Un destructor de la US Navy (Marina de Estados Unidos), el USS “Nitze” (DDG-94), de la conocida clase Arleigh Burke, surcaba el pasado 23 de junio aguas próximas a la costa de Venezuela en lo que los oficiales militares norteamericanos definieron como una operación de libertad de navegación, después de que la dictadura caribeña hiciera “una presencia marítima excesiva”.
El navío operó en aguas internacionales en el Mar Caribe, el área sobre la que “el ilegítimo régimen Maduro afirma falsamente tener control”, según reza literalmente el comunicado de la US Navy.
Las fricciones navales vienen de lejos, el 22 de diciembre de 2019 en la frontera marítimas entre Guyana y Venezuela, unidades navales bolivarianas intentaron abordar barcos de exploración de la empresa ExxonMobil, que operaban bajo licencia de Guyana. Más cerca el tiempo, el pasado mes de marzo, se produjo el hundimiento el patrullero de la Armada Bolivariana “Naiguatá”, cuando intentaba interceptar y abordar a un crucero turístico. “Estados Unidos continuará volando, navegando y operando donde quiera que el derecho internacional lo permita, preservando los derechos, las libertades y el uso legal del mar y el espacio aéreo garantizados a todas las naciones”, declara el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de Estados Unidos o US. Southern Command. “Estas libertades son la base de los esfuerzos de seguridad en curso y son esenciales para la paz y la estabilidad regional”.
No es la primera vez que un navío militar estadounidense realiza una operación de este tipo cerca de las costas de Venezuela. Así el buque de combate litoral o LCS (Littoral Combat Ship) USS “Detroit” (LCS -7) llevó a cabo una operación frente a la costa del país en enero, recordó José Ruiz, un portavoz del US. Southern Command. “Realizamos rutinariamente operaciones de libertad de navegación en todo el mundo para defender los derechos y libertades que garantizan el uso legítimo del mar como se garantiza a todas las naciones en virtud del derecho internacional”, explicó.
Durante los últimos meses la administración Trump ha aumentado las misiones de la US Navy y la US Coast Guard en el Caribe. “El pueblo venezolano continúa sufriendo profundamente debido a Maduro y a su férreo control sobre el país, y los traficantes de drogas se están aprovechando de esta anarquía”, dijo el Secretario de Defensa estadounidense Mark Esper cuando se anunciaron las nuevas misiones en abril. La posibilidad de sentarse a dialogar con Maduro que Trump sorpresivamente apuntó hace unos días en una entrevista con el portal Axios, no ha sido bien recibida y contraviene la política marcada hasta ahora.
La última operación naval fue confirmada el pasado 24 de junio por el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, que denunció que un buque de la marina de Estados Unidos se acercó a 30 millas de las costas del país. El hombre fuerte de la dictadura venezolana calificó este acto como una provocación, “propia de la actitud arrogante de un gobierno que pretende acabar con la soberanía del país por la vía de la violencia”.
“Estos actos cuestionan nuestro derecho marítimo y la vigilancia permanente en nuestras aguas jurisdiccionales”, manifestó Padrino, al tiempo que alertó al ejecutivo norteamericano que de llevar a cabo operaciones militares en aguas venezolanas actuaría la FANB (Fuerza Armada Nacional Bolivariana). La principal baza de actuación de la FANB vendría de la capacidad de lanzar misiles antibuque del modelo supersónico ruso Kh-31 desde los Sukhoi Su-30MK-2 de su Fuerza Aérea, dado que la Armada Bolivariana lleva años en declive y ya no cuenta con submarinos, siempre un duro enemigo para los navíos de superficie. (Julio Maíz Sanz)
Fotografía: El destructor USS “Nitze” (DDG 94) saliendo el pasado 19 de junio de la Estación Naval de la US Navy de la Bahía de Guantánamo (Cuba). (foto US Navy)