado de esta guerra Japón derrotó a China y se anexionó Taiwán.
La segunda guerra chino-japonesa se desencadenó el 7 de julio de 1937 y cesó el 9 de septiembre de 1945, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Todo comenzó cuando Japón , que ya controlaba Manchuria , inició la invasión del norte y del este de China que , a su vez, luchó con el apoyo económico de la Unión Soviética y de los Estados Unidos. Después del ataque japonés a Pearl Harbor en 1941, la guerra se transformó en lo que se conoce como la guerra del Pacífico. Esta segunda guerra chino-japonesa fue la mayor de Asia en el siglo XX y causó más del 90 % de las víctimas de toda la guerra del Pacífico. Se calcula que unos veinte millones de personas, la inmensa mayoría civiles, perdieron la vida en ella. La invasión de China por Japón concluyó con la rendición de éste el 9 de septiembre de 1945. China quedó arrasada durante esta larga contienda que terminó con la salida completa de Japón del territorio chino.
Durante esta guerra, Japón permitió que su ejército cometiese numerosos crímenes de guerra en el territorio ocupado, lo que ha dejado cicatrices profundas en la memoria colectiva china. Después de esta guerra, China y Japón intentaron normalizar sus relaciones, pero las tensiones entre los dos países nunca han desaparecido por completo.
Todo el territorio ocupado por los japoneses, así como Manchuria y Taiwán, volvieron a estar bajo soberanía china y bajo el gobierno del nacionalista Chiang Kai-Shek. Pero, al mismo tiempo se produjo en China un efecto por nadie previsto: las fuerzas comunistas, muy fortalecidas por los años de guerra y por la intervención soviética en Manchuria, aumentaron su influencia sobre numerosas zonas de la China rural. La salida de los japoneses dio paso a una guerra civil abierta entre los nacionalistas de Chiang Kai-Shek y los comunistas de Mao Zedong.[1] La crisálida china empezó su proceso de transformación para pasar de lo que fue una tranquila república en lo que es hoy un ambicioso poder mundial.
Disputas territoriales
Después de la guerra del Pacifico, las relaciones entre China y Japón se normalizaron y Japón se convirtió en uno de los principales socios comerciales de China. Sin embargo, las tensiones han seguido existiendo en torno a cuestiones como la soberanía de las islas Senkaku/Diaoyu en el Mar de China Oriental, un grupo de ocho islas e islotes deshabitados que tienen un área total de unos 7 kilómetros cuadrados al nordeste de Taiwán, al este de la China continental y al sureste de Okinawa. En la actualidad están bajo control japonés.
La importancia de estas islas es su situación geográfica cerca de vías marítimas estratégicas con rico potencial de pesca. Se da por seguro que contienen yacimientos petrolíferos y reservas de gas que tanto China como Japón han manifestado su deseo de explotar. En 1895, después de comprobar que las islas estaban deshabitadas Japón las incorporo oficialmente a su territorio nacional.
Después de la Guerra del Pacifico Japón tuvo que renunciar a sus proclamados derechos sobre las islas (incluyendo Taiwán), por disposiciones del Tratado de San Francisco. En 1971 las islas fueron devueltas a Japón por los EEUU que disponían de ellas en fideicomiso, según el Tratado de Nansei Shoto.
China, por su parte, alega que las Diaoyu son parte de su territorio desde tiempos antiguos, como importante zona de pesca administrada entonces por la provincia de Taiwán, algo legalmente fundamentado y probado por la historia.
Taiwán fue cedida a Japón en 1895 después de la primera guerra chino-japonesa. China insiste en que cuando Taiwán le fue devuelta a finales de la Guerra del Pacifico, también se le debieron de haber devuelto el grupo de islas que el entonces líder Chiang Kai-Shek no reclamó porque dependía del apoyo de los EEUU. El actual gobierno de Taiwán también reclama ahora la posesión de las islas.[2]
En el grafico que se acompaña a continuación se puede comprobar que la superposición de las respectivas zonas de responsabilidad aérea y zonas económicas exclusivas de China y de Japón, ambos firmantes de la Convención sobre el Derecho del Mar de las Naciones Unidas (CONVEMAR), son una buena indicación de la superposición de intereses territoriales, aéreos y marítimos, de ambos países. En el grafico se puede ver la localización de las islas Senkaku /Diaoyu y los posibles yacimientos de gas y petróleo. Estas superposiciones de intereses serán probablemente una fuente permanente de conflictos. Es de destacar que, tanto en el Mar de la China Oriental como en el Mar de la China Meridional, como se comprueba en un gráfico posterior, China no respeta la CONVEMAR que ha ratificado y, por tanto, conculca gravemente los derechos de los países que limitan ambos mares.
