Egipto ha estado realizando esfuerzos intensivos en los últimos años para modernizar sus capacidades aéreas un paso que refleja su ambición de fortalecer su posición como potencia regional líder en Oriente Medio y el Norte de África, aunque no siempre ha tenido éxito en esta dirección.
Ha continuado diversificando sus fuentes de armamento, adquiriendo cazas Rafale de Francia y MiG-29 de Rusia, pero la pieza más importante, el avión de combate ruso Su-35, no se entregó debido a fuertes presiones geopolíticas. Egipto opera, además, una gran flota de cazas F-16 estadounidenses, que se consideran la columna vertebral de la Fuerza Aérea Egipcia.
Esta diversidad en las fuentes de aviones de combate refleja los cambios en las alianzas geopolíticas y las prioridades estratégicas de Egipto y los resultados de las guerras con Israel han influido significativamente en las estrategias de adquisición de la Fuerza Aérea Egipcia lo que ha llevado a la diversificación de los países proveedores.
Ahora han surgido informes que indican el interés del país en comprar dos avanzados cazas chinos: el J-10CE y el furtivo J-35A en un movimiento que podría representar un nuevo cambio cualitativo en su estrategia militar. Este análisis tiene como objetivo revisar las capacidades de estos dos cazas los detalles de los esfuerzos de Egipto para adquirirlos y el impacto de esto en el equilibrio de poder regional especialmente con Israel y si se repetirá el escenario del Su-35 una vez más.
La transformación en las fuentes de los aviones de combate egipcios
La Fuerza Aérea Egipcia se estableció en 1932 como parte del Ejército bajo el nombre de "Departamento de Aviación del Ejército Egipcio" , en 1937 se separó como una fuerza independiente. Los inicios de la Fuerza Aérea Egipcia estuvieron marcados por una fuerte influencia británica, ya que sus primeros pilotos fueron entrenados por la Real Fuerza Aérea Británica (RAF) y sus primeros aviones provenían de ese país. Desempeñó un papel estratégico crucial en los conflictos regionales, participando en cuatro guerras separadas contra Israel entre 1948 y 1973, además de la Guerra de Desgaste, con bombardeos a gran escala a lo largo del Canal de Suez.
En sus primeras etapas, la Fuerza Aérea egipcia dependía de aviones británicos, pero esta dependencia se transformó en un predominio soviético con la incorporación de los MiG-15 y MiG-17 durante la Guerra Fría. Posteriormente, diversificó sus fuentes para incluir aviones estadounidenses y franceses, especialmente después de los Acuerdos de Camp David, cuando comenzó una transición hacia equipamiento militar estadounidense.
El F-16 se convirtió en la columna vertebral de la flota de combate moderna de la Fuerza Aérea Egipcia, con 218 de estos cazas en servicio actualmente. Durante las décadas de 1970 y 1980, se incorporaron cazas franceses, como el Mirage 5 y el Mirage 2000, aún mantiene 81 cazas F-5 de diversas versiones y 19 Mirage 2000EM.
Tras la llegada del presidente Abdel Fattah el-Sisi en 2014, se inició un proceso de modernización integral que benefició a todas las ramas de las Fuerzas Armadas. En 2015, la Fuerza Aérea firmaba contratos para adquirir 24 cazas Rafale franceses y 43 MiG-29M/M2 rusos. En 2018, se acordó la compra de 24 cazas Su-35, y en 2021 se firmó un segundo acuerdo para 30 Rafale adicionales.,
Sin embargo, en 2022, Egipto canceló oficialmente el acuerdo de los Su-35 debido a presiones estadounidenses, que amenazaron con imponer sanciones (CAATSA) si la transacción se concretaba. Esta cancelación refleja un golpe a la estrategia egipcia de fortalecer la asociación con Occidente mientras mantiene la diversificación de sus fuentes de armamento.
Capacidades de los aviones de combate chinos
El J-10C
El J-10C desarrollado por la Corporación de la Industria Aeronáutica de Chengdu es un caza de cuarta generación y media y está diseñado para misiones multitarea, como superioridad aérea y ataques terrestres esta aeronave cuenta con un radar de exploración electrónica activa (AESA) que permite rastrear múltiples objetivos con alta precisión y puede transportar misiles avanzados como el PL-10 de corto alcance y el PL-15 de largo alcance, cuyo alcance llega a 300 kilómetros en su versión básica (145 km en la versión de exportación PL-15E).
Impulsado por el motor WS-10B, alcanza una velocidad máxima de 1,8 Mach, su alcance de combate es de 1.240 kilómetros con misiles aire-aire únicamente, extendiéndose hasta 2.600 km con repostaje en vuelo en modelos más recientes opera con el motor chino WS-10B. Su diseño aerodinámico que incluye alas delta y superficies de control delanteras (canards) le confiere una alta maniobrabilidad, convirtiéndolo en un rival formidable en combates aéreos.
