Más allá de los trascendidos de prensa y los intercambios protocolares, la Armada Nacional uruguaya no tendría las mínimas condiciones ni interés real en recibir los dos navíos desprogramados (tras serios problemas de diseño y materiales) de la clase Clase Freedom -el homónimo y el “Fort Worth”- de la US Navy debido a los defectos tecnológicos iniciales de este ambicioso programa y los graves problemas y carencias de la propia Armada de Uruguay en materia de mantenimiento, más allá de los costes prohibitivos de su operación en un país navalmente muy empobrecido.
Mayores que las últimas fragatas clase Joao Belo incorporadas de la Marina Portuguesa (115 metros de eslora y 3.500 toneladas en este caso), además de serios problemas eléctricos y de motores, la propulsión de los Freedom (diésel y gas), que ha revelado serias dificultades operativas y algunos casos de navíos retornando a remolque a sus bases, y la propulsión a chorro de agua-imposible de mantener localmente y sin personal moderadamente capacitado al respecto, además de grandes consumidores de aceites- hacen inviable siquiera evaluar alguna probabilidad de negociarlas localmente.
Problemas desde el origen
A ello se suman sus dispositivos de automatización, de diversos sistemas, incluido el Total Ship Computing Environment , que han originado muchas dificultades a la US Navy, todas lo cual ha hecho pasar a ambos buques por numerosas reparaciones, estimándose que para subsanar todos los inconvenientes registrados en ambos podría ser menester invertir unos 900 millones de dólares, cifra inalcanzable en Uruguay.
Eso sin contar los problemas de casco, ensamblado en acero especial con superestructura de aluminio, lo que da lugar a una suerte de corrosión casi incontrolable que fuera corregida en posteriores navíos de la serie, aunque no en los primeros, que son los ofertados. A esto se agrega un alto consumo, lo que en la Armada Nacional Uruguaya-a veces con la mayoría de su escasa flota activa impedida de navegar por falta de combustible, es absolutamente prioritario, de forma que más allá de la diplomacia es del todo imposible siquiera pensar en incorporar estos dos controvertidos navíos de la Clase Freedom.
Mientras, el polémico tema de la compra de OPV para la Armada de Uruguay parece sigue sin definirse, ya que mientras surgen serias dudas sobre la idoneidad de la Comisión Asesora para expedirse reiteradamente a favor de la propuesta china-cuál era el deseo de la mayoría de la dirigencia política nacional- se congela el acuerdo de Cooperación en Materia de Defensa con este país, ya aprobado a tapas cerradas por parte de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, así como también se ralentiza la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio sino-uruguayo, parte del oficialismo empieza, asimismo, a mostrarse escéptico frente a la opción naval asiática. (Javier Bonilla)