En el marco de los apoyos que empieza a anunciar la Unión Europea en su conjunto a Ucrania tras la invasión de Rusia, se contempla la financiación de un amplio paquete de armamento que podría incluir un pequeño número de aviones de combate MiG-29.
En plena escalada de sanciones por parte de la Unión Europea (UE) a Rusia, Vladimir Putin ponía en alerta a sus fuerzas estratégicas de disuasión nuclear. Pero la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, continúa informando de nuevas sanciones contra este país y su aliado y títere Bielorrusia.
Lo que más sorprende en el firme apoyo a Ucrania es el anuncio de que Europa compraría y entregaría armas y otros equipos militares a la nación agredida, afirmando: “Es la primera vez en su historia que la Unión Europea toma una iniciativa de este tipo para un país atacado”.
Estamos ante un importante giro de la política pacifista de décadas, que ha llevado a la Unión a la irrelevancia como actor internacional, principios que hace apenas unas semanas empujaba a uno de sus líderes, Alemania, a vetar la entrega de material de defensa a Ucrania. Pero con la guerra abierta, el canciller alemán Scholz se ha “caído del caballo”, como Pablo de Tarso, y dado un giro de 180 grados a las tradicionales políticas de seguridad y defensa de perfil bajo de su país.
En esta línea, el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, afirmó que la Unión Europea propondrá a sus miembros utilizar 450 millones del Fondo Europeo para la Paz para: “proporcionar a las fuerzas ucranianas armas letales, así como combustible, equipos de protección y suministros médicos”, con lo “se rompe el tabú de la UE de no suministrar armas a los beligerantes”, añadió.
Borrell también explicó que el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, le había dicho que “necesitaba aviones que los ucranianos pudieran volar”. Y añadió: “Algunos Estados miembros tienen este tipo de aviones y les proporcionaremos otro tipo de armamento necesario para una guerra”.
Sí revisamos el arsenal de aviones de combate Ucrania vemos que se compone de Sukhoi Su-27 y Su-24, modelos que no tiene ningún miembro de la UE; y de los Mikoyan MiG-29, que si sigue operativo en las fuerzas aéreas de Polonia, Bulgaria y Eslovaquia.
Además estás naciones tienen actualmente marcada fecha de caducidad de este veterano modelo de cazabombardero de diseño sovietico, que se van a sustituir por los F-35A en el caso polaco y con los F-16V en los otros dos países. También cabría la posibilidad de que la misma Alemania, que heredó en 1990 un lote de MiG-29 de la extinta República Democrática alemana, le quedase alguno almacenado y stock de repuestos, tras los que vendió a Polonia.
Obviamente a Ucrania le interesarían modernos aviones de combate occidentales, pero la urgencia de reforzar su maltrecha aviación, que ha sufrido varias bajas en el curso de los combates, solo le permitiría aceptar aparatos en los que los pilotos ucranios estén actualmente cualificados y sus mecánicos capaces de realizar su mantenimiento mínimo.
Si estos tres países aceptan renunciar a sus MiG-29 y entregarlos a Kiev, serán compensados con los citados fondos, y el hueco que dejen quedaría asegurado por sus aliados de la OTAN, como hace actualmente el Ejército del Aire español en el caso de Bulgaria.
Así mismo este país balcánico podría también ceder sus Sukhoi Su-25, cuyo principal rol es el de ataque a tierra, ya que es la única nación de la OTAN que mantiene en servicio este modelo, unas 8 unidades.
Se descartaría reforzar a los ucranianos con los veteranos MiG-21 procedentes de Croacia y Rumania (que los acaba de dar de baja), que aunque fueron empleados por Ucrania (heredados de la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tras constituir su fuerza aérea en 1992, dado son ya muy antiguos. (Julio Maíz Sanz)
Fotografía: Uno de los MiG-29 de la Fuerza Aérea de Polonia.