El J-35A
Desarrollado por la Corporación de Aeronaves de Shenyang el J-35A es un avión de combate de de quinta generación y destaca por sus capacidades furtivas que reducen su huella radar la aeronave se presentó por primera vez en el Salón Aéreo de China en 2023 y se trata de una evolución del FC-31 cuyo primer prototipo voló en octubre de 2012. El interés creciente del Ejército de Liberación Popular Chino (especialmente la Marina) en el proyecto FC-31 llevó al desarrollo de dos variantes una versión para operar en portaaviones (J-35) y otra para la fuerza aérea (J-35A).
Esta aeronave utiliza actualmente dos motores WS-21 que serán reemplazados por el motor WS-19 (en fase de pruebas) lo que permitirá al J-35A alcanzar velocidades supersónicas sin postcombustión (supercruise) cuenta con compartimentos internos de armas para preservar su furtividad pudiendo transportar 4 misiles aire-aire PL-15E, 4 misiles hipersónicos aire-tierra, 4 bombas de penetración profunda de 500 kg o 12 bombas ligeras.
Su alcance de combate supera los 1.200 km. aunque se desconocen detalles sobre su aviónica debido a que el avión aún está en fase de desarrollo y pruebas. Se estima que sus capacidades de detección y furtividad son ligeramente inferiores al F-35 pero ofrece un equilibrio entre rendimiento y coste lo que la hace atractiva para países que buscan capacidades furtivas sin depender de tecnología estadounidense.
Pakistán ha solicitado 40 unidades del J-35A con entregas previstas en 2 años, por lo que cualquier pedido de Egipto tardaría entre 3 y 4 años en materializarse debido a la prioridad de pedidos existentes y al calendario de producción.
Un paso hacia la independencia estratégica
Los informes indican que Egipto ha mostrado un interés notable en los cazas chinos J-10CE y J-35A como parte de su estrategia para modernizar su fuerza aérea y reducir su dependencia de Estados Unidos, que impuso restricciones a la venta de sistemas avanzados como el F-35, debido a cuestiones de derechos humanos, tensiones regionales, y en particular, las presiones israelíes, para mantener su superioridad aérea.
En agosto de 2024, el comandante de la Fuerza Aérea de Egipto se reunía con su homólogo chino en Pekín para discutir un acuerdo de compra de cazas J-10C para reemplazar su flota antigua de F-16. Recientemente circularon rumores sobre la entrega de la primera partida de J-10CE a Egipto, pero en marzo de 2025, China desmintió estos informes, calificándolos de "noticias falsas", lo que sugiere que las negociaciones podrían seguir en curso.
En cuanto al J-35A atrae la atención como alternativa potencial para contrarrestar los F-35 israelíes. La Fuerza Aérea de Egipto está presionando a su gobierno, para integrar aviones furtivos en su flota, con conversaciones sobre la posibilidad, de construir una planta en Egipto, para producir algunos de sus componentes, esto refleja un ambicioso plan, de asociación industrial a largo plazo con China.
Análisis del prototipo J-35A (Dylan A Nguyen en X)
Este enfoque se alinea con la histórica estrategia egipcia de diversificar sus proveedores para fortalecer su independencia estratégica, especialmente frente a presiones políticas que podrían imponerle países occidentales. La adquisición de tecnología china no solo busca modernizar las capacidades militares, sino también consolidar una alternativa no alineada, en un contexto regional marcado por rivalidades y tensiones geopolíticas.
Repercusiones en el equilibrio de poder regional
Gracias a sus radares AESA avanzados y los misiles aire-aire PL-15E de largo alcance (guiados por radar activo, con un alcance superior a 145 km. en su versión de exportación) estos aviones mejorarían drásticamente las capacidades egipcias en combate aéreo y ataques de precisión.
El J-35A además incorpora un sensor electroóptico de infrarrojos (similar al sistema EOTS del F-35) integrado en una cubierta furtiva bajo el morro junto con sensores de alerta temprana distribuidos alrededor de la aeronave (concepto similar al sistema DAS del F-35). Esto sugiere un enfoque multicapa para la detección pasiva y la conciencia situacional Se estima que la J-35A podría transportar 4 misiles PL-15 reforzando aún más su potencial.
Estas capacidades contrastan con las limitaciones de los cazas actuales de Egipto. Por ejemplo, los F-16 equipados con misiles AIM-7 Sparrow (guiados por radar semiactivo alcance de 70 km), los Dassault Rafale con misiles MICA (radar activo alcance de 80 km) o los MiG-29 M2 con misiles RVV-SD (radar activo, alcance de 100 km).