Situación de las islas Senkaku / Diaoyu y disputas territoriales de China, Japón y Taiwán en el Mar de la China Oriental (Diagrama PTT/ U.S. PowerPoint)
Rivalidades económicas
La rivalidad económica también ha sido un factor importante en las relaciones entre ambos países. China y Japón son dos de las economías más grandes de Asia y tienen una relación comercial muy importante. Sin embargo, la competencia por el liderazgo económico en la región también ha creado tensiones en su relación bilateral.
China y Japón compiten por la hegemonía económica en Asia. En la década de 1980, Japón era la principal potencia económica de la región, pero en los últimos años, China ha superado a Japón como la segunda economía más grande del mundo. Además, China y Japón compiten en sectores clave como la tecnología y las infraestructuras, lo que ha llevado a tensiones económicas entre ambas potencias.
A pesar de estas tensiones, China y Japón siguen siendo importantes socios comerciales. Japón es el tercer socio comercial más grande de China después de los Estados Unidos y la Unión Europea, y China es el mayor socio comercial de Japón. Sin embargo, cuando las tensiones políticas aparecen llevan siempre a una disminución en el comercio bilateral y a una mayor dependencia de los mercados de terceros países.
Tensiones recientes
Los motivos que empañan permanentemente la relación entre China y Japón, muchas veces aumentados y destacados en beneficio propio, son principalmente:
-Las peregrinaciones periódicas al santuario sintoísta de Yasukuni, enclavado entre el Palacio Imperial de Tokio y el Museo Militar de Yushukan. Allí se veneran las almas de los 2,5 millones de soldados nipones, entre ellos más de un millar de criminales de guerra, caídos en acto de servicio en las dos guerras chino – japonesas, donde murieron entre 20 y 30 millones de personas
-A su vez, el régimen chino educa a su pueblo en el odio a Japón y la televisión emite constantemente series y películas de guerra con argumentos que alimentan el resentimiento de la sociedad china en contra de sus vecinos japoneses.
Ambiciones marítimas de China en el mar de la China Meridional. (Foto tb t13)
-Muchos chinos creen, aún hoy, que Japón no ha hecho lo suficiente para reconocer y disculparse por los crímenes de guerra cometidos durante la
Segunda Guerra Mundial, incluida la masacre de Nanjing en 1937.
- Además, el aumento del poder económico y militar de China está inquietando a Japón, que se está acercando a los Estados Unidos y está aumentado su propio gasto en defensa. Las tensiones también han presionado en torno a la memoria histórica, con China acusando a Japón de no haberse disculpado adecuadamente por las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial.
Conclusiones.
La rivalidad histórica entre China y Japón es una de las rivalidades más antiguas y complejas en la región Asia-Pacífico. A lo largo de la historia, estos dos países han tenido relaciones tanto amistosas como hostiles, y su rivalidad actual tiene profundas raíces históricas, políticas, culturales y económicas, pero, en particular, la forma en que Japón ha abordado su pasado imperialista y militarista.
Históricamente, las relaciones entre China y Japón han sido complicadas, marcadas por guerras y conflictos que se remontan siglos atrás. En particular, las atrocidades cometidas por el ejército japonés durante su ocupación de China durante la segunda guerra chino- japonesa han dejado cicatrices profundas en la memoria colectiva china y han creado una gran desconfianza hacia Japón.
Una de las principales causas de la rivalidad actual entre China y Japón son las disputas territoriales en el Mar de China Oriental, en particular las Islas Senkaku/Diaoyu.
China se ha ido convirtiendo progresivamente al imperialismo comunista, con ambición mundial, desde que aceptó la ayuda de la URSS en su lucha contra Japón.
A pesar de estas tensiones, tanto China como Japón son conscientes de que la cooperación económica en beneficio mutuo es esencial para su desarrollo y prosperidad. En las últimas décadas, han establecido importantes lazos comerciales.
La estabilidad y la paz en la región son importantes para ambos países, y a pesar de las diferencias, se han esforzado por mantener un diálogo constructivo y mutua cooperación. (CN (R) Aurelio Fernández Diz / Asociación Española de Militares Escritores, AEME)