La J-35A con su tecnología furtiva ofrecería a Egipto una ventaja cualitativa para enfrentar amenazas aéreas avanzadas como los F-35I Adir israelíes. Israel que cuenta con una flota de 38 F-35I Adir 66 F-15 (Baz y Ra'am) 174 F-16C/D Barak y F-16I Sufa además de futuras adquisiciones (36 F-35I y 25 F-15IA versión israelí del F-15EX) domina actualmente el espacio aéreo regional gracias a su superioridad tecnológica y capacidades en guerra electrónica y detección temprana.
Sin embargo la posible incorporación de cazas furtivos chinos por parte de Egipto ha generado preocupación en Tel Aviv ya que podría erosionar su superioridad aérea cualitativa mantenida durante décadas con apoyo estadounidense. Aunque el tratado de paz de 1979 reduce el riesgo de un conflicto directo este desarrollo podría impulsar a Israel a acelerar la adquisición de cazas avanzados (como más F-35 o F-15EX), fortalecer sus sistemas de defensa aérea y modernizar la flota existente (F-16 y F-15).
Impacto de la operación en las relaciones estratégicas de Egipto
Egipto se inclina hacia la adquisición de cazas chinos debido a las restricciones estadounidenses sobre el suministro de armas avanzadas y la incapacidad de Rusia para cumplir compromisos militares tras la guerra en Ucrania y las sanciones occidentales El país aprovecha la política china sin condiciones y sus lazos históricos con Pekín reforzados tras su adhesión al BRICS en 2024 para fortalecer su seguridad frente a amenazas regionales.
Este giro refleja un acercamiento estratégico entre Egipto y China que podría erosionar la influencia estadounidense en la región, aunque El Cairo busca mantener un equilibrio en sus relaciones sin renunciar a su asociación con Washington. Se prevé que Egipto continúe diversificando sus fuentes de armamento en un contexto de transformaciones geopolíticas que consolidan la presencia militar china en Oriente Medio.
En lo que respecta a la presión sobre Estados Unidos, el acuerdo con China podría servir a Egipto para exigir a Washington la flexibilización de restricciones sobre tecnologías militares críticas. Por ejemplo, la Fuerza Aérea de Egipto opera más de 200 cazas F-16A/C muchos de los cuales requieren modernizarse al estándar Viper (con radares AESA y sistemas electrónicos avanzados), necesita acceso a misiles AIM-120 C8 de más de 160 km. de alcance para contrarrestar arsenales avanzados de rivales regionales.
Sin embargo enfrenta obstáculos como la presión del lobby israelí en el Congreso, la burocracia estadounidense para aprobar actualizaciones de armas o las condiciones políticas y de seguridad impuestas por Estados Unidos para transferir tecnologías sensibles.
Esta opción plantea riesgos y desafíos ya que el fortalecimiento de la cooperación con socios alternativos como China podría exponer a Egipto a sanciones estadounidenses incluyendo la suspensión de su ayuda militar anual de 1300 millones de dólares. Esto es especialmente relevante tras las amenazas de la administración Trump de reducir la asistencia por el rechazo egipcio a planes para reubicar palestinos de Gaza en el Sinaí. En resumen la estrategia egipcia busca equilibrar autonomía estratégica y alianzas tradicionales aprovechando el ascenso de China como proveedor clave pero sin descuidar la relación con Occidente en un contexto de creciente competencia global.
Rendimiento de ambos aviones.
Conclusión:
La búsqueda de Egipto de cazas chinos J-10C y J-35A representa un paso audaz hacia la modernización de su Fuerza Aérea y el fortalecimiento de su independencia estratégica. El J-10C ofrece capacidades multitarea a un coste razonable mientras que la J-35A proporciona una ventaja furtiva. Sin embargo solo la incorporación masiva de estos aviones al servicio y su integración efectiva con los sistemas de defensa existentes, el entrenamiento de las tripulaciones y personal técnico en sus tecnologías avanzadas y el desarrollo de la infraestructura logística necesaria convertirán esta iniciativa en una fuerza aérea verdaderamente disuasoria.
A pesar del potencial prometedor de estos cazas el camino está lleno de desafíos:
- Dificultades técnicas para integrar la tecnología nueva con los sistemas actuales.
- Riesgo de presiones internacionales y sanciones especialmente si profundiza su cooperación con China en detrimento de sus relaciones con Occidente.
- Presiones políticas como las exigencias estadounidenses vinculadas al plan de reubicación de palestinos de la Franja de Gaza hacia el Sinaí que ya han generado amenazas de reducir la ayuda militar.
Mientras Egipto reduce su dependencia de Estados Unidos y refuerza sus lazos con China, el futuro determinará si esta estrategia consolida su seguridad nacional o genera nuevos retos en sus relaciones internacionales y su equilibrio estratégico regional. La decisión refleja una apuesta por la autonomía pero también expone al país a tensiones geopolíticas crecientes. (Alex Ribeiro)
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